La Pregunta de Januca

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¿Cuál es un valor judío: ceder o resistir?

El oficial de seguridad de El Al en el aeropuerto de Los Ángeles observó a mi suegra suspicazmente. Ella no podía imaginarse cuál era el problema. El oficial de seguridad miró duramente a mi suegra, estudió su pasaporte, miró nuevamente su cara, ojeó de nuevo su pasaporte, y finalmente llamó a su colega.

"Mira a esta mujer", le ordenó. "Su pasaporte dice que ella tiene casi 90 años. ¿Puede ser eso verdad?".

Al igual que el oficial de seguridad de El Al, siempre me he quedado perpleja con mi suegra, Evelyn.

Visitando Jerusalem a la edad de 88 años, ella concurre diariamente al Muro de los Lamentos, subiendo 135 escalones. Incluso mientras celebramos su cumpleaños número 90 esta semana, ella aún camina a grandes pasos.

Aún más misterioso es su gran popularidad. Cada persona que conoce – no importa cuán distantes son de su edad, geografía, origen – adora a Evelyn. Esto incluye: su joven vecino persa; mi amiga religiosa; el plomero y su esposa; la hija soltera de 40 de su mejor amiga; una joven madre israelí de Austin, Texas, que conoció a Evelyn hace cinco años y continua llamándola cada viernes para desearle "Good Shabbos".

Un domingo Evelyn no contestó el teléfono cuando esperábamos que ella estuviese en la casa. "Yo estaba en una graduación", nos explicó al siguiente día. "Era el hijo de esta una familia italiana. Yo era la única invitada que no era pariente".

¿Cuál es el secreto de la popularidad universal de mi suegra?

La Clave

Recientemente, en una clase sobre la mitzvá de prender velas en Shabat, yo descubrí la respuesta.

Muchas mujeres judías siguen la costumbre de prender una vela por cada integrante de la familia, honrando no sólo al Shabat, sino que también a cada miembro de la familia.

Honrar al prójimo es un valor central en el judaísmo. La Ética de los Padres, nuestra guía de relaciones interpersonales de hace 2.000 años, proclama: "Deja que el honor hacia tus estudiantes sea tan querido para ti como el tuyo mismo, que el honor hacia tus amigos sea como el honor a tu Rabino, y el honor a tu Rabino sea tanto como el honor al Cielo". Y para el matrimonio, el Talmud indica: "Un hombre debe amar a su esposa tanto como él se ama a sí mismo, y honrarla a ella más que a sí mismo".

Da un paso atrás y permite que la realidad de otros prevalezca.

¿Cómo uno realmente honra al prójimo? La clave es considerar su realidad como válida. Usualmente nuestra propia realidad es tan intrínseca para nosotros que desestimamos la realidad de otros como insignificante, defectuosa, distorsionada. Dar un paso atrás, y permitir que la realidad de otros prevalezca, le permite al otro sentir su propia importancia. Esta es la esencia del dar honor.

Y es por esto que todos quieren a Evelyn: ella los honra al validar sus realidades. Cuando ella está con la familia de Bob, su hijo mayor, que se trasladó a San Francisco en los años 60 y se unió al movimiento contracultural, ella aprecia su estilo de vida, lo pintoresco de su casa de Mill Valley con su tina caliente, y el talento de su nuera para hacer alfarería y joyería. Cuando ella está con Leib Iaacov su segundo hijo, en Jerusalem, abraza nuestro camino religioso y admira nuestras elecciones. Cuando Jaim, su hijo menor, que lidera una fundación para el arte, la lleva a una cena formal donde se honra a Pavarotti, ella disfruta la elegancia del evento, se codea con las estrellas, y aprecia la bondad de Jaim al llevarla. ¡No hay dudas del por qué todos la adoran!

Esta validación requiere de ceder mucho de las propensiones y elecciones propias, y plantea un desafío al ego. Se requeriría de un físico para validar la realidad de un hijo adolescente que recibe malas notas en ciencias y que ocupa sus noches rasgueando su guitarra. Se requeriría de una esposa experta en múltiples tareas, para tenerle paciencia a su esposo que no puede quedarse a cargo de cuidar a los niños y recordar sacar el asado del horno al mismo tiempo.

Januca

Validar la realidad del prójimo es la clave para honrar a los demás, lo cual es la clave para la paz en el hogar, y es el significado profundo de la mitzvá de encendido de velas en Shabat.

¡Cuán distintas son las velas de Januca! Januca es la festividad de estar parados firmes y valientemente por nuestras creencias, por no ceder ni un centímetro.

Januca conmemora la histórica victoria de los Macabeos por sobre los griegos. La rebelión judía empezó en el año 167 A.E.C., después de un siglo de hegemonía cultural helénica y una creciente asimilación. En la ciudad de Modiín, las fuerzas griegas ordenaron a los judíos hacer ofrendas a un dios pagano. Un judío sumiso obedeció. Esto encendió el enojo del sacerdote mayor Matatias, que se levantó en armas, matando al judío servil, y guiando a sus cinco hijos y a un puñado de seguidores hacia las montañas para una prolongada guerra contra los griegos y sus seguidores judíos helenistas.

El mensaje de Januca es: Mantenernos en nuestras convicciones religiosas, nunca someternos a la mayoría asimilada, sin importar cuán numerosos o sofisticados sean, y luchar por nuestros ideales.

Entonces ¿cuál es el valor judío: ceder o resistir?

La diferencia sobresaliente entre las luces de Shabat y las luces de Januca son su ubicación. Las velas de Shabat se encienden siempre dentro del hogar. Las velas de Januca deben idealmente ser encendidas afuera, en la entrada de la casa. (Así es como aún hacemos en Jerusalem). Solamente cuando los judíos fueron exiliados hacia la Diáspora se decretó por motivos de seguridad mover las velas de Januca hacia el interior, pero aún ahí deben ser encendidas en una ventana donde puedan ser vistas desde el exterior. La mitzvá de encender velas de Januca es para publicitar el milagro del aceite.

Mientras que las velas de Shabat iluminan el dominio privado del hogar, las velas de Januca son declaraciones para el dominio público.

Cede en el hogar, pero permanece de pié y lucha en el ámbito público.

Similarmente, el lugar para ceder es el hogar, dentro de la familia. El lugar para estar de pié por las convicciones propias es el ámbito público.

Desafortunadamente, a menudo revertimos los dos: Un estudiante judío que teme mantenerse firme frente a su amigo "políticamente correcto" y defender a Israel, se niega a ceder al pedido de su madre de usar una corbata para la fiesta de aniversario de sus abuelos. Una mujer judía que se sienta muda durante un descanso en el trabajo mientras sus compañeras de empleo bromean sobre "judíos tacaños", habla sueltamente y aumenta su elocuencia en su defensa cuando su marido le pide que acueste a los niños a la hora.

El lugar para mantener firme las creencias es en el ámbito público. En el hogar, cede, cede, cede.

Si eres crónicamente lento y a tu pareja le gusta llegar 15 minutos temprano a cualquier lugar, cede. Pregúntate a ti mismo, ¿Cuál es la realidad de ella?", y valídala.

Si eres un derrochador y tu pareja es frugal, cede. Pregúntate a ti mismo, ¿Cuál es la realidad de ella?", y valídala.

Si tu idea de vacaciones es en un hotel de cinco estrellas, y tus hijos quieren ir de vacaciones al parque nacional, pregúntate a ti mismo ¿Cuál es su realidad?", y valídala. Entonces decide qué es mejor para toda la familia.

Pero en el ámbito público, cuando el judaísmo, los judíos o Israel están bajo ataque, ¡párate firme y lucha! Esa es la lección de Januca.

¡Feliz cumpleaños número 90, Mamá!

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