El balance entre el temor y el amor en el contexto de la religión judía

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Dios le dijo al pueblo judío que pusieran un límite alrededor del Sinai. Más que una cerca de madera blanca, esto representa en realidad un concepto espiritual profundo.

Muchas personas desearían escuchar a Dios hablar, cuanto más directamente, mejor. ¿Qué experiencia trascendental puede haber mejor que esa?

Sin embargo, hoy en día, mientras deambulamos por el "desierto espiritual" de nuestros tiempos modernos, sentimos la falta de comunicación con Dios. Si tan solo Dios se revelara ante nosotros, tal vez podríamos poner fin al conflicto interno y eliminar todas las dudas.

Pero interesantemente, después de escuchar a Dios hablar en el Monte Sinaí, el pueblo judío le dijo a Moshé: "Habla tú con nosotros, pero que Dios no nos hable directamente, no sea que muramos..." (Éxodo 20:16)

¿Cómo pudo la generación que tuvo la oportunidad de hablar directamente con Dios elegir no hacerlo?

Además, ¿de qué muerte tenían miedo? Los judíos habían alcanzado el quincuagésimo nivel de pureza espiritual, el nivel en el cual todos los rastros del mundo físico, incluso la muerte, quedan atrás. Habían alcanzado el nivel de Adam antes del pecado y estaban libres de la inclinación al mal que todos nosotros tenemos dentro, el famoso yetzer hará. Como dice el Talmud (Shabat 146a): "...Cuando Israel estaba de pie en el Monte Sinaí, la impureza (que la serpiente había traído al mundo a través de Eva) terminó".

¿De qué tenían miedo y por qué?

El legado de Abraham

En la Amidá, la plegaría que rezamos a diario, comenzamos con la bendición: "Bendito eres Tú, Dios, Escudo de Abraham". Los sabios dicen que la bendición es  precisamente "Escudo de Abraham", y no de Itzjak o Iaacov, por razones específicas.

Según el rabino Naftali Amsterdam, Abraham necesitaba más protección que los demás. Abraham, cuyo rasgo central era la bondad (jésed), siempre estaba ayudando a los demás. No hacía distinción entre aquellos que eran sinceros y aquellos que engañaban como modo de vida. Incluso intentó interceder por la gente de Sodoma. Como resultado, constantemente estaba expuesto a influencias negativas que, incluso con su grandeza, no pudo superar completamente. Por lo tanto, requería una protección especial de Dios.

Irónicamente, ¡el objetivo de Abraham de cuidar a los demás podría haber resultado en su alejamiento de Dios! El mismo rasgo que lo llevó a la grandeza también contenía el potencial de su caída. Como dice el Talmud (Avot 1:7): "Aléjate de un vecino malo; no te asocies con el mal".

Así como la bondad puede crear circunstancias que finalmente tienen un efecto negativo, también puede hacerlo el amor. Como dice el Talmud Yerushalmi (Brajot): "Si una persona actúa por amor, entonces no odiará. Si actúa por miedo, entonces no se rebelará. Pero si actúa por amor, entonces puede rebelarse".

El amor crea apego, pero no garantiza lealtad. Un corazón "abierto" no hace distinciones y, al final, puede buscar encontrar virtud incluso donde no existe. Aunque la razón para amar pueda ser sincera, las consecuencias pueden ser fatales.

Acercarse demasiado

El rabino Eliyahu Dessler (Inglaterra, siglo XX) dice que esto es lo que los judíos temían en el Monte Sinaí. No podían evitar sentir un gran amor por Dios, pero también percibían dentro de sí mismos el potencial de amar otras cosas y eventualmente traicionar a Dios. Una relación intensa con Dios, hablando "cara a cara", significaba una mayor expectativa de compromiso y lealtad, y si fallaban en este aspecto, esto traería aún mayores represalias Divinas, es decir, la muerte. Por lo tanto, buscaron reducir su nivel de compromiso con Dios y la expectativa de lealtad. Por eso se refugiaron detrás de Moshé.

El temor a Dios, el hecho de "verlo" en todo momento, quién es Él, qué es Él y apreciar las consecuencias de las intenciones equivocadas, es el equilibrio del amor. Significa que cuando el corazón se levanta para deambular, se le recuerda adónde pertenece su amor. Hace que una persona sea selectiva acerca de los destinatarios de ese amor. Esto implica tomarse el tiempo para saber si es correcto o no amar lo que el corazón busca amar.

Este es el tipo de amor requerido para recibir la Torá de Dios mismo. Un amor que está equilibrado por el temor. Porque solo este amor es verdadero. El amor desenfrenado, al igual que un caballo sin riendas, puede ser en última instancia destructivo.

Consideremos el caso de Nadav y Avihu, descrito en la Torá (Levítico 10:1):

"Los hijos de Aarón, Nadav y Avihu, (en su gran alegría) tomaron sus incensarios, pusieron fuego en ellos y colocaron incienso sobre el fuego... Y salió un fuego de delante de Dios y los consumió, y murieron".

Después de esperar meses hasta la inauguración del Tabernáculo, Nadav y Avihu estaban tan ansiosos por acercarse a Dios que tomaron incensarios llenos de incienso y se apresuraron hacia el Santo Sanctorum. Tenían intenciones positivas: acercarse, unirse, conectar. Pero vemos aquí que a veces estar demasiado cerca no es bueno para nuestra propia identidad. Fueron motivados por su intenso amor a Dios, pero su falta de temor dejó su amor sin restricciones y finalmente fue destructivo.

El límite de Sinai

Esta lección se hace clara para el pueblo en el momento de la entrega de la Torá, como se describe en Éxodo 19:12:

"Pon límites alrededor del monte para que nadie suba... porque morirás".

Esta instrucción es tan importante que se repite en los versículos 19:21 y 19:24.

Dios dice: "Aunque desees escalar el monte para acercarte a Mí tanto como sea posible, no lo hagas, porque tu amor debe ser contenido. Puede ser tan intenso como desees, pero nunca debes perder de vista a Quién amas y por qué lo amas. Porque el día en que lo hagas, tu corazón vagará hacia otros lugares y Me abandonarás por completo".

Esta es una lección clave de Shavuot. Saber dónde establecer el límite.

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