Triunfo en el Fútbol Americano: Una Historia de Iom Kipur

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No todas las victorias ocurren en el campo de juego.

Un alma se preparaba para descender del celestial "Mundo de las Almas" a lo que la cábala llama "El Mundo de la Acción". Como todas las almas, a ésta le fue asignada una misión principal y varias misiones secundarias.

También le fue asignado un tiempo límite. Sólo tendría 46 años para completar su tarea.

El Mundo de la Acción

El alma descendió, y aterrizó en el útero de Gittel Poseh Claman, una inmigrante judía rusa que vivía en Manitoba, Canadá. El 8 de noviembre de 1921, el alma cómodamente envuelta en un cuerpo de 3.8 Kg. emergió rodeada por gritos de "¡Mazal tov!". Ocho días después, el alma con cuerpo fue circuncidada y debidamente llamada Zalman Baer Claman.

Ahora, un alma que descendió del "Mundo de las Almas" al mundo más bajo de todos, el "Mundo de la Acción", es como un residente de un penthouse despertando en un barrio pobre en medio de una pelea callejera. El "Mundo de la Acción" tiene sólo una cosa a su favor, y hace que valga la pena el viaje. Es el único mundo donde la libertad de elección es posible. No la elección entre chocolate o vainilla que ocupa la mayoría de las mentes. Sólo un área de elección es verdaderamente libre: la elección entre lo bueno y lo malo.

Es así como las almas, que olvidan sus misiones al momento de nacer, terminan logrando las tareas que vinieron a realizar. Es como haber puesto el premio escondido en alguna cámara oculta en el medio de un laberinto. Si en cada bifurcación, el alma elige lo bueno por sobre lo malo, a la larga alcanzará su desconocida meta.

Elecciones

Zalman Claman creció y se convirtió en un cirujano ortopédico. A los 23, se casó con una cantante de opera llamada Ruth Rusen. Zalman iba a ser la resplandeciente estrella de una fantástica vida; Ruth iba a ser su co-estrella.

Zalman era un hombre del Renacimiento. Él fue doctor en una remota provincia canadiense, pionero por un año en el naciente Estado de Israel, y estableció un pequeño hospital y una serie de oficinas médicas en Los Ángeles. Él saboreó la poesía de Yeats, podía citar a Platón y Dostoevsky, se entretuvo con proyectos para un nuevo tipo de helicóptero, diseñó un globo de cobertura plástica para proteger a obreros de la construcción en temperaturas bajo cero, enseñó a sus niños a cazar con arco y flecha, y leía la porción semanal de la Torá en la mesa familiar de Shabat.

El Holocausto había recién terminado, y Zalman y Ruth sintieron que tenían una obligación moral de repoblar el Pueblo Judío.

Era una época en que los judíos tradicionalistas, pero no observantes, como los Claman tenían un promedio de 2.1 hijos. Las familias numerosas eran consideradas ordinarias y de poca educación, especialmente por los profesionales. Pero el Holocausto había recién terminado, y Zalman y Ruth sintieron que tenían una obligación moral de repoblar el Pueblo Judío. Así es que tomaron su primera decisión verdadera. Enfrentando audazmente las cejas levantadas de sus familiares y amigos, tuvieron diez hijos.

Como Zalman era un individuo único, él creyó, y enseñó a sus niños, que las necesidades del grupo tienen prioridad por sobre las necesidades del individuo. En particular, la bondad y la sensibilidad frente a los pobres son responsabilidad de un judío. Una vez dio a uno de sus niños una paliza por molestar a una muchacha minusválida. "Es obligación de los judíos luchar por los oprimidos", diría él.

Él puso su ideología en acción al abrir oficinas médicas en los guetos negros de Los Ángeles. Él creía que los pobres merecían el mismo nivel de cuidados médicos que los ricos – y se los daba. En la época que no existía el seguro médico, él operó a pacientes sabiendo que no podrían pagarle. Nunca le dijo que no a nadie.

En el verano de 1965, los disturbios raciales en el barrio de Watts devastaron Los Ángeles. Con las ruinas aún ardiendo, y la gente blanca con miedo a acercarse a cualquier parte cerca de Watts, Zalman decidió que él tenía una obligación moral de tratar a sus pacientes, muchos de los que habían sido seguramente heridos en los disturbios. Sus enfermeras, sin embargo, estaban demasiado asustadas como para venir con él. Entonces Zalman, con un amigo armado con una escopeta, trajo a sus dos niños mayores a que le ayudaran. Bastante seguro, cuando ellos se acercaron a su oficina, que era el único edificio que quedaba en pie del bloque de edificios quemados, ellos vieron una cola de pacientes que esperan fuera de la entrada. Ellos evidentemente confiaban en que el Doc Claman estuviese allí para cuidarlos.

Ayudar a la sociedad, sin embargo, nunca lo desvió de lo que Zalman consideraba su primera misión: sus hijos. Él los involucraba en todo lo que hacía, incluso estimulándolos a faltar a clases con el fin de que lo acompañaran en sus rondas. Cuando estaba experimentando con su esquema del globo para clima frío durante el período en que la familia vivió en Canadá, envió a sus dos hijos mayores, Alan y Beatty, a revisar que la cubierta de plástico estuviese pegada. Cuando él intento construir un buggy a partir de un viejo automóvil, le enseñó a Alan a manejar un soldador de arco para ayudarle a hacer el trabajo. A veces cuando él terminaba sus rondas temprano, llamaba a la casa y caprichosamente anunciaba: "¡Empaquen el equipo! ¡Nos vamos de camping!".

El sonido de la voz de su padre era un sonoro llamado a la aventura.

Si había una llamada de urgencia en medio de la noche, Zalman entraría a la habitación de Beatty, y preguntaría fuerte, "¿Estás despierta?". El sonido de la voz de su padre era un sonoro llamado a la aventura. Beatty saltaría de su cama y lo acompañaría al hospital. Luego, se detendrían en Redondo Beach, en "The Insomniac," una cafetería Beatnik abierta toda la noche. Mientras la joven sorbía un chocolate caliente y miraba pasmada la escena bohemia, Zalman juntaría información pertinente sobre las condiciones de pesca de los viejos pescadores. Luego volverían a casa, Zalman haría panqueques para la familia, y antes del amanecer, toda la familia, incluyendo a Ruth, se iría de pesca.

Cada noche terminaba con todos los niños pequeños acurrucados alrededor de su papá en la gran cama matrimonial mientras Zalman les contaba imaginativas historias de su propia invención. Las historias eran invariablemente cuentos con moralejas, donde el niño héroe o heroína se enfrentaba con el dilema de alcanzar la gratificación personal o ayudar a una persona en problemas. El niño elegiría lo bueno, completando la misión altruista, y sería premiado con un tesoro mágico.

Zalman pensaba que un ser humano podía lograr cualquier cosa que su mente planeara, y enseñó esta lección a sus hijos a través de entregarles tareas de adultos. Su modo de vida era entrenarlos, y luego confiar en ellos. Así, cuando sus hijos alcanzaron la edad de trece años, los llevaría a su oficina médica y les enseñaría como archivar, facturar, revelar rayos X, e incluso a trabajar en el laboratorio. Cuando alguno de los niños mostró talento, Zalman contrató a tutores para estimular su potencial en arte, piano, matemáticas, patinaje sobre hielo, etc. Él mismo le enseñó física a Alan.

Los valores, sin embargo, fueron siempre más importantes que las habilidades. Para enseñarles a sus hijos a pensar abiertamente, él los sentaría alrededor de la mesa con un vaso puesto en el medio, y le pediría a cada uno que describiera lo que veía. Luego, en un intento de extender sus mentes, él sugeriría que observaran el vaso desde otro ángulo, desde arriba, desde abajo, etc. No se encierren a sí mismos en una sola perspectiva, era la explícita lección de su padre.

En lo concerniente a los temas morales, Zalman Claman no toleró ninguna concesión.

Sólo en el área de lo moralidad él creía en absolutos. Lo correcto o lo incorrecto eran categorías rigurosas, no confusos intangibles. En lo concerniente a los temas morales, Zalman Claman no toleró ninguna concesión. Castigó a sus hijos por hacer el mal, así como los honró por hacer el bien.

Su método de reprimenda era explicar detalladamente lo que los culpables habían hecho, y rodeados de su brazo cariñoso, forzarlos a reconocer las repercusiones de sus acciones. "Esto es lo que hiciste", él le diría al niño que se comportó mal. "¿Cuál crees tú que es la consecuencia de esto?". La parte culpable era forzada a llegar a las conclusiones por sí misma y a reparar el daño.

La clave que mantuvo a Zalman eligiendo la dirección correcta en cada bifurcación en su vida fue su preponderante sentido de responsabilidad hacia el colectivo – su familia, la comunidad judía, y la sociedad en general. Él inculcó en sus hijos que la gente está siempre siendo un ejemplo, en todo lo que haga. Cada cosa mal hecha tiene un efecto colateral, que impacta negativamente en todo el público. No existe un crimen sin víctimas. La sociedad siempre sufre por el fracaso moral de sus miembros.

Esto es un concepto esencial en el judaísmo, y es la razón por la cual la confesión que se recita en la sinagoga en Iom Kipur está enunciada en plural. Cuando un judío confiesa una batería de pecados despreciables que pudo nunca haber cometido (violencia, perversión sexual, haber dado falso testimonio, etc.), no sólo está declarando la responsabilidad colectiva del Pueblo Judío. En un nivel más profundo, está reconociendo que si hace una pequeña trampa en su examen, está colaborando en la degradación moral de toda la sociedad, la cual termina con grandes estafas públicas.

Entonces, Zalman insistió que sus hijos actuaran moralmente y fueran un ejemplo para todos los que les rodearan. En la esfera de la moralidad, no había opciones privadas. Ser hijo de Zalman Claman era como pilotear un jumbo.

El Juego

Aunque Zalman no lo sabía, su tiempo se estaba acabando. Él siempre consideró que su misión principal era criar a sus hijos. Él no iba a medir el éxito por cuánto dinero o prestigio ellos amasaran, pero sí por su habilidad de elegir el bien común por sobre la ganancia personal. Como un entrenador de fútbol americano, cuyo éxito está en manos de sus jugadores en la cancha, la última prueba de Zalman como padre recaía en las manos de sus hijos.

El hijo mayor de Zalman, Alan, había demostrado ser un destacado atleta en la escuela secundaria, pero cuando se postuló para jugar fútbol americano en la universidad, nadie lo tomó en serio. Después de todo, con una altura de 1.80 cm. y 85 kg. de peso, era risiblemente pequeño para ser jugador de fútbol americano, ya que usualmente pesan 100kg. Los columnistas deportivos luego se referirían a Alan como "el atajador Liliputiense" y el "jugador tamaño bolsillo", pero su padre lo había imbuido con el sentido de un potencial gigante. No importó cuantas veces los jugadores de fútbol americano, predominantemente católicos, de la UCLA rechazaron al pequeño joven judío con el pretexto de que no tenían suficientes cascos u hombreras, Alan continuó yendo y pidiendo jugar.

Cuando suficientes jugadores dejaron de aparecer, porque andaban trastabillando en los estudios o porque la dura práctica era demasiado para ellos, a Alan finalmente se le dio la oportunidad. Él jugó con el equipo de los novatos, y siempre mantuvo un buen promedio de puntos.

En la primavera de 1965, la UCLA, una de los equipos más bajos en el ranking de los Estados Unidos contrató un nuevo entrenador, Tommy Prothro. Después de que Prothro vio películas de Alan jugando, él le dijo, "Tú eres exactamente el tipo de jugador que queremos – rápido y agresivo en el campo de juego". Él le ofreció a Alan una beca completa y le dio la titularidad en el equipo universitario.

Alan lo había logrado. Su status se elevó y se convirtió en un muchacho cotizado. Después de meses de entrenar entre cuatro y cinco horas diarias, Alan estaba en la alineación inicial para el primer partido de la temporada. Él jugó bien, atajando a sus oponentes con una innovadora entrada de frente al pecho en vez de a los tobillos. A los 19 años, Alan estaba en la cima del mundo.

Entonces él se dio cuenta que el segundo juego de la temporada estaba programado para Iom Kipur.

Alan, quien era un miembro activo en su sinagoga conservadora, entendió que esto planteaba un problema, pero confiaba que se podría encontrar una solución la que le permitiría jugar. Se fue a casa y le informó a su padre del problema con las fechas.

"Tú eres un judío. Tú no puedes jugar en Iom Kipur".

El refrán que dice "Lo que sea que haga a mi hijo feliz... ¿quién soy yo para decirle a mi hijo lo que haga?" ya estaba fuertemente instalado en la conciencia nacional. Zalman Claman, sin embargo, cantaba una melodía distinta. Él le dijo a su hijo inequívocamente: "Tú eres un judío. Tú no puedes jugar en Iom Kipur".

El siguiente día, Alan le dijo a su entrenador que él no podía jugar el próximo partido. El entrenador Prothro le respondió con un ultimátum: "Si tú no juegas en este partido, no jugarás del todo. Le daré tu posición a otro, y perderás tu beca".

En efecto, el Iom Kipur de 1965 fue el mismo Iom Kipur en que Sandy Koufax se negó a jugar en el primer juego de la Serie Mundial de Béisbol. Koufax, sin embargo, estaba en la cima de su profesión, y era reconocido como el mejor lanzador de Estados Unidos. Él no enfrentó ninguna consecuencia personal por mantener sus convicciones. Alan, por otra parte, estaba en el inicio de su carrera futbolística universitaria, una carrera que amenazó con morir antes de nacer ese Iom Kipur.

Alan regresó donde su padre. Seguramente había algún acuerdo que fuese aceptable. Tal vez él podría ayunar, como lo hacía en cada Iom Kipur, y aún así jugar.

Para Zalman Claman, la Torá era la fuente de toda moralidad. Cuando se enfrentaba a un dilema moral, él no improvisaba su propia solución subjetiva. En su lugar, él consultaba una fuente objetiva. Ahora, llevó a su hijo a hablar con el rabino.

El rabino comprendió todo lo que Alan tenía para perder. Él movió su cabeza. Un judío simplemente no podía jugar fútbol en Iom Kipur. Alan se dañaría a sí mismo espiritualmente, y peor, como él era conocido como un jugador de fútbol judío, él daría un mal ejemplo para otros judíos.

Tan pronto como Alan escuchó las palabras "mal ejemplo" decidió que no jugaría en Iom Kipur, sin importar qué le costara. Éste era un principio con el que había sido criado: la obligación moral de dar un buen ejemplo.

En Iom Kipur, Alan acompañó a su familia a la sinagoga y permaneció allí todo el día. Cuando regresó a casa después del sonido final del shofar, sus amigos lo llamaron para decirle que en la radio a lo largo del partido, el comentarista deportivo repitió constantemente, "Claman no está jugando hoy por ser un día religioso judío".

Él dio un buen ejemplo. Se anotó una victoria moral.

En el "Centro de Control de Misiones del Cielo", una marca de aprobación se registró al lado del nombre Zalman Baer Claman.

El Super Bowl Universitario

Durante las prácticas siguientes, Alan entibió el banco mientras su reemplazante practicaba las jugadas defensivas. El entrenador Prothro rápidamente comprobó que el sustituto no era ni cercanamente tan rápido, fuerte, ni inteligente como Alan. Para el siguiente juego, Alan estaba de vuelta en la alineación delantera.

Alan se convirtió en el único jugador de su equipo en jugar en la primera línea por todos los partidos restantes de la temporada, y acumuló más horas en el campo que ningún otro jugador.

El equipo de la UCLA continuó haciendo una imponente temporada. Al final, fueron uno de los mejores cinco equipos nacionales y jugaron el Rose Bowl (el Super Bowl universitario) contra el mejor equipo de Estados Unidos, el invencible equipo del Estado de Michigan.

En la noche del Rose Bowl, el diario Herald-Examiner escribió: "Alan Claman, estudiante de segundo año, 1.80 cm. y 85 kg. debe ser el defensa de primera línea más bajo, liviano, y valiente en jugar el Rose Bowl en los últimos años".

En lo que fue descrito como "uno de los más excitantes Rose Bowl de los últimos tiempos", UCLA, contra todas las posibilidades, venció al equipo del Estado de Michigan por 14-12.

Alan fue llamado "el gran pequeño hombre del fútbol universitario."

En lo que respecta Alan, el diario Los Ángeles Times citó al Entrenador Prothro llamándolo, "el gran pequeño hombre del fútbol universitario". En palabras de un columnista de deporte: "Kilo por kilo, Claman debe ser el mejor primera línea en el país".

Alan formó parte del equipo ideal de fútbol americano universitario, y fue elegido como el "Jugador Más Valioso" en un partido contra el aclamado equipo de Standford. Una vez, incluso derribó al jugador estrella de la Universidad de Carolina del Sur, O.J. Simpson.

Increíblemente el "derribador tamaño bolsillo" fue el único jugador de la UCLA que en sus tres años de fútbol universitario nunca, ni por una vez, sufrió de una lesión. Décadas más tarde, viviendo como un judío observante, Alan diría, "Yo pienso que porque no jugué en Iom Kipur, Dios me protegió a lo largo de mi carrera futbolística".

Alan se graduó de la Escuela de Leyes de Harvard. Con el tiempo, él empezó su propio negocio en piezas de aeronaves comerciales. Como un ejecutivo corporativo, tanto como un jugador de fútbol universitario, el legado moral de su padre le sirvió a él como un faro.

El Iom Kipur de 1965, tan cargado de desafíos y triunfos para Alan, llegó a ser el penúltimo Iom Kipur de la vida de su padre. En marzo de 1967, Zalman Claman falleció sorpresivamente de una rara enfermedad autoinmune, tenía 46 años.

Para su familia, sus pacientes, y para toda la gran cantidad de gente que admiraba a esta impresionante figura, esto fue una conmoción llena de lágrimas.
En el mundo celestial, a donde las almas retornan, sólo hubo ovaciones.

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