Cómo hablar con tus hijos sobre la nueva normalidad

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Un enfoque triple

Vivimos en una época confusa y difícil y nuestros hijos nos observan para ver cómo nos sentimos. Si mantenemos la calma, eso los ayudará a hacer lo mismo.

Es importante tener un diálogo abierto y constante con nuestros hijos respecto a lo que está ocurriendo y cómo respondemos. Podemos aprender mucho de los tres pasos que dio nuestro patriarca Iaakov para prepararse para su peligroso encuentro con Esav. Los tres pasos fueron:

1. Se preparó para la guerra. Iaakov tuvo en cuenta todas las posibilidades y adoptó los pasos necesarios para enfrentar lo que pudiera llegar.

2. Rezó a Dios.

3. Envió regalos para congraciarse con Esav.

1. Prepararse

Dios nos pide que asumamos la responsabilidad y que logremos cosas en este mundo. De nosotros depende realizar el esfuerzo, en hebreo hishtadlut, para lograr nuestro objetivo. El resultado está en manos de Dios. De esta forma trabajamos en conjunto con Dios. A veces puede parecer que nuestro éxito es un resultado directo de nuestros esfuerzos. Otras veces el éxito llega de un lugar completamente diferente. En todos los casos nuestro esfuerzo responsable fue lo que abrió la puerta para que Dios bendijera nuestros esfuerzos y obtuviéramos frutos. Dios espera que hagamos lo mejor que podemos y que confiemos que el resultado es exactamente lo que necesitamos.

Algunas personas se burlan de las acciones recomendadas, las consideran “pánico” o “exageraciones”. La gente reacciona de esta manera por diversas razones, por ejemplo como una negación o por sentirse abrumados. Hay otros que citan su fe en Dios y explican que ellos confían plenamente en Dios, y que no hay que “volverse locos”.

Entrar en pánico nunca es una buena idea, pero la verdad es que cada día todos nos esforzamos mucho. Si queremos enviar a nuestros hijos a cierta escuela, hacemos todo lo posible para lograrlo. Miramos hacia ambos lados antes de cruzar la calle. Vamos a trabajar. Nadie evita ir a hacer las compras y después abre el baúl del auto esperando encontrarlo lleno de bolsas con comida. Todos nos esforzamos.

En mi opinión, la resistencia se debe a que no se adaptaron a la nueva normalidad. Tenemos que recalibrarnos. Lo que hace dos semanas era un esfuerzo “razonable” respecto a la seguridad hoy ya no es suficiente. La parte positiva es que tener algo que podemos hacer en una situación desconocida provee cierto sentido de seguridad.

¿Cómo podemos hablar con nuestros hijos sobre esta situación tan inquietante?

Da mucha fuerza entender que podemos ayudar a otros y que los demás esperan algo de nosotros.

Comienza dándoles a los niños información básica sobre el virus y habla respecto a lo que harán para estar preparados en el hogar y para evitar que la familia se infecte. Hablen sobre lo que se está haciendo para mantener a todos a salvo. Es un muy buen momento para hablar sobre el concepto de “Kol Israel arevim zé lezé”, cada judío es responsable por su prójimo. Da mucha fuerza entender que podemos ayudar a otros y que los demás esperan algo de nosotros. Sientan orgullo por eso. Miren las medidas que la comunidad adopta para proteger a los miembros que corren mayor riesgo. Es algo increíble.

Asegúrate de escuchar a los niños. Deja que sus preguntas determinen qué más compartir con ellos. Escucha sus sentimientos. Escucha qué es lo que preguntan y trata de entender qué es lo que no preguntan porque tienen demasiado miedo para expresarlo.

Los niños se sienten bien cuando saben que hay orden. Ellos esperan que nosotros tengamos las respuestas. Se sienten perdidos cuando no las tenemos , pero si hablamos de eso con honestidad, eso ofrece una transparencia que puede evitar que se sientan perdidos cuando inevitablemente quede claro que en verdad no lo sabemos todo.

Inclúyelos en el proceso. Pídeles que hagan lugar para guardar el jabón y las latas extra que compraron. Pongan pimienta y agua en un bol y muéstrales por qué es tan importante lavarse las manos. Imprime una tabla que ilustre la diferencia que tiene que haber cuando se cuida el distanciamiento social.

Déjalos ver que estás a cargo de lo que puedes controlar. Eso les dará una sensación de seguridad.

2. Rezar

Asegúrate que tus hijos sepan que sientes que Dios es Quien tiene el control. Reza en frente de ellos. Reza con ellos.

Nosotros no entendemos cómo Dios dirige al mundo, pero sabemos que Él lo hace, y aunque el virus está provocando muchos cambios a nuestro alrededor, también creemos que en todo este desafío hay algo bueno. De nosotros depende mostrarles nuestra perspectiva positiva de la situación. De nosotros depende ser las mejores personas que podemos ser en estas circunstancias difíciles, tratar de comportarnos de formas que podamos sentirnos orgullosos de nosotros mismos cuando, con ayuda de Dios, en el futuro podamos mirar hacia atrás.

No importa si tú estás o no nervioso, tu hijo lo estará. Si en tu esfuerzo para mantener alejado al miedo no hablas con ellos sobre eso, o si todo el tiempo repites: “Nosotros confiamos en Dios que todo estará bien, no necesitamos hacer todas estas cosas”, sin darte cuenta puedes estar transmitiendo el mensaje de que esto no es algo sobre lo que hay que hablar y que preocuparse es lo contrario de confiar en Dios. Ellos pueden sentir que tú cierras la puerta y evitas que ellos abran sus sentimientos. Alternativamente, si intentas mantener las cosas bajo control al no hablar extensamente con los niños, perjudicas tu capacidad de abordar sus inquietudes. Esto lo hacemos con las mejores intenciones, pero a menudo el gato ya estuvo bailando fuera de la bolsa y necesitamos hablar de todo antes que dé a luz a 12 gatitos en medio del comedor.

Haz lugar para cada sentimiento.

Los niños son inteligentes y tendemos a darles crédito por eso. Está bien ser honestos. Si estas nervioso, puedes decirlo. Si te sientes nervioso pero continuamente lo niegas, tus hijos probablemente saben que no eres 100% honesto con ellos y eso les otra razón para sentirse más ansiosos, y en el proceso también erosiona su confianza en ti. Si compartes con ellos que estás nervioso, sólo asegúrate de explicarles también qué haces al respecto. De esta forma eres un modelo de la mejor manera de enfrentar los ocasionales nervios.

Invita a tu familia a conversar sobre cualquier forma en que puedan hacer que esta situación sea más sencilla y dulce. Creen un programa para el día y posibles áreas de la casa que los miembros de la familia puedan desear usar por turnos. Traten de crear el mayor sentido de normalidad que sea posible. Hagan una lista con todas las cosas que hay que hacer en el día. Para los niños que tienen clases a distancia, asegúrense de que tengan un lugar tranquilo con todos los útiles que necesitarán. Cuando hablen de esto, es probable que ellos comiencen a compartir cosas que les preocupan.

Una prioridad es encontrar formas de mantenerse conectados con los demás. Alienta a tus hijos a llamar por teléfono o mantener video conferencias con sus amigos. Déjalos ver que también los demás están bien. Seguimos siendo una comunidad incluso cuando no podemos ir a la escuela o a la sinagoga. Tal como tú necesitas mantenerte conectado, también los niños lo necesitan.

3. Regalos.

Es una mitzvá estar alegre. Tratemos de hacer que este período sea más tolerable. Por supuesto que habrá altibajos, esto es un desafío. Pero mientras más pensamiento invirtamos, incluso proveyendo ciertas diversiones, todos estaremos mejor.

Encarga algunos juegos, rompecabezas y un poco de las golosinas preferidas de cada uno por Amazon. Obtén Kindles para quienes saben leer y descarga aplicaciones que te permitan obtener libros digitales o de audio de la biblioteca local. Quizás este es el momento de comprar juegos nuevos. Mímense. Aprende una nueva receta que tu familia pueda disfrutar. Cocinen juntos. Encuentren formas creativas de hacer ejercicio, quizás pueden establecer un sistema de recompensa por ser consistentes.

Mi mantra para este período difícil es: "No te preocupes. Haz algo".

Cuando comiences a caminar por el túnel de la ansiedad, haz algo productivo. Planea las actividades para el día siguiente o llama a un amigo o pariente que vive solo. Reza. Encuentra un nuevo juego creativo para jugar (o comienza ese proyecto manual del que siempre hablaste).

Después de hacer tantas cosas, asegúrate de programar algunas siestas. ¡El sueño refuerza el sistema inmune!

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