Ritalin y judaísmo

8 min de lectura

Las capacidades de nuestros hijos, nuestras actitudes y el desafío espiritual.

"Soy la madre más aliviada del mundo", le dijo Julia a mi amiga Linda regresando a casa de una reunión. "Durante años he sabido que mi hijo Avi tiene TDA (Trastorno por Déficit de Atención), pero no me había convencido de darle Ritalin. Entonces hace algunos meses, su escuela nos amenazó diciendo que o empezaba a tomar Ritalin o tendríamos que transferirlo a una escuela especial para niños con problemas de aprendizaje. Decidimos que los efectos secundarios del Ritalin son menos terribles que los efectos secundarios de ser un fracaso toda la vida, así que empezamos a darle Ritalin. No podíamos creer la diferencia, Avi paso de ser el último de su clase a ser el primero, ¡en seis semanas!"

Linda escuchó con mucha atención. Cuando llegó a su casa, me llamó por teléfono y me contó la conversación. "¿Qué crees que debería hacer?" me preguntó. "Mi hijo Beny de 10 años es un niño inteligente, pero obtiene pésimas calificaciones en la escuela. Yo se que tiene un déficit de atención, pero nunca he querido darle químicos a mi hijo. El argumento de Julia, de que los efectos secundarios del fracaso son peores que los del Ritalin, me hizo mucho sentido."

Yo había leído algunos de los estudios sobre el metilfenidato (conocido en el mercado con el nombre comercial Ritalin y sus versiones de mayor duración Concerta y Metadate ER). De acuerdo a estos estudios, un variado porcentaje de niños que toman metilfenidato manifiestan síntomas de conducta obsesivo-compulsiva, conducta robótica, hábitos nerviosos, insomnio y depresión.

"¿Has probado con estrategias alternativas", le sugerí, "como eliminar el azúcar de su dieta, o asegurarte de que duerma más horas al día, o utilizar uno de esos programas de computadoras que entrenan nuevamente las ondas cerebrales?"

"¿Estás bromeando?" dijo Linda. "Tendría que cambiar la dieta de toda la familia y acostarlo a las 20:30, lo cual es prácticamente imposible. Y esos programas computacionales cuestan mucho dinero y tardan meses en hacer efecto, además que solamente funcionan si es que el niño persevera con ellos, lo que significa que tendría que regañarlo para que lo continúe usando. Prefiero investigar la opción del Ritalin".

Unos cuantos días después, Linda me volvió a llamar. "¡Vamos a hacerlo!" exclamó. "Julia tiene razón. Sin importar los efectos secundarios, Ritalin es mejor que una vida de fracasos. Ya hice una cita con un neurólogo infantil".

Le sugerí que como parte de su investigación sobre el asunto, debería llamar al Rabino Leib Kelemen, experto en crianza de niños.

El Rabino Kelemen le dijo a Linda que él no está en completo desacuerdo con el Ritalin, pero si está en contra de utilizarlo sin intentar otras soluciones primero, como la dieta e incrementar las horas de sueño. También le recomendó que leyera un libro, que él le prestaría, que presenta los pros y los contras del Ritalin. Luego le dio dos argumentos espirituales:

  1. El Ritalin en verdad funciona y su hijo probablemente llegará a la cima de la clase, pero será por siempre privado de la lucha por ser exitoso y el crecimiento personal que esta lucha produce.
  2. Los niños se sienten como un fracaso únicamente cuando sus padres los hacen sentir así. Si Linda redefiniera el éxito de su hijo en términos de sus maravillosas cualidades en vez de sus calificaciones en la escuela, ella estaría dándole a su hijo una escalera que el podría subir exitosamente.

Al día siguiente, Linda me llamó nuevamente. "Lo que más me asusta de todo esto," me dijo, "es que en mi camino a buscar el libro, estaba totalmente deprimida. Ya tenía increíbles imágenes mentales de cuanto se iba a facilitar mi vida con Beny tomando Ritalin. El nuevo Beny me escucharía sin interrumpir, haría sus tareas sin tener que pelear con él, estudiaría conmigo sin tener que pararse de la silla cada cinco minutos, y traería a casa altas calificaciones. Sabía que el libro documentaría todas las razones médicas y psicológicas de porque no darle Ritalin, ¡y no quería escucharlas!"

Arreglando al niño

¿Cómo puede una amorosa y dedicada madre como Linda no querer escuchar sobre las precauciones de darle a su hijo una droga que ha sido calificada como el medicamento con mayor potencial de adicción y abusos?

En el año 2001, casi el 10% de los niños que concurren a escuelas en Estados Unidos, y entre 15 y 20% de los niños en edad escolar, estaban en tratamiento con estimulantes como el Ritalin. En el año 2003, las compañías farmacéuticas anunciaron que el mercado total de medicamentos para el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) en los Estados Unidos era aproximadamente de 1.800 millones de dólares, superando el consumo nacional de antibióticos y medicamentos contra el asma para niños. Entre los años 2002 y 2003, el mercado para las distintas presentaciones de metilfenidato creció en un 20%.

Sin embargo, esta fiebre de Ritalin ha desencadenado serias respuestas. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) emitió una alerta en 1997: "Hay preocupación de que los doctores están recurriendo al metilfenidato como una solución "fácil" para los problemas de conducta que pueden tener causas más complejas". Dos años más tarde la JIFE advirtió: "En América, particularmente en Estados Unidos, las drogas para el tratamiento del trastorno de concentración están siendo dadas a los niños para ayudarlos en el rendimiento escolar o para ajustarse a las demandas de la vida escolar".

Como escribe el Dr. Peter R. Breggin, miembro del equipo psiquiátrico de la Universidad John Hopkins:

Mucha más gente entiende hoy que hay un problema cuando una sociedad encuentra conveniente dar químicos psicoestimulantes a millones de niños. Ellos sospechan que el diagnostico de TDAH puede ser una excusa para darle drogas a los niños para controlarlos, en vez de satisfacer sus necesidades genuinas. Ellos creen que nuestros niños necesitan una mejora en su vida familiar, escolar y comunitaria en vez de diagnósticos psiquiátricos y drogas psicoestimulantes.

...Un gran, y en constante aumento, segmento de los niños en América están siendo sometidos a tratamientos con drogas para controlar sus mentes y conducta. Ningún experimento de suministrar droga en masa había sido realizado anteriormente en la historia de ninguna sociedad o nación. Nunca antes tantos padres habían sido informados que sus hijos necesitan tratamiento psiquiátrico con drogas por dificultades en la escuela y en el hogar. Esta situación sin precedentes no es resultado del aumento de cierta "enfermedad mental" inexplicable. Es, en cambio, el resultado de una creciente falla en identificar y satisfacer las necesidades de los niños en nuestros hogares, escuelas y comunidades; tanto como una creciente tendencia a buscar curas médicas supuestamente rápidas y fáciles, para problemas sociales difíciles e individuales. [Talking Back to Ritalin, páginas 4-5]

Esto no implica que ningún niño necesite Ritalin. La hiperactividad de algunos niños perturba tanto una clase que una solución médica podría ser indicada.

Desde una perspectiva judía, sin embargo, el punto es que detrás de algunos diagnósticos y tratamientos de TDA se encuentra un síndrome no diagnosticado ni tratado que afecta a padres, profesores, doctores y niños, llamado el "Síndrome del Arreglo Rápido".

Arreglos rápidos y salidas rápidas

A lo largo de las últimas cuatro décadas, el mundo occidental se ha transformado en una sociedad tragadora de píldoras. ¿No puedes dormir? Tómate una píldora. ¿Necesitas estar alerta para estudiar para los exámenes? Tómate una píldora. La suposición que está detrás de esta mentalidad de arreglo rápido es que nadie debería tener que sufrir o luchar.

La respuesta que le dio el Rabino Kelemen a Linda representa una visión diferente del mundo: La lucha construye el carácter, y perfeccionar nuestras características es el propósito de la vida en este mundo.

La grandeza verdadera es estimada por la lucha y el esfuerzo. Nadie gana admiración por llegar al Monte Everest en un helicóptero. ¿Por qué? Porque el punto no es estar en la cima, sino llegar a la cima. El hombre que tiene el record Guinness por ser el más alto del mundo es una curiosidad; el hombre que tiene el record mundial de salto con garrocha es un campeón.

Sin embargo el instinto de buscar soluciones rápidas y respuestas fáciles es una de las principales tentaciones humanas. El cuerpo siempre busca reposo, mientras el alma siempre busca crecimiento. Hace poco tiempo una madre me contó que su hija de seis años ha estado inquieta en clases. La maestra y la directora de la escuela recomendaron darle a la pequeña niña Ritalin "para que aprenda los buenos hábitos de sentarse y prestar atención en clases". Para cuando comience el próximo año escolar, le dijeron las educadoras a la madre, la niña estará acostumbrada a la buena conducta y podrá suspender el uso de la droga.

El reemplazo de la educación a manos de las drogas es incluso más peligroso espiritualmente que físicamente. La facultad humana de ejercitar nuestro libre albedrío se desarrolla cada vez que una persona elige entre el bien o el mal. Un niño de seis años empleando su auto control al sentarse en clase durante cinco minutos, es mucho más valioso que todo un día de atención inducida por drogas.

Para muchos, el Ritalin es tomado como un medio para llegar a un fin: tener éxito en la escuela. Pero incluso en la escuela primaria, el verdadero propósito de la vida debe ser identificado claramente y valorado. Elegir bien, o en este caso un breve acto de auto-disciplina, es la meta de la vida, no aprender páginas de aritmética.

Es reconocido por todos que para los niños es difícil estar sentados y quietos. Nuestros sabios afirman: "La recompensa es de acuerdo al esfuerzo". Y ¿Cuál es la recompensa por el esfuerzo de esa niña en controlar su inclinación por andar revoloteando? Ella aprenderá que es capaz de elegir el auto-control, y cuando sea una adolescente tentada por las drogas y luego un adulto tentado por robar de la corporación en la que trabaja, ella sabrá que está en control de sus decisiones. Es por esto que ella, como todos nosotros, estamos en este mundo.

Los padres que intentan soluciones más arduas antes de recurrir al uso del Ritalin también reciben una recompensa: el desarrollo de sus cualidades de paciencia, tolerancia, amor incondicional, y fuerza moral de ir contra la corriente social. Un padre que decide, "El desarrollo ético de mi hijo es más importante para mi que las buenas calificaciones", ha escalado un Monte Everest espiritual.

Fracaso y éxito

Cuando el Rabino Kelemen le dijo a Linda que sus hijos no se sentirían como un fracaso a menos que ella los hiciera sentir así, Linda protestó, "¿Cómo puede Beny no sentirse como un fracaso cuando trae a casa calificaciones tan bajas?".

El Rabino Kelemen preguntó: "¿Él ayuda en las labores de la casa?"

"Bueno, sí", respondió Linda.

"¿Es bondadoso con sus hermanos?".

"La mayoría del tiempo".

"¿Regresa a casa cuando tú le dices que lo haga?".

"Usualmente".

"Bueno, entonces," concluyó el Rabino Kelemen, "él tiene mucho por lo cual sentirse exitoso. Es tu trabajo asegurarte de que él lo sepa".

Este consejo es una reminiscencia de la fábula sobre el orgulloso arquero que trajo a su amigo al bosque y le mostró que había insertado una flecha justo al medio de cada blanco dibujado en cada árbol. "¿Cómo lo hiciste?" preguntó su amigo, muy impresionado.

"Simple" contestó el arquero. "Primero lancé la flecha y luego dibujé el blanco alrededor de ella".

Mientras este truco es para los adultos como evitar la toma de responsabilidades, es una técnica esencial para ser buenos padres. En vez de criticar el fracaso, los padres deben valorar cualquier cosa buena que sus hijos logren, por pequeña que sea. Los resultados son dobles: el niño repite y aumenta la conducta alabada, y crece en auto-confianza, que es una necesidad básica para una vida exitosa.

Los padres interesados en buenos niños más que en buenas calificaciones deben convertirse en expertos en dibujar el blanco alrededor de acciones virtuosas. ¿El niño llegó a casa con una baja calificación en su examen y con un pájaro herido que quiere salvar? ¡Justo en el blanco! ¿Ella no puede entender su tarea de álgebra, pero se ofreció para cuidar al bebe de la vecina cuando ella tuvo que salir urgentemente de su casa? ¡Justo en el blanco! ¿Sus calificaciones son bajas pero los profesores lo califican excelente en comportamiento y conducta interpersonal? ¡Justo en el blanco!

Si nosotros como padres valoramos más las cualidades positivas (honestidad, bondad, entusiasmo, etc.) que el éxito académico, no solamente estamos criando niños felices y con auto-confianza, sino que también estamos enseñándoles que es lo realmente importante en la vida. Un niño que aprende que la honestidad es más importante que las calificaciones, nunca hará trampa en un examen – o en los negocios cuando crezca. Un niño que aprende que la bondad es más importante que las calificaciones, nunca se burlará de un compañero más lento intelectualmente, ni le dará prioridad al trabajo sobre su familia más adelante en la vida.

Pero protestamos, que si nuestro hijo no obtiene buenas calificaciones, no podrá ingresar a una buena universidad, y su potencial de aprendizaje como adulto se verá comprometido.

Esto no es verdad necesariamente. Muchos millonarios que amasaron su fortuna por meritos propios tuvieron muy mal rendimiento en la escuela, pero tuvieron auto-confianza para convertirse en grandes empresarios. Tras cada adulto exitoso hay un padre dibujando un blanco.

Una epidemia está atacando a nuestra sociedad, y no es el TDA o TDAH. Es la adicción de acomodar y torcer la definición de éxito, y la cura para esta epidemia no tiene efectos secundarios peligrosos.

Las opiniones del autor no necesariamente reflejan las de AishLatino.com

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