Shavuot: la festividad esencial

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Tenemos que quitar el polvo del álbum de bodas y regresar al momento de la jupá, cuando nos miramos a los ojos y sólo vimos amor, potencial y significado.

Shavuot conmemora la entrega de la Torá al pueblo judío en el Monte Sinaí.

Lamentablemente, pese a la gran importancia y al lugar destacado que ocupa en el calendario judío, Shavuot se convirtió en la "huérfana" de las festividades judías. Jánuca, una festividad relativamente menor, obtiene mucha más atención. ¿Cómo se puede competir con lo que muchos perciben como la “navidad judía” con todos esos regalos y fiestas? ¿Pésaj? Un maravilloso momento en familia. ¿Las Altas Fiestas? Tienes que ir a la sinagoga y expiar todos esos pecados y lograr ser inscrito en el libro de la Vida para otro año.

Pero Shavuot… Eso es para los que son verdaderamente religiosos. No hay nada demasiado emocionante sobre esta festividad, no hay diversión bajo el sol, quiero decir, bajo la sombra de las sucot.

Esto es muy triste, porque probablemente no hay una festividad más importante cuando se trata de definir quiénes somos como judíos y qué le hemos enseñado a la humanidad. A fin de cuentas, fue este documento, esta constitución, la que creó la mayoría de los grandiosos conceptos que dieron forma, cambiaron y alteraron la historia mundial. A partir de nuestra Torá el mundo recibió por primera vez la idea de que todos los seres humanos fueron creados a imagen Divina y por lo tanto tienen un valor innato sin importar su religión, credo o lugar de nacimiento. El rey no tiene mayores méritos que el esclavo y todos son iguales ante los ojos de Dios. “Ama a tu prójimo como a ti mismo” no se palica sólo a las personas importantes o a quienes nacieron en una clase alta, sino a todos los seres humanos sobre la faz de la tierra.

Paz en la tierra, educación universal, libertad y autonomía para todos, no asesinar, no robar, ayudar al huérfano, la viuda y el menos afortunado… todos estos conceptos e ideales cruciales comenzaron con nuestra revolucionaria Torá en un momento en que el mundo era mucho más barbárico que lo que es hoy en día.

Shavuot es una festividad muy básica, no cuenta con ninguna mitzvá específica además del estudio de Torá, y esto tiene una razón. En este día todo se trata de la Torá, llana y simple, nada más y nada menos. No hay limpieza de Pésaj para distraernos, ni mandamientos específicos respecto a cuánta matzá se debe comer para cumplir la mitzvá. No es necesario buscar defectos en el lulav o el etrog; no hay que buscar un regalo perfecto para Jánuca, ni hay que llegar a la sinagoga temprano para tener un buen asiento en Iom Kipur.

No, nada de eso, sólo hay que regresar a la esencia misma de lo que somos, por qué estamos aquí y cuál es nuestra obligación principal con el mundo: convertirlo en un lugar mejor con las verdades fundamentales que le hemos entregado. Shavuot es quitar el polvo del álbum de bodas y regresar a la jupá, al 'palio nupcial' cuando nos miramos mutuamente a los ojos y sólo vimos amor, potencial y significado. Shavuot es regresar a ese lugar donde todo comenzó y recordarnos el verdadero propósito de la Torá y por qué Dios nos condujo hasta Sinaí.

Es permanecer despiertos toda la noche y perdernos en la profundidad y el significado del estudio de la Torá, volver a comprometernos con el matrimonio que el pueblo judío celebró con Dios en el Monte Sinaí.

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