Familias judías que construyen su primera sucá

2 min de lectura

Cómo llevar a nuestro hogar la belleza y la alegría del judaísmo.

Un grupo creciente de familias comenzó a celebrar la festividad de Sucot (completa, incluso construyendo una sucá), y esto logró cambiar la forma en que se relacionan con el judaísmo y la dinámica entre los mismos miembros de la familia.

“Mi hija mayor pidió una sucá”, explica Tracey B, de Chicago, madre de dos hijos. El pedido de construir la propia sucá, algo sobre lo que su hija aprendió en la escuela judía de los domingos, pudo haber parecido intimidante, pero Tracey había prestado atención que el año previo uno de sus vecinos había construido su propia sucá en el patio trasero. “Teníamos amigos que ya lo habían hecho, así que no me pareció demasiado loco”, explica Tracey.

Después de consultarlo con su esposo, la familia decidió seguir adelante y construir su primera sucá.

Para Lawrence L., también padre de dos hijos, construir la primera sucá para su familia fue una forma de asegurar que sus hijos experimentaran la belleza de Sucot.

Lawrence había vivenciado una comida en una sucá muchos años antes y eso cambió por completo su perspectiva sobre la festividad y dejó en su corazón el anhelo de construir un día su propia sucá. “Me gusta probar y hacer tantas cosas judías como sea posible”, explica Lawrence. Cuando su familia se mudó de un departamento a una casa, finalmente llegó su oportunidad de construir una sucá.

Entonces comenzó a invitar cada año en Sucot a toda la clase de su hija, quien en ese momento estaba en preescolar. “Es algo que esperamos todo el año”.

Beth L. creció disfrutando la sucá de su familia, la única que existía en su barrio en Chicago. Ella sigue viviendo en la misma zona, pero ahora contó más de 25 sucot en el área. “Es un barrio muy tradicional, pero no ortodoxo”, explica.

Los hijos de Beth están en la escuela primaria y secundaria, y “les encanta tomar parte en la construcción y la decoración de la sucá, preparan guirnaldas de papel, dibujos y letreros e invitan a sus amigos a disfrutar de la sucá”.

Los hijos de Michelle J. aprendieron sobre Sucot en la escuela judía de los domingos y la familia decidió comenzar a implementar la tradición en su hogar. Aunque ni Michelle ni su esposo tuvieron una sucá en su infancia, muy pronto compartir el tiempo en la sucá se convirtió en una forma significativa de unirse como familia.

“Es absolutamente divertido y también a nuestros vecinos les encanta”, afirma Michelle. La familia organiza comidas de sucot, desde asados hasta comida china comprada, recibiendo cantidades de huéspedes. También llegaron a conocer a otros vecinos judíos que se detuvieron para visitar su sucá.

En una fiesta que Michelle estuvo invitada en una sucá, se le pidió a cada invitado llevar algo de comer para alimentar sus cuerpos y preparar también una historia o un discurso para alimentar sus almas. Ella resalta que el hecho de compartir tiempo en la sucá los alentó a hablar sobre los temas importantes de la vida.

Todos aquellos a quienes les pregunté qué consejo tienen para alguien que contempla la idea de construir una sucá, respondieron lo mismo: “¡háganla!”. “No tiene que ser perfecta”, dice una madre y recuerda su primera sucá, completamente inestable (pero todavía habitable). “Cada año aprendemos mucho más”.

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