Cómo transformar el dolor de Tishá BeAv en acciones concretas

25/07/2023

3 min de lectura

No es suficiente con esperar la redención, debemos ser su catalizador.

El 11 de abril de 1944, Anna Frank escribió en su diario:

"¿Quién hizo a los judíos diferentes de todos los otros pueblos? ¿Quién nos permitió sufrir de forma tan terrible hasta ahora? Dios es quien nos ha hecho como somos, pero también será Dios quien nos volverá a elevar. Quién sabe, incluso puede ser que de nuestra religión todo el mundo y todas las personas aprendan lo que es bueno, y por esa razón, y sólo por esa razón, ahora sufrimos. Nunca podremos ser simplemente holandeses, o sólo ingleses, ni representantes de cualquier otro país. Siempre seguiremos siendo judíos".

Anna Frank había entendido algo profundo. El Talmud pregunta: "¿De dónde deriva el nombre del Monte Sinaí?", y sugiere que el nombre Sinaí viene de la palabra hebrea siná, que significa 'odio', porque el odio de los no judíos hacia los judíos se generó en esa montaña cuando el pueblo judío recibió allí la Torá.

Al pueblo judío le fue encargada la tarea de ser la "conciencia moral" del mundo, una misión en la que no siempre tenemos éxito, pero que sin embargo despertó la ira, el enojo y el odio de muchos. La Torá exige un estilo de vida ético y moral, una vida de servicio más que de privilegio, que ha revolucionado al mundo. Durante dos mil años los judíos fueron acosados y perseguidos simplemente por su judaísmo y todo lo que eso representa.

Después del Holocausto, el mundo les dio a los judíos un respiro de su odio, convirtiéndose en cambio en los beneficiarios de su pena. Pero si observamos los eventos del mundo, tal vez los últimos 75 años fueron una aberración. Hemos sido testigos del crecimiento del antisemitismo a medida que el mundo retorna a su patrón y a sus hábitos eternos.

El Midrash (Eijá Rabá 1) enseña que tres profetas usaron el término hebreo eijá, o 'cómo':

  1. Moshé preguntó: "¿Eijá 'cómo' podré yo solo cargar con su fastidio, su fardo y sus disputas?" (Deuteronomio 1:12).
  2. En la Haftará que leemos el Shabat antes de Tishá BeAv (el 9 de av), el profeta Isaías dice: "¿Eijá 'cómo' es que la ciudad fiel se ha vuelto como una prostituta?".
  3. Finalmente, Jeremías comienza el Libro de las Lamentaciones que se lee en Tishá BeAv, diciendo: "¿Eijá 'cómo' es que Jerusalem está solitaria? La ciudad que estaba llena de gente se ha vuelto como una viuda…".

Eijá… ¿Cómo? ¿Cómo es que el antisemitismo persiste? ¿Por qué deben volver a levantarse en nuestra contra en cada generación?

En Tishá BeAv nos sentamos en el suelo y nos preguntamos a viva voz: ¿Eijá…? ¿Cómo puede ser que los judíos tengan que temer nuevamente por sus vidas? ¿Eijá…? ¿Cómo puede ser que hoy, con todo el progreso que ha logrado la humanidad, más de una cuarta parte del mundo siga manteniendo opiniones antisemitas?

Rav Soloveitchik señala que hay una cuarta vez en la que se usa la palabra eijá. Cuando Adam y Javá no asumieron la responsabilidad después de su caída en el Jardín del Edén, Dios los llamó diciendo "¿Aieka 'dónde estás'?". Aieka se escribe con las mismas letras hebreas que eijá.  ¿Cuál es la conexión? Rav Soloveitchik explica que cuando no respondemos el llamado de aieka, cuando no asumimos responsabilidad personal por nuestros problemas y culpamos a los demás, en definitiva nos encontramos preguntando ¿eijá? '¿cómo puede ser?'.

Podemos preguntar ¿eijá?, cómo puede ser que ocurran todas estas cosas terribles, y llorar de dolor. Pero nuestra tarea es asegurarnos de poder responder la pregunta de ¿Aieka 'en dónde estás'? ¿Estás asumiendo tu responsabilidad? Puede que no seamos capaces de entender por completo por qué existe el antisemitismo, pero podemos y debemos mantenernos vigilantes, denunciándolo, enfrentándolo y luchando contra él. Debemos mantenernos fuertes como judíos en todas partes. Debemos enfrentar el mal y hacer todo lo que podamos para vencerlo.

Y también debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para asumir responsabilidad personal para cumplir la misión judía de traer piedad al mundo.

El antisemitismo no terminará si nos asimilamos y nos retiramos. Sólo llegará a su fin cuando podamos responder positivamente la pregunta que el Talmud nos dice que nos formularán cuando nos encontremos con nuestro Creador: ¿Anhelaste la redención y asumiste la responsabilidad personal de hacer todo lo que estaba a tu alcance para acercar la redención? ¿Realmente sentiste el dolor del exilio y la angustia de la condición judía en el mundo? ¿Sinceramente te importó? ¿Esperaste con ansias cada día que se anunciara una era de paz y armonía y el fin del antisemitismo y del sufrimiento?

No es suficiente con esperar la redención; debemos ser su catalizador. No es suficiente con gritar ¿eijá 'cómo'? Debemos responder a ¿Aieka 'dónde estoy'? ¿Qué estoy haciendo para rectificar la situación?

Si queremos levantarnos del suelo y terminar con el duelo, si queremos finalmente acabar con el antisemitismo, de nosotros depende hacer lo necesario para sanar a nuestro pueblo, para reparar el mundo y amarnos los unos a los otros.

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