La carta más importante que escribirás

3 min de lectura

Un maravilloso ejercicio que todos deberíamos hacer para prepararnos para las Altas Fiestas.

Durante los últimos 15 años la Dra. V. J. Periyakoil se dedicó a geriatría y atención paliativa. Ella mantuvo numerosas conversaciones con sus pacientes hacia el final de sus vidas y la emoción más común que ellos manifiestan es el arrepentimiento. Lamentan no haber dicho nunca a las personas que amaron cuánto las querían. Lamentan no haber hecho las paces con sus amigos. Lamentan no haber tenido el coraje de perdonar a los demás y de pedir perdón.

Uno de los pacientes de la Dra. Periyakoil era un soldado veterano que había vivido una vida tranquila y orgullosa, prácticamente vacía de emoción. Cuando él estaba moribundo, su esposa pasaba horas sentada a su lado, mirando cómo él miraba televisión. Ella le dijo a la médica que durante los más de cincuenta años que llevaban casados, su esposo nunca fue demasiado conversador. Pero cuando este veterano de guerra enfrentó su propia muerte, comenzó a conversar con la Dra. Periyakoil.

Él le dijo cuánto lamentaba no haber pasado más tiempo con su esposa, a quien amaba profundamente y habló sobre lo orgulloso que estaba de su hijo, quien había seguido los pasos de su padre. Pero cuando la Dra. Periyakoil comentó estos sentimientos con su esposa y con su hijo, ellos la miraron sorprendidos. Le agradecieron por su gentileza, pero insistieron en que el paciente nunca hubiera dicho algo así.

Un día, la Dra. Periyakoil le preguntó a este hombre si podía grabarlo cuando hablaba sobre su familia y luego hacer escuchar esa grabación a su esposa y a su hijo. Él estuvo de acuerdo y la médica les entregó a la esposa y a su hijo la carta grabada, lo cual los hizo llorar. Este hombre nunca había sido capaz de decirle a su esposa directamente cuánto la amaba, pero fue capaz de grabarlo.

Esta emotiva experiencia le dio a la Dra. Periyakoil la idea de comenzar con el Proyecto de Stanford de la Carta a Amigos y Familia. Se trata de una plantilla gratuita disponible en ocho idiomas en med.stanford.edu/letter, que permite a quienes la completan expresar su perdón, arrepentimiento y gratitud.

La carta ayuda al escritor a completar siete tareas de revisión: reconocer a las personas importantes en su vida, recordar momentos significativos, pedir perdón a aquellos a quienes se ha lastimado, perdonar a quienes nos han herido, y decir “gracias”, “te amo” y “adiós”.

Una persona completó la carta y le escribió a su esposa: “Lili, desearía haberte amado más”. Otros escribieron a sus hijos cosas que nunca antes fueron capaces de expresarles. Algunos participantes se disculparon, como un padre que le dijo a su hija: “Lamento no haber estado disponible para ti mientras crecías”. Otros perdonaron a personas tanto por préstamos no devueltos como por insultos del pasado.

También hay un modelo de carta para aquellos que están sanos. La carta no tiene que ser compartida y algunas personas la utilizan como un legado de vida que continúan actualizando a medida que pasa el tiempo. Esta carta me recuerda el trabajo que debemos hacer durante este mes de Elul:

Revisar nuestras vidas y nuestras relaciones:

  • Perdonar a los demás y pedir perdón.

  • Reconocer a las perdonas importantes en nuestras vidas y agradecerles.

  • Pensar en momentos importantes y significativos que nos llevaron hasta donde nos encontramos actualmente.

  • Tener el coraje de decir: “gracias”.

  • Tener el coraje de decir: “te amo”.

Y, finalmente, medirnos con algo en lo cual muchos no queremos pensar: el “adiós”. ¿Quién quiere pensar en la muerte cuando está sano? ¿Quién desea aceptar que nuestro tiempo es limitado, que nadie sabe cuánto tiempo más vivirá? Muchos no queremos pensar, mucho menos escribir, cómo nos despediremos de aquellos a quienes amamos.

En muchas formas es demasiado doloroso pensar cómo despedirnos de esta vida, de nuestra oportunidad de efectuar aquí un cambio, de los seres amados que dejaremos atrás. Pero tal vez esta última parte de la carta es el repaso más importante que debemos efectuar sobre nuestras propias vidas. Porque cuando podemos expresar aquello por lo cual deseamos ser recordados, nos recordamos a nosotros mismos para qué estamos viviendo. Cuando aceptamos que un día también nosotros deberemos rendir cuentas por nuestras vidas, no damos por obvias las oportunidades de cada día. Podemos observarnos honestamente, mirar lo que hacemos, en quién nos convertimos y las conexiones que establecimos o no logramos entablar.

Las palabras de una de las personas que completó esta carta siguen resonando en mis oídos: “Desearía haberte amado más”. No puedo imaginar lo doloroso que debe haber sido escribirlo unos días antes de morir. ¿Acaso a veces no deseamos todos lo mismo, haber amado más y criticado menos? ¿Haber seguido nuestros sueños? ¿Haber perdonado y ser perdonados? ¿Haber dicho gracias y haber aprendido a decir adiós?

Una carta de repaso de vida probablemente sea la carta más importante que cualquiera puede llegar a escribir. La parte más difícil es juntar el coraje para empezar a hacerlo.

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