Purim: Oscuridad antes del amanecer

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Purim nos enseña a confiar en Dios aun cuando nos vemos devorados por la oscuridad y la duda.

En la historia de Purim, los eventos parecen estar llegando a su fin cuando Ester se acerca al rey Ajashverosh para rogarle que salve a su pueblo, de pronto, ocurre algo muy extraño. Ester invita al rey y a Hamán a una fiesta, ¡y en la fiesta los invita a otra fiesta! Recién en la segunda fiesta ella acusa a Hamán como el villano que está a punto de destruir a su pueblo, ocasionando de ese modo el famoso "cambio radical" en el transcurso de la historia.

¿Por qué Ester no delató a Hamán en la primera fiesta? ¡Termina de una vez por todas con el asunto! ¿Por qué invitarlos a otra fiesta y prolongar la agonía?

Ester era una mujer inteligente. Debe haber tenido alguna estrategia en mente.

"¿Dónde hay una alusión a Ester en la Torá? Y he aquí que Yo me esconderé, realmente esconderé (haster astir) Mi rostro de ellos en ese día" (Talmud, Julín 139b).

El nombre de Ester viene de la raíz "hester" - ocultamiento. La Meguilá de Ester es conocida por ocultar la presencia de Dios, al punto que el nombre de Dios no es mencionado ninguna vez en todo el texto.

Cuando leemos la historia, es natural pensar que aunque las cosas en la superficie parecían un poco azarosas, Mordejai y Ester sabían todo el tiempo que ocurriría un milagro y que Dios estaba detrás del escenario, orquestando los eventos para formar un hermoso tapiz de orden y significado.

Pero, después de un estudio más profundo, emerge un entendimiento diferente. Ester y Mordejai tampoco fueron capaces de percibir la Presencia Divina escondida entre la oscuridad de los eventos. Estaban devorados en una terrible sensación de angustia y desconcierto a lo largo de todo el relato, experimentando una distancia de Dios que nunca los abandonó completamente. Mordejai estaba muy preocupado.

 Y cada día, Mordejai caminaba enfrente de la corte de la casa de las mujeres (Ester 2:11).

 Mordejai era uno de los cuatro tzadikim (personas justas) a quienes se les había revelado una pequeña pista acerca de los futuros acontecimientos. Él dijo: "¿Acaso puede ser que esta mujer justa esté casada con un hombre incircunciso? Debe ser que una gran catástrofe le acontecerá a Israel y ellos serán salvados a través de ella". (Torá Temima, Ester 2:11).

La única pista que Mordejai tenía era el conocimiento de que su sobrina, virtuosa y pura, tenía que atravesar la horrible experiencia de vivir en un harem y terminar casándose con un rey persa hedonista y malvado. Algo tan terrible como esto debía tener algún significado. Este significado enmascarado es la única pista que él recibió. No profecías, sólo una pista.

Ester ni siquiera recibió esa pista.

Desesperación y duda

Cuando Mordejai le suplicó a Ester que se acercara a Ajashverosh y le rogara abolir el malvado decreto de Hamán, ella no pensó en lo absoluto que era un buen plan. Ester no sentía el apoyo de Dios. Ella ciertamente no sentía la providencia divina guiando los eventos. De acuerdo al orden natural de las cosas, alguien que se acercaba al rey sin una invitación recibía pena de muerte. ¿Cómo podría ir ella sin ser anunciada? Eso es lo que pensó Ester.

 Y el rey no me ha llamado en los últimos treinta días (Ester 4:11).

De acuerdo al Zohar (3:109), cada vez que "el rey" es mencionado sin el nombre Ajashverosh, un significado más profundo puede ser inferido acerca del Rey de Reyes (Dios).

Dios no había llamado a Ester en los últimos treinta días, a pesar de que era una profetisa. Ella no había experimentado la cercanía de la Presencia Divina en mucho tiempo. Ella no sentía el apoyo de Dios en este plan, no sentía que era lo correcto. Esta era su gran duda.

Mordejai, sin embargo, estaba seguro de que Dios no abandonaría a Su pueblo. Mientras que Ester estaba sumergida en la oscuridad y la duda, Mordejai estaba seguro y tenía un enfoque que era aplicable en todos los casos:

Si tú callas ahora, la salvación y la redención para el pueblo judío vendrán desde otro lugar, y tú y la familia de tus padres estarán perdidos... (Ester 4:14)

Dios salvará a su pueblo. Sin importar cómo. Incluso si no lo merecen. Ante la desesperación, todo lo que podemos hacer es confiar en Dios y Él cumplirá como una consecuencia directa de nuestra confianza en Él.

Mordejai le estaba enseñando a Ester una nueva manera de pensar – un nuevo enfoque para los momentos de oscuridad. Así como cuando el pueblo judío abandonó Egipto, ellos se dirigían al mar y los egipcios los seguían de cerca. Dios le dijo a Moshé: "¿Para qué me lloras a Mí? ¡Diles que se muevan!". Dios les enseñó esta lección para la eternidad: Cuando te enfrentes a una crisis insuperable, no llores o reces, sólo muévete, confía en Mí, entra al mar con confianza, y cuando Yo vea ese acto de fe, actuaré con amabilidad y te salvaré.

Ester era una alumna astuta. Sin embargo, ella todavía se sentía muy distante de Dios:

Cuando Ester fue a ver a Ajashverosh, ella sintió una aguda lejanía de la Presencia Divina. Ella dijo: Mi Dios, mi Dios, ¿por qué me dejaste? (Talmud, Meguilá 15b).

Pero en un nivel intelectual, ella había recibido una directiva: Actúa como si estuvieses segura de que habrá salvación. Ve y espera un milagro, arriesga tu vida por el pueblo judío. La confianza es la clave.

El entendimiento de Ester fue más allá de Mordejai, ella entendió la situación extrema y lo mal que estaba el pueblo judío. Ella se dio cuenta de que debía idear un plan para incrementar la confianza de toda la nación judía. No sería suficiente visitar al rey esperando ser salvada solamente por su propio mérito.

El plan de Ester

 Ve, reúne al pueblo judío y ayunen por mí: No coman ni beban por tres días y noches... y entonces yo iré al rey, y si esto me lleva a la muerte, pues que así sea. (Ester 4:16).

El pueblo judío ayunó y rezó durante tres días, pero Ester sabía en el fondo que ellos posiblemente no habían alcanzado la completa confianza en Dios que era necesaria.

 ¿Por qué Ester invitó a Hamán (a la fiesta)? Ella pensó: No vaya a ser que ellos digan "tenemos una hermana en el palacio", y por lo tanto no le pedirán a Dios misericordia (Talmud, Meguilá 15b).

¡Ester decidió engañar a sus hermanos judíos dando la impresión de que ella estaba aliada con el enemigo!

¡Imagina la desilusión devastadora que experimentó todo el pueblo judío cuando escucharon que, después de tres días de ayunar y rezar para que su "hermana en el palacio" tuviera éxito en revocar el decreto, ella había invitado al malvado Hamán a una fiesta! Además, ¡no consiguió nada en aquella fiesta, solamente se había planeado otra fiesta! ¡La reina Ester estaba socializando con su archienemigo!

El resultado lógico después de este giro inesperado en los eventos sería la pérdida de fe en cualquier otro tipo de agente o salvador. Ellos entenderían que solamente Dios puede traer la redención. ¡No había otra posibilidad! En resumen, el pueblo judío recobraría su confianza en Dios.

Este era el ingenioso plan de Ester. Durante la primera fiesta, todavía no era un buen momento para la redención, la nación aún no merecía un cambio radical. ¡Ellos debían alcanzar un estado de pánico primero para poder rezar con efectividad! Solamente esa noche, mientras Ajashverosh daba vueltas en la cama, y Hamán con alegría planeaba el fallecimiento de Mordejai, los llantos del pueblo judío alcanzaron un crescendo y penetraron en los cielos. La marea finalmente comenzó a cambiar.

A la mañana siguiente, cuando Ester escuchó acerca del nuevo estatus de Mordejai y de su cabalgata por la ciudad (liderada por Hamán), ella se sintió confiada de que el pueblo judío había hecho todo lo que estaba en sus manos, que las escalas espirituales estaban inclinadas a su favor y que ahora sí tendría éxito en su misión.

Ester: En la oscuridad hasta el final

Para Ester sin embargo, hay una sensación palpable de que Dios simplemente no está ahí. Su tragedia personal no alcanza un final completamente feliz. Su sacrificio es evidente y lo hace solamente por el bien del pueblo judío.

 Y si esto me lleva a la muerte, pues que así sea. En este mundo y en el mundo venidero (Rashi).

El Talmud (Meguilá 15a) nos dice que cuando Ester fue donde Ajashverosh para suplicarle por su pueblo, ella estaba decidiendo tener una relación con él, y así, de acuerdo a la ley judía, estaba sellando su destino con un hombre malvado no judío, física y espiritualmente. Ella no tenía ninguna esperanza de retornar a un estilo de vida judío normativo, a un matrimonio sagrado (de acuerdo a la Tradición Oral, Ester estaba casada con Mordejai) y a una vida de santidad.

Para un judío, esto es lo más difícil de tolerar, el sentimiento de ser separado de Dios, aun cuando intelectualmente ella sabía que Él estaba ahí y que era la única alternativa. Y aun así, Ester voluntariamente arriesgó su vida, depositando su confianza en el Todopoderoso para traer el arrepentimiento y la consecuente redención para toda la nación judía.

 Y los judíos tuvieron luz y felicidad y alegría y honor (Ester 8:16).

 La lección que Ester nos enseñó resuena eternamente:

 "Todos las escrituras sagradas dejarán de ser recitadas durante la era mesiánica, excepto el Libro de Ester. Al igual que el Pentateuco y la Torá Oral que nunca cesarán" (Rambam, Meguilá 2:18).

¿Cuál es la lección de este libro que nunca perderá su relevancia, aun cuando todos los otros problemas de la nación judía se desvanecerán?

El Rabino Itzjak Hutner, en su libro Pajad Itzjak, explica con una hermosa metáfora: Existen dos formas de reconocer a un amigo en la oscuridad. Una forma es utilizar una linterna. La otra forma es reconocerlo utilizando otros sentidos además de la vista para percibir su presencia. Cuando el sol suba, el que usó su linterna no la necesitará más y la dejará a un lado. Pero el que se entrenó a si mismo para percibir a su amigo de otra forma en lugar de usar una linterna, ha adquirido un conocimiento y un entendimiento más profundo acerca de su amigo, y la relación, aun en la luz del día, inevitablemente mejorará como resultado.

Así también, nosotros (el pueblo judío) hemos pasado milenios esforzándonos para reconocer a Dios de otras formas. Dejar Egipto fue una linterna, las diez plagas y los eventos milagrosos nos enseñaron lecciones invaluables acerca del Rey de Reyes. Y aun así, cuando el sol suba y el Mesías llegue, la revelación y la claridad serán tan intensas que todas las fiestas y los escritos que conmemoran aquellos eventos serán tenues en comparación.

Purim, por el otro lado, fue una historia en la que ninguna luz se encendió. Los héroes y la nación completa, tuvieron que andar a ciegas tropezando en la interminable oscuridad. Tuvieron que entrenarse a sí mismos lentamente para relacionarse con Dios de una forma diferente.

Desarrollar una confianza en Dios a pesar de los terribles decretos, de la ausencia de méritos y de un aparente abandono de la Presencia Divina, requirió un entrenamiento de tal magnitud que permanecerá por siempre en la conciencia de nuestro pueblo, aun cuando amanezca y la historia alcance su brillante destino final.

  "Todas las festividades cesarán excepto Purim, como está escrito: Y su memoria no cesará de entre sus descendientes" (Ester 9:28) (Midrash, Yalkut Shimoni, Mishlé 9).

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