Tu B'Shvat: Floreciendo

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Al igual que los árboles en medio del invierno, nosotros tenemos la capacidad de emerger de la oscuridad y florecer.

Los primeros árboles que florecen en Israel están despertando después de una larga y profunda siesta invernal. Pasaron muchos meses hibernando. Hasta ahora, nuestras amadas fuentes de nutrientes, sombra y oxígeno estuvieron absorbiendo agua del subsuelo. Este mecanismo de supervivencia —un regalo Divino— ha sostenido a los árboles hasta ahora. Pero en este momento comienza un nuevo ciclo en sus vidas: el sustento que necesitan para crecer, florecer y prosperar lo obtienen de su propia savia. Los árboles se regenerarán utilizando sus propios recursos y se convertirán en la entidad generosa y dadora que estaban destinados a ser.

Ellos florecerán.

¿Te suena familiar?

¿Cuántas veces hemos estado en ese vulnerable espacio escondido, subterráneo, que muy poca gente puede penetrar? A pesar de lo que pueda estar manifestándose en la superficie exterior, a pesar de lo que proyectemos hacia afuera, ¿cuántas veces ha sido la realidad exterior incongruente con lo que ocurre dentro de nosotros?

Negocios y sociedades problemáticas; entornos tensos; comienzos difíciles; finales difíciles. Quizás en esas ocasiones somos dependientes y necesitamos apoyo, quizás necesitamos ser sustentados porque no tenemos la fuerza, la resistencia o la voluntad para salir adelante por cuenta propia. Quizás estemos utilizando “generadores de energía” externos para mantener nuestro equilibrio, dignidad o incluso cordura. Estamos en “modo de supervivencia”. Y, en ocasiones, eso está perfecto.

En este momento del año los árboles comienzan a brotar después de haber sido estériles durante un largo tiempo. Han perseverado y subsistido. A veces apenas lo han logrado, con sus últimas fuerzas. Ahora están comenzando a emerger, a florecer.

¿Has emergido alguna vez, entero, de la oscuridad y el trauma, después de sentirte herido? ¿Has ocultado una infancia dolorosa, una relación abusiva, un ciclo destructivo? ¿Has sido capaz de florecer a pesar de la aflicción?

¿Emergiste como una víctima o fortalecido, sin fe o siendo un creyente, paralizado o transformado, encadenado o libre? Quizás un poco de todo.

Si respondiste a estas preguntas con afirmaciones positivas, entonces tú también tienes razón para celebrar Tu Bishvat.

Puede que para ver esas transiciones en tu vida haga falta tiempo, distancia y un poco de compasión Divina. O, en contraste, puede que esas transiciones te resulten absolutamente obvias y dramáticas. Cualquiera sea el caso, habremos vivido un proceso de transición de un estado a otro. Habremos pasado de la dependencia a la independencia, del ocultamiento a la revelación. De sobrevivir en silencio, debajo de la superficie, a vivir en la realidad visible. Habremos emergido de esa tierra, de ese sedimento, siendo una persona diferente. Esperanzadoramente, una persona más hábil, productiva y fértil.

¿Cómo uno emerge? Quizás reconocer que somos creados a imagen de Dios sea un primer paso. Quizás saber que Dios nos dio los desafíos precisamente para que desarrollemos y expresemos nuestro verdadero carácter, para que obtengamos claridad. También es importante entender que somos parte integral de un plan mayor, eso nos ayuda a ver más allá de nuestra realidad inmediata.

¿De qué otra forma emergemos? Aceptándonos a nosotros mismos y a nuestra situación particular; perdonarnos es vital. Es crucial diferenciar entre lo que está bajo nuestro control y lo que no. Ayudar a otros, para poder obtener perspectiva, es fundamental. También lo es aprovechar nuestras reservas internas y nuestro potencial en el camino hacia el cambio. Entender en dónde estamos en el presente y en dónde queremos estar en el futuro es clave para emerger triunfantemente.

La Torá declara: “Porque el hombre es un árbol del campo” (Deuteronomio 20:19). Lo mismo que ocurre con los árboles ocurre con nosotros. En Tu Bishvat tenemos el privilegio de contemplar algo milagroso. A medida que los árboles pasan de un estado de escasez a uno de abundancia, nosotros también podemos pasar de ser seres receptores a seres dadores, porque ahora nos tenemos a nosotros mismos. Nos hemos reconectado con nuestros propios recursos.

Que siempre recordemos las fuentes de vida que nos han ayudado a perseverar durante los tiempos estériles y lo fortalecidos que hemos emergido posteriormente por cuenta propia. Y que nos deleitemos en la guía de Dios mientras nos lleva hacia la recompensa interior que nos espera este Año Nuevo de los árboles.

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