Una breve guía para una “nueva cabeza”

3 min de lectura

Tres maneras de abandonar la confusión y sentirse más cerca de Dios.

Al acercarse las Altas Fiestas, es natural comenzar con las grandes preguntas, como por ejemplo: ¿Quién soy? ¿Qué hago con mi vida? ¿Por qué existe el mundo? ¡Dios no necesitaba crearlo!

Rosh HaShaná no sólo significa un “nuevo año” sino también una “nueva cabeza”. ¿Qué no daríamos por una nueva cabeza? Un nuevo enfoque para navegar el fantástico y misterioso "cofre del tesoro" que habitamos.

En el espíritu de la festividad, aquí hay una breve guía para obtener una “nueva cabeza”.

Comencemos con una verdad simple pero profunda: la mente cree pero el alma sabe.

Tratemos de visualizar la diferencia.

Imagina un submarino inmerso en el agua, lejos de la claridad de la tierra seca. ¿Cómo ve el submarino más allá de sí mismo? Cuenta con un periscopio que sale de la parte superior del submarino, emerge fuera de la superficie del agua y desde allí la gente que está en el submarino puede ver lo que ocurre en el exterior.

Lo mismo ocurre con nosotros. Nuestro cuerpo es el submarino. Estamos rodeados por un mundo en el cual Dios está oculto. En hebreo la palabra olam (mundo) tiene la misma raíz que neelam (oculto). Esto se debe a que Dios está oculto en este mundo.

Nuestra alma es como el periscopio. Ella trasciende el ocultamiento de este mundo y ve a Dios. En consecuencia, nuestra alma no tiene que creer, ella sabe con claridad y certeza que Dios existe.

La pregunta es: ¿Cómo puede la mente, que está impregnada por la confusión de este mundo, lograr el mismo nivel de claridad que tiene el alma y también llegar a saber?

Aquí hay un plan de tres pasos basado en la sabiduría de la Torá.

Primer paso: Ver

Observa cómo está escrito el Shemá en el libro de plegarias. Aquí hay algo profundo. La última letra en hebreo de la palabra Shemá (escucha/entiende) y la última letra de la palabra Ejad (Uno) tienen una tipografía de mayor tamaño. Nuestros Sabios enseñan que si unimos estas dos letras, ellas forman la palabra ed (testigo). Si las invertimos, forman la palabra da (sabe), como en el versículo: “Sabe ante Quién te encuentras”.

En otras palabras, si somos “testigos” (ed) de la forma maravillosa en que Dios interactúa con el mundo que nos rodea (eclipses solares, bebés, helados, cataratas, increíbles coincidencias e incluso internet, por nombrar algunas pocas cosas), entonces llegaremos a “saber” con certeza a Quién pertenece la totalidad de la creación.

Segundo paso: Hacer

Cuando aceptamos la Torá en el Monte Sinaí efectuamos una sorprendente declaración. Le dijimos a Dios: “Haremos y escucharemos”, en hebreo: naasé venishmá. Cuando Dios oyó esta declaración. Se maravilló y preguntó: “¿Quién les reveló el secreto de los ángeles?”.

¿Qué era tan sorprendente? Con estas palabras, “haremos y escucharemos”, el pueblo judío se comprometió a hacer las mitzvot antes de saber de qué se trataban. El Rebe de Kotzk escribió que hacer primero y escuchar la explicación después se asemeja a subir una escalera. Primero hacemos la mitzvá. Al hacerla, la santidad que resulta nos eleva a un nivel espiritual superior y desde ese lugar, con mayor claridad, ahora podemos escuchar la Torá de una forma más profunda. (A propósito, en hebreo la palabra Sinaí y la palabra que significa escalera tienen el mismo valor numérico o guematria).

Este proceso se repite una y otra vez. Mientras más hacemos, mejor escuchamos, y en consecuencia alcanzamos niveles mayores de claridad espiritual. De esta forma, somos capaces de transformar la creencia de la mente en el conocimiento que el alma tiene de Dios.

No me parece que los dos primeros pasos puedan funcionar sin el tercero. Pero es posible que el tercer paso funcione sin los dos primeros.

Tercer paso: Amar

El profeta Hoshea dice: “Te desposaré con fe y conocerás a Dios”. Todo el secreto de transformar la fe en conocimiento está en las primeras palabras: “te desposaré”.

Si nuestra fe surge de un lugar de amor, entonces llegaremos a conocer a Dios.

¡Huau!

El amor es la fórmula secreta. A través del amor, dos opuestos pueden volverse uno. Todo lo demás desaparece. (A propósito, en hebreo las palabras “amor” y “uno” tienen el mismo valor numérico).

Sorprendentemente, en la Torá la primera palabra después del Shemá es Veahavta, ¡debes amar! Dios nos dice que si queremos revelar Su unicidad tenemos que amarlo con todo el corazón, con toda nuestra alma, con todo nuestro meodeja.

Meodeja suele traducirse como fuerzas o dinero, pero literalmente significa con todo tu “mucho” (meod). ¿Cómo servimos a Dios con “todo nuestro mucho”? Tomando el "fuego" de nuestro corazón, las cosas que más nos apasionan en la vida, y utilizándolas para servir a Dios.

Se acerca Rosh HaShaná. ¡Nuestras nuevas cabezas están por llegar! Si deseamos el "último modelo", uno en el cual nuestra mente tenga la misma claridad que nuestra alma, entonces es necesario ver, hacer y, sobre todo, amar.

Shaná Tová.

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