Padre Desilusionado

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¿Qué es lo que tu hijo(a) ve en tus ojos cuando baja las escaleras en la mañana?

A veces necesitamos mirar al espejo para ver lo que hay delante de nosotros. Nos enfrentamos a una situación desafiante y miramos hacia cualquier lado menos hacia nosotros mismos.

Lily tiene ocho años. Tiene rulos color rubio y una hermosa sonrisa. Ella es muy sociable y tiene muchas amigas en la escuela. Ella también es desordenada, desarreglada y tiene problemas para seguir instrucciones.

La madre de Lily, Karen, está desesperada...

“¡Las mañanas son imposibles!”, me dice. “Para cuando Lily sale camino hacia la escuela, yo ya estoy al final de mi paciencia. Hemos tenido muchas batallas de poder, sobre todo sobre su atuendo o sobre lo que va a comer de desayuno. Su tarea está desparramada por todos lados. Yo simplemente termino perdiendo la paciencia y gritándole, y descontrolándome con el resto de mis niños. Cuando Lily sube al autobús, las dos estamos llorando. Cuando vuelve a casa, comienza todo de nuevo. Tengo que decirte la verdad, hay días en los que simplemente no quiero a mi propia hija… y me siento muy mal al respecto. Somos como el agua y el aceite. ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación? ¿Cómo puedo hacer que sea mejor?”.

Conozco a Karen. Es pulcra e inmaculada. Ama que todo sea “perfecto” y que esté en orden.

A veces, el padre atleta recibe un hijo que no puede patear la pelota. Y nos desilusionamos.

Pero la vida no siempre es perfecta. En ocasiones, la madre prolija recibe una hija desordenada, y el padre atleta recibe un hijo que no puede patear la pelota.

Y nos desilusionamos. Luchamos con nuestros hijos y nos encontramos a nosotros mismos en un campo de batalla. Nunca nos damos cuenta de que estamos peleando contra nosotros mismos; nuestros sueños frustrados que hemos albergado por tanto tiempo.

“¿Qué piensas que ve Lily cuando ve tu rostro?”, le pregunté a Karen. “Cuando baja las escaleras en la mañana, ¿Qué es lo que ve en tus ojos?”.

“La verdad es que”, contestó Karen, “cuando yo estaba creciendo, era la niña que siempre obtenía el papel más importante en la obra. Era la que siempre se veía fantástica y siempre se sacaba diez en las pruebas. Conocí a mi marido en la universidad y él era el muchacho más apuesto. Siempre pensé que me iba a casar, que iba a tener hijos y que iba a tener la familia perfecta. El sueño americano, ¿conoces la imagen?

“Pero Lily, ella simplemente no encaja en la escena. Las reuniones de padres son perturbadoras. Ella siempre se ve desarreglada. No es coordinada. ¡No es lo yo imaginaba!”.

“Y puede ser que ella vea eso en tus ojos”, le dije. “Puede ser que sienta tu desilusión. Posiblemente el lugar para comenzar es dentro de ti. No estoy diciendo que no debes trabajar con ella y tratar de enseñarle a ser ordenada y prolija. Pero antes, mira al espejo y ve tu reflejo. Ve lo que ella ve cada vez que la miras. Tienes una expectativa de vida, incluso de tus mañanas, de que todo será fácil y sin problemas, así como estás acostumbrada. En el camino, aparece esta niña que rompe el esquema. Estás desesperada. ¿Puede ser que ella no esté sintiendo esto?”.

Comunicando Alegría

Recuerdo haber tenido una de esas mañanas cuando mis hijos eran pequeños. Después de rabietas y lágrimas, decidí que sería mejor sacar a los niños de la casa. Nos tranquilizamos un poco. Un cambio de atmósfera y un poco de aire fresco pueden hacer maravillas tanto para padres como para hijos.

Mientras miraba a mis hijos correr y jugar afuera, mi hijo, de cuatro años en ese momento, se subió a mi falda. “Mami, ¿estás enojada?”, preguntó.

“Por supuesto que no, mi dulce”, le respondí. “Estoy muy feliz de estar afuera con ustedes. ¿Acaso no ves la sonrisa en mi cara?”.

“Y entonces, ¿por qué tus cejas están enojadas?”.

Estamos comunicándonos con nuestros hijos constantemente. Ve cómo los niños leen nuestros rostros. Hasta nuestras cejas transmiten un mensaje. Más allá de las palabras, nuestra actitud y nuestras expresiones revelan nuestros pensamientos más profundos.

¿Transmitimos alegría cuando actuamos como padres, o nuestros hijos escuchan un profundo suspiro cuando entran a la habitación?

Necesitamos preguntarnos cómo transmitimos nuestros sentimientos a nuestros hijos. ¿Transmitimos alegría cuando actuamos como padres o nuestros hijos escuchan un profundo suspiro cuando entran a la habitación?

Puedes servir la cena más deliciosa, pero si es arrojada con fuerza sobre la mesa o servida con resentimiento, la comida será insípida.

La expresión de nuestra cara cuando nos sentamos a leerle un libro a nuestro pequeño, el "sí" apagado que decimos cuando respondemos al pedido de ayuda con la tarea de matemática, la forma en que llevamos a nuestros hijos a la escuela en la mañana, todo le dice a nuestros hijos cómo nos sentimos cuando interactuamos con ellos.

Y a medida que nuestros hijos crecen, necesitamos examinar honestamente nuestras actitudes. ¿Examinamos sus logros a través de nuestras propias esperanzas y sueños, o aceptamos a cada niño por lo que es?

Cuando hacemos todo lo posible por comunicar en nuestras casas alegría, amor, gratitud y aceptación, nuestros niños responden a nuestra generosidad. Entonces, podemos ayudar a cada niño a alcanzar su gran potencial y a encontrar la bendición que yace dentro de su alma.

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