5 historias reales sobre Iom Kipur

5 min de lectura

Desde un campo de trabajo soviético a una prisión del Estado Islámico, historias inspiradoras sobre gente que se aferró a la observancia de Iom Kipur a pesar de los peligros.

Steven Sotloff: Dirigiéndose hacia Jerusalem

El mes pasado, después de que los terroristas islámicos asesinaran brutalmente al periodista estadounidense-israelí Steven Sotloff, su historia de gran coraje y fe salió finalmente a la luz.

Steven era un judío estadounidense que reporteaba desde el mundo musulmán, y por lo tanto, mantenía en bajo perfil su religión y el hecho que era ciudadano israelí. Cuando fue capturado por terroristas en Siria en el 2013, hizo todo lo que pudo para esconder su judaísmo de sus captores. Los familiares de Steven, aterrados de que si sus captores se enteraban que era judío le harían más daño, borraron todo rastro de su hijo de Internet y evitaron hacer peticiones públicas sobre su liberación.

Sin embargo, a pesar del gran peligro bajo el cual se encontraba, Steven Sotloff se las ingenió el Iom Kipur pasado para engañar a sus captores y ayunó e incluso rezó en dirección a Jerusalem en aquel sagrado día. Un ex prisionero que estuvo con Sotloff recuerda: “Les dijo que estaba enfermo y que no quería comer, a pesar de que ese día habían servido huevos. Él solía rezar secretamente en dirección a Jerusalem. Miraba en qué dirección rezaban (sus captores musulmanes) y ajustaba un poco el ángulo”.

En el medio de una Siria controlada por terroristas, rodeado de asesinos que estaban dedicados a la erradicación de los judíos y del Estado Judío, un hombre judío e israelí se mantuvo indomable y respetó Iom Kipur bajo las narices de sus captores.


El guardia soviético

Durante muchos años, Mentel Futerfas desafió a la Unión Soviética. El estudio de Torá estaba estrictamente prohibido por las autoridades soviéticas —incluso poseer libros judíos era suficiente para ser encarcelado—, pero Mendel arriesgó su vida día tras día educando a otros judíos en secreto. Finalmente fue descubierto por las autoridades y fue sentenciado a trabajos forzados en uno de los temibles campos de trabajo de la Unión Soviética en Siberia.

Allí, Mendel intentó cuidar tantas mitzvót como le fuera posible, pero no era fácil. Un Iom Kipur se sintió particularmente decaído. Sin un majzor —el libro de rezos de Iom Kipur—, sólo podía recitar unos cuantos rezos de memoria. Uno de ellos era Vejol Maaminim, “Todos creemos”, pero ese Iom Kipur Mendel tenía dificultades para creer en aquellas palabras. En un lugar tan oscuro como aquel, ¿era realmente posible tener una fe como esa?

En ese momento, Mendel se dio cuenta que uno de los guardias de la prisión —un hombre de aspecto severo que tenía una gran cicatriz que cruzaba por su cara— lo estaba observando. Asustado, Mendel intentó parecer como si no estuviera ayunando o rezando, pero el guardia se le acercó. Hablando calmadamente, el guardia le dijo: “Veo que estas rezando hoy. Sé que estás ayunando hoy. Quiero que sepas que yo también estoy ayunando. Sé que hoy es Iom Kipur, pero no sé nada de judaísmo fuera de una plegaria que me enseñó mi abuela cuando era pequeño llamada “Modé Aní”. He estado repitiendo esa plegaria todo el día, y quería que supieras que no eres el único que está respetando Iom Kipur”.

Después de 14 largos años, Mendel fue capaz de escapar de su gulag y logró encaminarse hacia Israel, donde dedicó su vida a enseñar Torá. Nadie sabe qué pasó con el guardia judío.

Gracias a Rav Shlomo Zarchi por transcribir esta historia.


Arrestado por tocar el shofar

Bajo el dominio Turco y luego Británico, las actividades judías en el Kotel —el último remanente del ancestral Templo judío de Jerusalem y el lugar más sagrado del pueblo judío— se encontraban severamente limitadas. La ley británica codificaba las restricciones sobre los judíos que querían rezar allí: no podían recitar las plegarias en voz alta, no podían llevar un rollo de Torá y tenían prohibido tocar el shofar.

En Iom Kipur de 1930, en la conclusión del servicio final de Neilá, justo antes del atardecer, hubo un sonido que no se había escuchado en el Kotel en varias generaciones: el sonido del shofar. Un joven rabino, Moshé Segal, había llevado a escondidas un shofar al Kotel y lo había hecho sonar en el momento acostumbrado al final del servicio de Iom Kipur.

Rav Segal fue rápidamente arrestado, pero en los años siguientes otros jóvenes judíos tomaron su lugar. Todos los años entre 1930 y 1947 algún joven judío llevaba escondido bajo sus ropas un shofar al Kotel y lo tocaba en el momento apropiado al final de Iom Kipur. Los jóvenes trabajaban en equipos de a tres e intentaban tocar el shofar en cada extremo del Kotel y en el medio de este. Abraham Caspi, quien tenía 16 años cuando tocó el shofar en el Kotel en 1947, recuerda que le comandaron: "Tú serás el primero, y si no tienes éxito o si te descubren, alguien más lo hará”.

Los soldados británicos arrestaron cada vez a los jóvenes que tocaron el shofar. Cada uno de ellos fue juzgado y sentenciado a prisión por períodos de hasta seis meses. Pero aún así, los voluntarios no se amedrentaron. “Juramos dar nuestras vidas por la resurrección el pueblo judío”, explica Yakov Sika Aharoni, quien tocó el shofar en el Kotel a la edad de 16 años en 1936.

Cuando Jordania capturó la Ciudad Vieja de Jerusalem, prohibieron que cualquier judío se acercara al Kotel por 19 años. En 1967 Israel liberó el Kotel, permitiéndole a toda la gente —judíos, musulmanes y otros— acceder y el shofar nuevamente sonó. Abraham Elkayam, quien tenía 13 años cuando tocó el shofar en el Kotel en 1947, estaba peleando en el área, y rápidamente se abrió paso hacia el Kotel. Un soldado israelí estaba parado junto al Kotel, tocando el shofar, y Abraham le pidió si podía hacerlo él también. Abraham tocó el shofar y un soldado que estaba en las cercanías le preguntó por qué era tan importante para él tocar el shofar.

Abraham Elkayam le explicó que él había sido una de las últimas personas en tocar el shofar en el Kotel en 1947. El soldado entonces se presentó, y le dijo que él había sido el primero en tocarlo. Era Rav Segal, quien partió con la tradición anual en 1930.


El partido más famoso de Sandy Koufax

En 1965, el lanzador del equipo de béisbol Los Ángeles Dodgers estaba en la cima de su carrera. Apodado "el hombre del brazo de oro", su habilidad había ayudado a los Dodgers a llegar a la Serie Mundial. Los Dodgers se enfrentaban a los Minnesota Twins, y el partido de apertura estaba programado en el Estado Metropolitano de Minneapolis–Saint Paul el 6 de octubre, el día de Iom Kipur.

A pesar de no considerarse particularmente religioso, Koufax no tuvo que pensarlo dos veces. "Nunca hubo una decisión que tomar", recordó más adelante Koufax, "ya que nunca hubo una posibilidad de que yo jugara. Iom Kipur es el día más sagrado de la religión judía. El equipo sabe que yo no trabajo ese día". Koufax no asistió al partido y se volvió famoso no por sus formidables habilidades de juego, sino por su fidelidad a sus principios.

Los Dodgers perdieron ese juego sin Koufax, pero con su ayuda en el resto de la Serie Mundial ganaron el torneo de 1965. Koufax fue elegido el jugador más valioso de la temporada y entró al salón de la fama de béisbol en 1972.


En las trincheras polacas

Uno de los servicios de Iom Kipur más inusuales no tuvo lugar en una sinagoga. Ocurrió en el año 1939. La Segunda Guerra Mundial acababa de ser declarada y las fuerzas de Hitler estaban batallando en Polonia, luchando por controlar dicho país. Varsovia, la capital polaca, estaba bajo ataque directo.

Ayudando a los esfuerzos del ejército polaco para repeler a los invasores nazis, los judíos de Varsovia se apresuraron a cavar trincheras defensivas alrededor de su ciudad. Iom Kipur de 1939 cayó sobre una ciudad bajo sitio. Muchos hogares y sinagogas habían sido destruidos en los asaltos alemanes; Varsovia, atacada diariamente por la Luftwaffe, estaba apenas resistiendo un ataque terrestre.

El ejército polaco excusó a los residentes judíos de Varsovia de seguir ayudando a preparar los refuerzos defensivos durante Iom Kipur, reconociendo que era un día sagrado para los judíos. Sin embargo —reportaron los periódicos de la época— muchos de los judíos de Varsovia no tenían donde ir, ya que sus casas y sinagogas habían sido destruidas, y en lugar de irse se dirigieron a las barricadas de la ciudad y ayudaron desesperadamente a cavar trincheras defensivas. Las personas en edad combatiente estaban en el ejército; los que quedaban eran ancianos y niños. Juntos, trabajaron fervientemente mientras recitaban el servicio de Iom Kipur.

Los judíos, muchos de ellos ancianos rabinos, recitaron salmos y vidui, la plegaria confesional de Iom Kipur, mientras cavaban las trincheras. Bajo un constante ataque aéreo, los ancianos y los niños en conjunto repetían luego de cada bomba que explotaba un fuerte "¡Shemá Israel!".

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