La posibilidad de sentir dos emociones conflictivas al mismo tiempo

2 min de lectura

Durante la cuarentena podemos disfrutar tiempo con los miembros de nuestra familia y también podemos sentirnos bastante abrumados o irritados por su presencia constante.

“Este es mi peor Pésaj. ¡Todo sale mal!”.

Estas fueron las palabras de mi hijo cuando su hermana encontró el aficomán (y no él). A continuación enumeró una larga lista de todas las cosas que estaban “mal”, incluyendo que todo nuestro jugo de uva se había echado a perder (sí, fue bastante vergonzoso golpear la puerta de nuestros vecinos y preguntarles si tenían jugo de uva de más, cuidándonos de mantener los dos metros de distancia obligatorios).
Le pregunté a mi hijo si era capaz de encontrar algo bueno incluso en medio de todo lo “malo”. Me dijo: “No mami. Cuando algo está mal, está mal. Si hubiera algo bueno, entonces sería bueno”.

Este niño en general piensa en “blanco o negro”, por lo que no me sorprendió su respuesta. Pero aproveché la oportunidad para mantener con él una importante charla sobre la posibilidad de sentir dos emociones mezcladas al mismo tiempo. Yo misma sentía emociones conflictivas durante esa experiencia: estaba triste de verlo tan molesto y negativo en la noche del Séder, pero me sentía agradecida y satisfecha de que pudiera expresar sus sentimientos, comunicarse con nosotros y mostrarse receptivo a una conversación abierta. Velidé su sensación de que todo estaba mal, pero al mismo tiempo lo desafié a encontrar algunos buenos sentimientos.

Para darle un modelo de mi propio trabajo aceptando sentimientos conflictivos, compartí con él que SÍ, estaba agradecida de que mi familia estuviera sana, pero TAMBIÉN me sentía desilusionada de no poder compartir el Séder con nuestra familia más amplia. SÍ, me sentía agradecida de haber podido comprar todo lo que necesitábamos para Pésaj, sin embargo TAMBIÉN me sentía frustrada porque muchos negocios estaban cerrados y este año fue mucho más difícil conseguir todo lo que necesitábamos.

Más ejemplos de SÍ y TAMBIÉN: durante el período de cuarentena, todos podemos disfrutar tiempo con los miembros de nuestra familia y también sentirnos bastante abrumados o irritados por su presencia constante. Podemos sentirnos esperanzados y optimistas respecto al futuro y también sentir que todo el mundo se desmorona. Podemos hacer actividades divertidas y entretenidas con nuestros hijos y también sentirnos completamente agotados y sin una gota de energía para hacer algo. Podemos cantar y bailar y crear una atmósfera hogareña feliz, y también llorar y escondernos en la cama con la intención de quedarnos allí mucho tiempo.

Últimamente me sentí muy orgullosa de mí misma por mis capacidades como “Súper mamá” (madre, esposa, maestra, limpiadora, coach de gimnasia, profesional, chef, etc.) y muy culpable, sintiendo que soy la peor mamá del mundo (aquí puedes utilizar tu imaginación).

Experimentar sentimientos confusos es parte de nuestra vida como judíos. Que Dios no lo permita, pero es posible guardar duelo por una pérdida reciente y al día siguiente tener que alegrarnos por un Iom Tov. Podemos celebrar el bar mitzvá de nuestro hijo y al mismo tiempo también sentir dolor porque nuestros seres queridos sólo pueden acompañarnos de forma “virtual”. En estos días todos experimentamos alguna clase de pérdida / dolor / temor por el coronavirus, sin embargo, Dios nos dio la capacidad de nutrirnos también de las bendiciones y experimentar alegría durante esta época sin precedentes en nuestras vidas.

No tengo un final feliz para contar, en el cual mi hijo sonrió y dijo: “Sí mami, tienes razón. También dentro de lo malo hay muchas cosas buenas”. Pero sí tengo una bella relación con mi hijo, en la cual hay risas, quejas, bromas y a veces todo esto a la vez. Eso es la vida y aunque no siempre parezca estar bien, uno también puede sentirse genial.
 

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