Llamas que susurran: El fuego de Lag B'Omer

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Haciendo uso de las llamas ardientes, la energía espiritual se mete en cada ápice de la creación.

Fuego. Con llamas bailando y saltando, el fuego ilumina el cielo de la noche de Lag B'Omer. Los judíos encienden fogatas para conmemorar la festividad, continuando una tradición comenzada hace cientos de años. Lag B'Omer es el día en el que Rabí Shimón bar Yojai reveló el principal trabajo sobre mística judía, el Zóhar, mediante una explosión de fuego, y es el día en el que murió.

Las llamas de fuego murmuran un mensaje. ¿Cuál es el misterioso significado inherente al fuego?

Para desentrañar el misterio, necesitamos ir 3500 años atrás en el tiempo, hasta el joven Abraham en Mesopotamia, encargado de cuidar el negocio de idolatría de su padre. Miró al cielo, la luna, las estrellas y los cuerpos celestes y llegó a la conclusión de que sería ridículo pensar que ídolos inanimados, hechos por el hombre, tenían control sobre estas cosas. A medida que contemplaba más y más evidencias de sofisticados diseños en el mundo, concluyó que debía haber un Creador que controlaba todo.

Sin embargo, el mundo a su alrededor pensaba de manera diferente, y hasta se unieron y construyeron una torre para “pelear” en contra de su concepción de Dios. Pero cuanto más Abraham veía el mundo, más se daba cuenta de que todo era guiado por la mano del Creador.

El descubrimiento de Abraham se expresa a través de una metáfora que revela el significado más profundo del fuego. Abraham reconociendo a Dios es comparado a un viajero que ve una mansión devorada por las llamas y consecuentemente concluye que la mansión debe tener un dueño. Luego, el dueño de la casa ve al viajero y se presenta a sí mismo. Abraham miró al mundo de la misma manera y concluyó que debía haber un Amo, y ameritó el reconocimiento del Amo (Bereshit Rabá 39:1).

Esta parábola es difícil de entender. Una mansión en llamas es una señal de negligencia más que de propiedad. ¿Qué fue lo que Abraham (el viajero de esta parábola) contempló, que revelaba la existencia de un Amo?

La lengua hebrea (el lenguaje de la creación de acuerdo a la tradición judía) nos da la clave para entender esta metáfora.

Todo objeto o fenómeno físico, además de su realidad física, nos comunica un mensaje espiritual sobre la existencia.

La palabra hebrea para ‘cosa’, la palabra genérica que describe todos los objetos físicos, es ‘dabar’. Dabar deriva de la raíz hebrea ‘dibur’, que significa ‘hablar’. Ésto no es coincidencia. Ésto nos enseña que todo dabar expresa un dibur - un mensaje hablado. Todo objeto o fenómeno físico, además de su realidad física, nos comunica un mensaje espiritual sobre la existencia.

Por ejemplo, una rosa, en un nivel superficial, tiene una fragancia y una forma placentera. Pero la rosa también comunica un mensaje más profundo: una complejidad y una simetría que denotan un diseño inteligente y un Diseñador. El mensaje externo es claro. Sin embargo, el mensaje profundo de un objeto puede ser difícil de captar, y a veces uno necesita desarrollar una sensibilidad antes de poder entender el dibur (el mensaje) que yace escondido en el dabar (cosa).

El fuego de la mansión era una alusión al dibur que hay en todo objeto en el mundo. Abraham vio la mansión - el mundo - en llamas. El fuego es un fenómeno único. Tiene el poder de transformar todo lo que se pone en contacto con él, en fuego. La liberación de la energía latente en el objeto, en forma de llamas, origina un fuego más poderoso. El fuego revela que dentro de todo, además de la función práctica de un dabar - un objeto, yace escondida una energía que, cuando es liberada, revela una luz que no era visible cuando solamente se miraba la función práctica de la cosa. La energía es la metáfora para dibur - el mensaje que hay en cada cosa del mundo.

Abraham fue capaz de observar el mundo y ver el fuego ardiendo. Siendo niño, contempló el sol, la luna y las estrellas y llegó a la conclusión de que eran diseños demasiado sofisticados como para ser un producto del azar. Tenía que haber un Creador, un Diseñador que formó todo en el mundo, y que continuaba controlándolo todo. Para Abraham, el sol sirvió para más que sus funciones externas de dar luz y calor. También transmitió el mensaje de que algo tan asombroso no podía haber llegado a la existencia por sí mismo.

La física enseña las leyes de la entropía. Sin supervisión, las cosas en la naturaleza tienden al desorden, en dirección hacia el caos. Abraham se dio cuenta de que era imposible entender al mundo como el resultado del azar. Para Abraham, todo en el mundo expresaba un significado más profundo: un diseño inteligente y un Diseñador que continuaba guiando Su creación.

Abraham vio la mansión en llamas. Pero las llamas no eran un fuego de destrucción. Representaban, en cambio, la energía escondida en la mansión del mundo, el significado profundo, el dibur, que apuntaba hacia la grandeza del Creador que dio forma a un lugar así. Las llamas metafóricas murmuran que en adición a la función simple de todo dabar en el mundo, yace un significado más profundo que apunta hacia Dios, para aquellos como Abraham que tenían los ojos para verlo.

No es raro que conmemoremos a Rabí Shimón bar Yojai con fuego. Rabí Shimón vivió en ambas áreas al mismo tiempo; en el mundo de lo físico como lo conocemos, y en la esfera en la que la espiritualidad que hay en todo lo físico, su dibur, está a la vista. Para Rabí Shimón, el mundo estaba en llamas con energía espiritual, colmado de llamas de fuego murmurando mensajes sobre nuestro Creador. Tampoco es raro que Rabí Shimón nos haya revelado el Zóhar, el libro del significado místico interno que yace en cada cosa.

Lo de antaño, lo místico y lo espiritual tienen una aplicación práctica en los tiempos modernos. El desafío práctico de Lag B'Omer es ver la energía potencial en todo objeto y en toda persona, en lugar de ser engañados por la fachada de lo externo.

La espiritualidad y la providencia están en todos lados, aún para nosotros que no somos Rabí Shimón. Sin embargo, es muy fácil extinguir las llamas del significado interno al cubrir cualquier chispa de vida y atribuir todo a la casualidad.

Lag B'Omer nos invita a observar en profundidad y a oír la transmisión constante que existe en toda la creación. Las llamas de Lag B'Omer nos llaman y nos susurran que hay mucho más en cada persona y en cada objeto que lo que el ojo ve, que uno nunca debería darse por vencido aún si la situación parece desesperada. Mira más allá de lo superficial y reconoce esferas más profundas de existencia; llega a mundos que no pueden ser vistos o tocados, pero que son tan reales como el mundo en el que vivimos.

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