Jerusalem: la capital eterna del pueblo judío

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Un recordatorio sobre quién es el verdadero dueño de Jerusalem.

Es difícil de creer que hace tan sólo 50 años que se reunificaron por fin los judíos con Jerusalem. A Dios le tomó 6 días crear el mundo; a la Israel moderna le tomó el mismo tiempo liberar a la ciudad más sagrada del mundo de las manos de quienes jamás entendieron ni aceptaron su verdadera santidad.

La Guerra de los Seis Días fue sin lugar a dudas un milagro contemporáneo. Los enemigos de Israel dejaron su intención en claro: no era tierra lo que querían, sino las vidas judías. Los árabes le aseguraron al mundo que terminarían la tarea que había comenzado Hitler. El Holocausto fue el indescriptible genocidio de seis millones. Los líderes árabes que rodeaban la pequeña tierra patria judía se jactaron de que, esta vez, el remanente de los judíos después de los campos de concentración nazis y los crematorios sería finalmente destruido por completo.

Los analistas militares continúan sorprendiéndose cuando estudian lo que ocurrió entonces. Los generales de WestPoint fueron citados diciendo que la victoria de Israel simplemente no puede ser entendida desde la óptica de la estrategia de las guerras de la historia. Un oficial, que entendiblemente eligió no ser citado por su nombre, dijo: “No hay forma de explicar la razón detrás del éxito de Israel, porque claramente Israel fue ayudado por Dios, y no se nos permite enseñar sobre Dios en WestPoint”.

Cincuenta años no lograron desvanecer los recuerdos de los milagros de ese glorioso momento de la historia. Fue como resultado de la Guerra de los Seis Días que recapturamos el sitio sobre el que el Rey Salomón construyó el Primer Templo y sobre el cual, después de un breve exilio, volvimos e inauguramos el Segundo Templo también.

El mensaje del 50avo año les recuerda a todos una importante verdad: no somos nosotros los dueños de la tierra.

Y hoy, 50 años después de 1967, necesitamos notar en particular la importancia bíblica del número 50 respecto a la tierra de Israel. El mensaje del 50avo año les recuerda a todos una importante verdad: no somos nosotros los dueños de la tierra; “la tierra es Mía” nos dice Dios en la Torá (Levítico 25:23).

Cuando las 12 tribus arribaron a Israel, la tierra fue dividida entre ellas. Todos compartieron una parte igualitaria en el beneficio económico de la posesión de la tierra. Pero estaba prohibido ver la posesión de la tierra como algo permanente. Los judíos podían trabajar la tierra, cosechar su producto y disfrutar de sus frutos. Podían incluso comprar más tierra o vender lo que poseían, si así lo deseaban. Pero en el 50avo año, el año del Jubileo, toda la tierra volvía a sus dueños originales. El año del Jubileo era un recordatorio recurrente de que sólo Dios, creador del cielo y la tierra, es el verdadero propietario de toda la tierra en la que vivimos, así como de todos los lugares a los que llamamos hogar.

Todo niño judío que comienza su estudio de Torá con el versículo que nos enseña que “En el comienzo del crear, Dios creó los cielos y la tierra” conoce el famoso comentario de Rashi, el más famoso comentarista de la Biblia. ¿Por qué la Torá, siendo un libro de leyes, comienza con esta información que nada tiene que ver con las leyes? Para que todo el que cuestione alguna vez nuestro reclamo sobre la tierra de Israel pueda responder que Dios, como Creador y Amo del universo, puede transferir Su propiedad a quien desee, y es Dios quien le ha dado Su tierra a Su pueblo, los hijos de Israel.

Rav Abraham Isaac Kook, el primer gran rabino ashkenazí de Palestina, realizó una sorprendente predicción unos años antes del establecimiento del estado de Israel. Reflexionando sobre el número bíblico asociado con los judíos que dejaron Egipto, Rav Kook sugirió que cuando la población judía de Palestina llegara similarmente al total de 600.000, sería una señal milagrosa para el comienzo de nuestra redención nacional.

Sorprendentemente, recién en 1948 los judíos igualaron por primera vez el número bíblico, ¡el mismo año en que el mundo atestiguó el milagro contemporáneo del establecimiento del Estado de Israel!

Hay otro número que, en tiempos modernos, tiene una importancia similar a 600.000. Es diez veces esa cantidad, una cantidad que representa la tragedia sin paralelos. Seis millones fueron las víctimas del Holocausto, la cantidad de personas asesinadas salvajemente por un régimen que planeó una solución final para los judíos.

Es por eso que es tan importante destacar otro hito de la Israel moderna. La población judía actual de Israel excede finalmente ese número tan oscuramente identificado con la tragedia. Hay en la actualidad más de seis millones de judíos que convirtieron a Israel en su hogar. En el año Jubileo de la reunificación de Jerusalem, más de seis millones de almas judías proclaman felizmente en Israel la realidad del mensaje bíblico del 50avo año: la tierra le pertenece a Dios y nuestra generación es testigo de la decisión divina de reunirnos con Jerusalem.

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