Cómo podemos realizar milagros hoy en día

09/04/2023

3 min de lectura

Dios dividió el mar. ¿Qué milagro podemos hacer nosotros?

Imagina lo siguiente: los egipcios te persiguen y el mar está frente a ti. No hay dónde escapar. En el momento en que todo parece perdido, el mar se divide repentinamente frente a tus ojos. ¿Qué clase de reacción tendrías?

Ahora imagina que un extraterrestre visita la Tierra y ve tanto la partición del mar como el nacimiento de un bebé. ¿Cuál de las dos cosas crees tú que él (o ella... o eso...) consideraría un milagro mayor?

El asombroso desarrollo y nacimiento de un nuevo ser humano a partir de otro parece ser más impresionante que dos masas de agua moviéndose en direcciones opuestas. Pero estamos acostumbrados a la idea de dar a luz, no importa cuán "milagrosa" sea. Para nosotros, lo que hace que algo sea increíble y milagroso es que se rompan las leyes de la naturaleza; que la naturaleza física no siga su curso. Eso es un milagro a nuestros ojos.

Curiosamente, cuando cantamos acerca de la apertura del mar en el rezo de Halel, el Salmo dice que el mar 'huyó', vaianós en hebreo. Esa es una forma muy peculiar de describir el evento. Y lo que es aún más extraño es que la misma palabra se utiliza en la Torá para describir el comportamiento de Iosef.

Cuando Iosef llegó a Egipto después de que sus hermanos lo vendieran, él se convirtió en esclavo de un aristócrata llamado Potifar. La esposa de Potifar intentó seducirlo. Ella se cambiaba la ropa varias veces durante el día para exhibir su cuerpo, e incluso amenazó con poner lanzas metálicas calientes en los ojos de Iosef a menos que éste la mirara desnuda. Un día, la casa estaba vacía y la esposa de Potifar puso enorme presión sobre Iosef. La tentación de ceder estaba llegando a un punto de ebullición. Y el versículo dice: “Ella lo cogió por sus ropas, diciendo: '¡Duerme conmigo!’. Y él dejó sus ropas en las manos de ella y huyó (vaianós) y salió hacia afuera” (Génesis, 39:12).

¿Por qué la partición del mar es descrita con la palabra "huyó", de la misma forma en que la Torá describe que Iosef "huyó"? Debe haber alguna conexión entre ambos eventos.

Recién explicamos que según nosotros, ante nuestros ojos, un milagro ocurre cuando la naturaleza física no sigue su curso. ¿Pero qué hace que algo sea milagroso ante los ojos de Dios? La manipulación de la naturaleza no es algo impresionante para Dios; ¡para Él es fácil hacerlo!

Ante los ojos de Dios, un milagro es cuando los seres humanos van en contra de su naturaleza. Y eso es exactamente lo que hizo Iosef. Tal como el mar "huyó" y actuó en contra de su naturaleza física —creando de esta manera un milagro—, asimismo cuando Iosef "huyó" de la esposa de Potifar fue en contra de su propia naturaleza y realizó un milagro humano. Cuando Dios ve a una persona superando sus impulsos negativos, los cuales son parte de su naturaleza, ¡eso sí que es impresionante! ¡Huau! De hecho, el Talmud dice: "¡Deberías haber visto la conmoción que hubo en los cielos cuando Iosef hizo lo que hizo!".

Cuando elegimos luchar en contra de la flojera, en contra del enojo, o en contra del sucumbir ante nuestros propios deseos y superamos así nuestras inclinaciones naturales, estamos realizando un verdadero milagro. Cuando enfrentamos los desafíos de la vida, tenemos la oportunidad de elevarnos a través de nuestras elecciones. Los desafíos nos ayudan a elevarnos un paso más allá de nuestra naturaleza, y cuando hacemos esto, alcanzamos un logro espiritual que está fuera de este mundo.

El Midrash dice que en el instante en que el mar vio el ataúd de Iosef que era transportado por el pueblo judío cuando salieron de Egipto, recordó cómo Iosef huyó de la esposa de Potifar y, por el mérito de uno de uno de los mayores milagros humanos —el milagro realizado por Iosef— Dios respondió realizando uno de los mayores milagros naturales de la historia y abrió consecuentemente el mar.

En la medida en que nos movamos más allá de nuestro estado natural y traigamos a Dios conscientemente a nuestras vidas, determinaremos cuánto se relacionará Dios con nosotros de una forma abierta y milagrosa. Cuando nosotros realizamos nuestros “propios milagros”, entonces Dios realiza milagros por nosotros.

La palabra para ‘milagro’ en hebreo es nes, y la palabra hebrea para ‘desafío’ es nisayón. Ambas provienen de la misma raíz porque el concepto es el mismo. Un milagro se trata de tomar un desafío e ir en contra de nuestra propia naturaleza. Puede que no seamos capaces de partir el mar o de realizar milagros físicos, pero sí podemos realizar nuestros propios milagros personales por medio de superar nuestros impulsos negativos y hacer lo que es correcto.

El Talmud pregunta: “¿Quién es fuerte?”. La respuesta es “aquel que se sobrepone a sus deseos” (Ética de nuestros padres 4:1). Ese es el verdadero desafío humano. Ese es el verdadero desafío de la vida.

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