Transformando lo intrascendente en trascendental

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A través de la cuenta del Omer transformamos las ocurrencias esporádicas de nuestra vida en algo valioso.

La mitzvá de contar “el Omer” es una mitzvá bastante extraña. El precepto consiste en contar los días (49 días) y las semanas (7 semanas) desde el segundo día de Pesaj hasta Shavuot, el día de la entrega de la Torá. Contamos cada día por separado, sin embargo, toda la cuenta es una sola gran mitzvá. Es por eso que una persona que olvida por completo contar uno de los días, no puede seguir pronunciando la bendición durante el resto de la cuenta.

¿En qué consiste la mitzvá en términos prácticos? Muy simple. Al comienzo del día (de acuerdo al calendario judío al anochecer) contamos el día, y antes de hacerlo recitamos una bendición:

“Bendito eres Tú Hashem, nuestro Dios, Rey del universo, que nos santificaste con tus preceptos y nos ordenaste contar el Omer”.

La pregunta sin embargo es: ¿Qué significa contar “el Omer”?

Si estamos contando algo ciertamente ese algo no es “el Omer”, el Omer es el nombre del sacrificio que se ofrecía el segundo día de Pesaj, al comienzo de la cuenta, y que en términos prácticos permitía el consumo de los granos de la nueva cosecha. Lo que estamos contando son los días del Omer pero no el Omer en sí mismo. ¿Por qué entonces nuestros sabios se expresaron de esta manera? ¿Qué estamos haciendo realmente cuando realizamos esta mitzvá y qué profundidad se esconde detrás de ella?

La acción de contar

La palabra Omer significa literalmente “gavilla”, aparentemente algo no muy inspirador para contar. Sin embargo, existe un referente halájico en las leyes de Shabat que arroja luz sobre el significado más profundo de esta cuenta.

Dentro de las formas de trabajo prohibidas en Shabat se encuentran las labores del campo, como por ejemplo sembrar, cosechar, etc. Dentro de esta categoría, una de las labores prohibidas se denomina meamer, literalmente “formar gavillas”, o “acopiar”. La palabra meamer comparte la misma raíz que la palabra Omer. Ahora bien, ¿cuál es la esencia de esta prohibición? Si analizamos con detenimiento, veremos que la acción creativa detrás de la prohibición de meamer (formar gavillas) implica tomar fragmentos desconectados (espigas), juntarlos y transformarlos en partes de un todo (una gavilla). Esa es la esencia de la prohibición.

Y esa es precisamente la relación entre formar gavillas y contar el Omer: El hecho de conectar las cosas y transformarlas en un todo.

Cuando contamos el Omer juntamos los días y los organizamos, los conectamos y los transformamos en parte de una cuenta, los transformamos en parte de algo mayor.

Esporádico vs. valioso

La gematria de “Omer” es 310, al igual que la palabra keri que significa fortuito o esporádico. Así mismo, en hebreo, una ocurrencia sin referentes se denomina mikré – un hecho aislado, un acontecimiento que por sí mismo no tiene mucho valor – y esta palabra comparte la misma raíz que la palabra keri.

Ahora bien, si reorganizamos las letras de la palabra keri (kuf, resh, yud) y las ordenamos de otra manera (yud, kuf, resh) podemos formar la palabra iakar, que significa valioso. Algo valioso es algo que tiene continuidad en el tiempo - justamente lo contrario de esporádico.

Los hechos aislados, las relaciones humanas esporádicas, por definición carecen de valor, no tienen afinidad con nada. Sin embargo, cuando un suceso se encadena a otro, y ese otro suceso está relacionado con nuestro pasado, y ese pasado tiene relación con lo que acaba de ocurrir hace un instante, ¡wow!, ahí es cuando realmente sentimos que hay una mano guiando nuestra vida.

¿Cómo pasamos de lo esporádico a lo valioso? En el “Omer” se esconde el secreto del sentido, el mensaje de la Torá de cómo darle valor y sentido a las cosas. En el Omer se encuentra el potencial de transformar lo intrascendente en trascendental.

A pesar de que “las partes” por separado no tienen tanto valor, cuando juntamos las partes de un todo, el todo se transforma en algo valioso. Por ejemplo, una migaja de pan no tiene valor alguno, pero un pan está compuesto de muchas migajas y se transforma en una gran alimento. Un centavo no sirve para nada, pero si juntas un centavo más otro centavo y así sucesivamente, puedes llegar a tener una fortuna.

A medida que contamos el Omer transformamos el keri de nuestra vida, “las cosas esporádicas” en iakar, en “algo valioso”.

Y esa es la esencia de la cuenta del Omer. Cuando unimos los días de nuestra vida estos adquieren un valor agregado, las espigas que por sí mismas no valen nada, cuando se juntan se transforman en algo valioso. La acción de contar el Omer es precisamente eso, tomar los fragmentos, las unidades que por sí mismas no tienen tanto valor y situarlas dentro de un contexto más amplio, dentro de una cuenta, para que de esta manera se transformen en algo valioso.

A medida que contamos los días del Omer, los juntamos, y de esta manera les damos un valor extra, ya no son sólo días, ahora son parte de una “temporada”. A medida que contamos el Omer transformamos el keri de nuestra vida, “las cosas esporádicas” en iakar, en “algo valioso”.

Y es por eso que la “Temporada” del Omer es la época propicia del año en donde podemos avanzar y crecer. La única manera de crecer es sumar, uno, dos, tres, cuatro, etc. No puedes avanzar si los días de tu vida están desconectados, imagínate, uno, uno, uno, uno, etc., ¡simplemente nunca podrás avanzar y crecer!

Preparándonos para la entrega de la Torá

Uno puede percibir equivocadamente que las cosas ocurren de manera fortuita, desprogramadas y desconectadas.

Ocurrencias, ocurrencias y más ocurrencias sin una trama unificadora, dan como resultado una existencia vana. Una vida sin sentido. Y cuando vivimos una vida sin sentido las dificultades son intolerables, los problemas son insuperables, las cosas simplemente pierden su valor ya que no forman parte de un “plan mayor”.

En contraposición a esto, la Torá le da sentido a nuestras vidas. Las “ocurrencias” forman parte de un todo, las dificultades se hacen más llevaderas porque las entendemos dentro de un contexto, el dolor y la alegría tienen un antes, un durante y un después.

¡Y es por eso que la mitzvá de contar el Omer es lo que nos prepara para recibir la Torá!

En términos prácticos, la cuenta del Omer es lo que une la salida de Egipto con la entrega de la Torá. La salida de Egipto no fue solamente un “acontecimiento” en donde Dios nos liberó de la esclavitud y listo, Él nos sacó de Egipto con un propósito, Él nos sacó de Egipto para entregarnos la Torá, y la cuenta del Omer es precisamente lo que vincula estos dos hechos.

Cuando vives una vida de Torá, cada día de tu vida es parte de una cuenta, no existen días “aislados”. Un judío no ve el día de ayer como una realidad desconectada del día de hoy. Y esa es la esencia del crecimiento.

Debemos saber que el “mañana” está conectado al “hoy” y al “ayer”. Debemos ver todos los sucesos de nuestra vida como partes de un todo, en el marco de una cuenta, de un “plan mayor”, y así podremos llegar al final de nuestra propia cuenta de la mejor manera posible, sin perder un solo día.

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