La relevancia de Tu BiShvat: Una existencia más fructífera

4 min de lectura

Abrir los ojos a un mundo asombroso.

Algunas noticias emocionantes:

El día 15 del mes hebreo de shvat, conocido en hebreo como Tu BiShvat, es el cumpleaños de los árboles frutales, por lo menos en lo que respecta a las leyes agrícolas judías. Por lo tanto, si tu árbol guapurú tenía 83 años el 14 de shvat, ahora puedes sumarle un año más.

¿Emocionado? Probablemente no, y no te puedo culpar. Al final de cuentas, este pequeño dato de la ley judía no marca una gran diferencia en tu vida.

Sin embargo, la ley y las costumbres judías no piensan lo mismo. Para el judaísmo Tu BiShvat es un día que se debe celebrar. Tal como lo registra el Código de la ley judía, en Tu BiShvat se omite una de las plegarias más sombrías de la liturgia diaria (Tajanún), y la tradición —que ya cuenta con siglos de antigüedad— es que en este día se prueben una variedad de frutos. ¿Cómo se entiende esto?

Antes que nada, tenemos que entender por qué se designa a este día como un punto clave para los árboles frutales. Tal como lo explica el Talmud, en esta época del año, la estación de lluvia en Israel ya pasó la mitad de su duración y se supone que la savia comienza a ascender por los árboles, lo que provoca que los frutos comiencen a florecer. Un "nuevo año de frutos" ya se encuentra en marcha por así decir.

Muy lindo, pero de todos modos, ¿qué relevancia tiene?

El año nuevo de los árboles es terreno fértil para la retórica y el pensamiento cabalista y jasídico, pero no dejemos de lado algunos mensajes más prácticos.

Puede ser fácil olvidarlo, pero vivimos en un mundo cuya complejidad, diversidad y sofisticación es sorprendente. El simple fenómeno de la vida (que por supuesto es cualquier cosa menos simple) es en sí mismo un enorme misterio.

La familiaridad puede llevar al aburrimiento, y podemos llegar a tomar estas cosas por obvias. Tomar la vida como algo obvio es la antítesis de todo lo que representa el judaísmo. Como enseñó Rav Bejaya Ibn Pekuda, un ético del siglo XI, en Los deberes del corazón, una de las formas principales de conectarse con Dios es observar las maravillas de Su creación. ¿Qué podemos hacer para salir del estado catatónico de tedio en el que nos encontramos?

El mundo de la botánica nos puede ayudar a mantenernos despiertos y alerta ante las maravillas de la creación. La vida de la planta y el ciclo agrícola nos recuerdan que detrás de las escenas, justo bajo nuestra nariz, las fuerzas de la naturaleza actúan sin detenerse ni un segundo. Con su crecimiento perceptible, las cosas vivas nos alertan de la maravillosa fuerza vital que tiene nuestro universo, y la "Fuerza vital" que hace que todo eso tenga lugar.

¿Recuerdas ese experimento del jardín de infantes, cuando plantamos algunas semillas de césped y luego esperamos impacientemente que brotaran? Parecía ser un milagro cuando esos brotes tiernos se abrieron camino a través de la tierra.

Parte de ese asombro infantil permanece en nuestro interior, incluso si a veces es necesario cavar muy profundo para encontrarlo.

En el mundo vegetal hay algo especialmente único respecto a los árboles y sus frutos. Los árboles mismos nos fascinan con su apariencia real, su increíble altura, su habilidad casi mágica de producir en unas ramas opacas una increíble variedad de frutos deslumbrantes y jugosos. Los frutos mismos son refrescantes más que cualquier otro alimento natural. Una nueva estación de frutos puede ayudarnos a salir de la monotonía de la vida, abrir el capullo de la indiferencia que permitimos que crezca a nuestro alrededor y ayudarnos a prestar atención a las maravillas de la creación.

Pero es mucho más que el mero hecho de maravillarse.

Al comienzo de la primavera, por lo general durante el mes judío de nisán, los frutos alcanzan una etapa más madura en su crecimiento. Entonces se recita una bendición especial al ver florecer los primeros frutos: “Bendito eres Tú, Dios, Quien creó árboles y buenas creaciones para que los seres humanos puedan disfrutarlas”. Nuestra sensación de asombro se ve intensificada por nuestro reconocimiento de que la increíble y misteriosa fuerza Divina haya tenido en mente producir toda esa abundancia… ¡para nosotros!

Al comprenderlo, nuestro asombro se une con un sentimiento muy fuerte de gratitud hacia la "Mente" que ideó toda esa increíble variedad de frutos. Cada ejemplar frutal, con una diversidad casi infinita de sabores, texturas, colores y apariencias, es un recordatorio vivo y dinámico de la bondad y la preocupación de Dios.

Por supuesto, podría parecer más apropiado celebrar todo esto cuando los nuevos frutos ya están listos. ¿Por qué celebrar antes de que podamos llegar a beneficiarnos con el nuevo fruto?

Precisamente ese es el punto. Celebrar cuando los frutos están completamente presentes significaría tener nuestros ojos abiertos sólo al fruto mismo.

Literalmente, observamos el secreto de la vida en acción.

Sin embargo, un observador atento no ve sólo el producto final, sino el proceso detrás del mismo. Eso es importante, porque focalizarse sólo en el producto final nos quita la sensación de asombro ante el intricado y complejo proceso.

Todavía más, nos roba la oportunidad de llegar a experimentar y ser parte de la pureza de ese proceso. Más asombroso que ninguna otra cosa en la naturaleza es el secreto de la vida. Cuando sabemos cómo se prepara la creación del fruto, literalmente observamos el secreto de la vida en acción.

La atmósfera de celebración que tratamos de crear en Tu BiShvat es una que capture el ímpetu de la vida y la vibración que sentimos en el mundo en ese momento. Es una época para prestar atención a algo que, sorprendentemente, podemos olvidar: ¡que estamos vivos! Todavía más importante, que estamos vivos no por coincidencia, sino porque Alguien lo deseó, y deseó que fuéramos participantes activos de Su sinfonía de vida. Estamos vivos y rodeados por una vida vibrante y universal.

Probar frutos en Tu BiShvat es una experiencia que combina el asombro, la alegría de vivir y la gratitud a Dios, lo que nos permite sintonizarnos con las maravillas de la creación y participar en el drama silencioso que constante y consistentemente se desarrolla a nuestro alrededor.

¡Feliz cumpleaños a nuestros árboles!

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