Stalin y el milagro de Purim

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Stalin tenía planes para asesinar a millones de judíos rusos. Pero como pasó con Hamán, de repente todo se dio vuelta.

Las festividades judías no son simplemente una conmemoración de un evento en el tiempo. La época del año en la que ocurrió un milagro es un tiempo oportuno para la concepción de ese milagro. Al acercarnos a la festividad de Purim, entramos a una zona temporal en la que todos los “Hamanes” del mundo pueden caer y es posible que surja la redención judía. La muerte y la caída de Stalin es un ejemplo de una milagrosa y no relatada historia moderna de Purim.

Josef Stalin, el tirano de la Rusia comunista apodado el invencible “hombre de acero”, que asesinó aproximadamente a 20.000.000 de su propio pueblo, odiaba particularmente a los judíos. Después de la Segunda Guerra Mundial, su campaña antisemita se volvió más agresiva y pública. En 1947, su objetivo fueron miles de científicos, políticos e intelectuales judíos, a quienes despidieron de sus puestos, humillaron, arrestaron y torturaron. El infame “Complot de los médicos” de Stalin, en el cual fueron arrestados seis médicos judíos y torturados hasta hacerlos confesar, comenzó con la difusión de rumores en los medios controlados por Stalin respecto a que los médicos judíos estaban envenenando a los niños rusos inyectándolos con difteria y asesinándolos en las guardias de los hospitales (Daily Mail, National Journal, 2003).

Después de difundir al público sus tóxicos rumores sobre los judíos, Stalin siguió adelante con sus planes para eliminar entre dos y cuatro millones de judíos rusos, deportándolos a las regiones heladas e inhabitables de Rusia y dejándolos morir de hambre, hipotermia y enfermedades. Un artículo del National Journal del 2003 reporta sobre documento recientemente descubierto que probaba que en febrero de 1953 Stalin comisionó la construcción de cuatro campos en Kazakhstan, Siberia y el Ártico Norte. La conjetura sobre los planes genocidas de Stalin fueron confirmados por P.K. Ponomarenko, embajador soviético en Polonia, en un artículo en el periódico francés Paris-Soir.

Batia Barg, en su autobiografía Una voz en el silencio, relata: “Una semana antes de Purim de 1953… los rostros judíos estaban lejos de verse alegres. En las estaciones de trenes de toda Rusia fueron requisados los vagones para transportar enormes caravanas de judíos hacia el exilio y a una muerte lenta. Fuentes confiables confirmaron que la expulsión comenzaría el seis de marzo, unos pocos días después de Purim”.

Dios ayudará… Stalin es un simple mortal… Nadie puede saber qué pasará con él dentro de media hora.

Rav Itzjak Zilber, otro héroe judío y autor de la autobiografía Permanecer judío, recuerda este momento clave durante el cual estaba prisionero en la helada región de Siberia. Después de que Rav Zilber leyera el Libro de Ester que relata el milagro de Purim a un grupo de prisioneros judíos, un prisionero le dijo: “¿Quién necesita tus historias sobre lo que ocurrió hace 2.500 años? Dime, ¿dónde está Dios ahora? No es suficiente que Hitler exterminara seis millones, acá están por hacer lo mismo con otros tres millones. ¿Acaso no ves los trenes y las barracas que ya han construido (con este propósito)?”. Rav Zilber respondió sin miedo: “Es cierto, nuestra situación es difícil, pero no te apresures a dar un discurso fúnebre. También Hamán envió sus órdenes a 127 provincias. Dios ayudará… Stalin es un simple mortal… Nadie puede saber qué pasará con él dentro de media hora”.

La Agencia Telegráfica Judía dice que esa noche de Purim, unos pocos días antes del juicio a los médicos judíos, y sólo media hora después de que Rav Zilber predijera el destino vulnerable del dictador, Stalin “colapsó en un ataque de ira” durante una reunión en la cual quienes lo apoyaban expresaron oposición a su malvado plan. Ese Purim fueron liberados miles de prisioneros judíos. Josef Stalin murió el 5 de marzo, unos pocos días más tarde, para el gran alivio de los judíos rusos. “Hasta el día de hoy me ahoga la emoción cada vez que pienso en esos milagros de Purim”, dijo la señora Batia Barg.

Que cada año sigamos experimentando los milagros de nuestras festividades.

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