Aprovechando al Máximo la Hora de Ir a Dormir

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Formas prácticas de crear memorias cálidas y aprovechar este momento especial.

Aunque para los padres puede ser frustrante y agotador, los chicos usualmente ven el momento de irse a la cama como un tiempo para relajarse, escuchar una buena historia y ser tratados cariñosamente. De adultos, muchos de nuestros recuerdos más cálidos son de los momentos en los que nos sentamos en pijamas, y conversamos con mamá o papá sin amigos ni nada en la agenda que nos hiciera salir corriendo de casa.

Este tiempo de calidad es perfecto para abrir canales de comunicación con los niños, y para desarrollar una relación profunda con mamá o papá. Además, es una oportunidad para inculcar valores que son muy importantes para su desarrollo de manera positiva y atractiva.

Aquí tienes algunas formas agradables de enriquecer la última escena de cada día:

Historias: Una historia vale más que mil charlas. En realidad, quizás es más poderosa. Un buen libro es una buena forma de relajarse y transmitir un mensaje importante al mismo tiempo. Elige con cuidado libros que sean significativos y asegúrate de que estás de acuerdo con sus mensajes, incluso si han sido galardonados. Hay muchísimos libros hermosos con dibujos encantadores que hablan de héroes que ameritan ser imitados.

Aquí hay algunos de mis favoritos:

¡Oh, Cuán Lejos Llegarás!, por Dr. Seuss – La vida es acerca de las elecciones que tomamos.

El Conejito Andarín, por Margaret Wise Brown – El amor de una madre es incondicional. El amor de Dios también.

La Semilla de Zanahoria, por Ruth Krauss – La historia de un niño con firme resolución y paciencia.

A veces, lo que los chicos quieren escuchar es un cuento inventado por ti. Siempre es bueno que los adultos recurran a su imaginación y que cuenten uno de vez en cuando. A veces los chicos, imaginándose los dibujos en sus mentes, se entusiasman más que viéndolos en una página frente a ellos. Esto también te permite crear una historia que trate un tema que quieres discutir con tus hijos de manera indirecta. Si tu hija está teniendo problemas para compartir sus juguetes con sus amigas, puedes crear una historia sobre una chica que enfrenta el mismo desafío y aprende que compartir es algo muy hermoso.

Álbumes de fotos: Saca fotos viejas y muéstrale a tus hijos tu fiesta de cumpleaños número siete y tu primera bicicleta. Muéstrales a tu tía abuela en la reunión de Januca en la casa de tus abuelos. Los chicos se fascinan con la infancia de sus padres. Escuchar que su papá fue una vez un niño pequeño los hace sentir normales. Escuchando tus dulces memorias los niños captan lo que es importante para ti. En lugar de enseñarles sobre la importancia del tiempo familiar y la tradición, cuéntales cómo, junto con tus primos, robaste el afikomán del tío Alberto en el Seder de Pesaj. Puedes utilizar fotos como trampolín para compartir desafíos que enfrentaste de niño y explicarles cómo lidiaste con ellos, mostrándoles por ejemplo la foto del juego de fútbol en el que estabas de mal humor. Háblales sobre lo que te resultaba difícil y cómo aprendiste a superarlo, ¡o no!

Canciones: Las canciones de arrullo son un excelente modo de terminar el día, y también una forma de generar una conexión entre tú y tus hijos. Elige canciones que tengan significado, no como las canciones tradicionales que tienen finales trágicos o irrelevantes. Tus hijos nunca olvidarán las canciones que les cantaste en su cama.

Di el Shemá: Una forma de asegurar que tus hijos nunca olviden la dulzura del momento de irse a la cama es decir el Shemá con ellos todas las noches. La repetición les resulta reconfortante, incluso cuando son muy pequeños y no entienden el significado de las palabras. El hecho de arroparlos en la cama, darles un beso en la cabeza y ser cariñosos con ellos mientras repiten el rezo, definitivamente crea connotaciones positivas para ellos. Un día, cuando estén listos para entender las palabras y la relevancia que éstas tienen en sus vidas, tendrán una cálida relación hogareña con ellas. Finaliza el día con la estampa del judaísmo.

Hablen con Dios: La calma de un cuarto oscuro es un momento ideal para aprender a abrirnos a Dios. Explica que Él los escucha y que pueden contarle sobre sus esperanzas para mañana y su miedo a la oscuridad.

Reflexiona sobre el día: A los tres o cuatro años los chicos ya pueden disfrutar de un repaso de su día junto con papá o mamá. Es una gran oportunidad para destacar cuán orgullosos están de su hijo porque dejó que su hermano utilizara su bicicleta nueva o por lo bien que hizo caso cuando mamá dijo que era tiempo de entrar a la casa. Un juego divertido es la “Cuenta de las Mitzvot” - pueden contar juntos cuántas mitzvot hicieron en el día, como por ejemplo recibir a un huésped en la casa, visitar a la abuela que no se sentía bien o poner una moneda en la caja de tzedaká. Tu hijo se dormirá con una imagen positiva de sí mismo, y motivado a hacer más cosas buenas mañana.

Más allá de lo que elijas para terminar el día de tu hijo, haz que sea una experiencia positiva, cálida, ¡y no olvides el beso de las buenas noches!

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