Huir de casa y el significado de Sucot

3 min de lectura

Hace mucho tiempo huí de casa. Nunca imaginé que eso me enseñaría el significado de Sucot.

Hace mucho, mucho tiempo, me enojé con mis padres. Esto ocurrió muchos años antes de que se enseñara en los colegios sobre el peligro que presentan las personas extrañas. Así que, hice lo que toda niña digna de ocho años hubiera hecho: empaqué mis cosas y abandoné mi hogar.

Vagué por el camino principal de nuestro recientemente construido barrio residencial, arrastrando mi valija hasta que se me hizo demasiado pesada como para continuar transportándola. Cuando se acabaron tanto mis fuerzas como mi ira, di media vuelta para volver a casa. En ese momento vi la imagen más acogedora que una niña de ocho años que huía de su casa podría haber visto. Era mi padre, en nuestro viejo chevy rojo. Me había seguido desde lejos, esperando pacientemente a que estuviera lista para volver a casa.

Allí estaba mi padre, siguiéndome desde lejos, esperando pacientemente hasta que estuviera lista para volver a casa.

Cometemos un gran error al pensar que las festividades judías son entidades individuales, independientes y sin relación entre sí. Si las viéramos como encadenadas, como una trayectoria de eventos, veríamos un gran tema en común desde Rosh HaShaná hasta Simjat Torá.

Todos tenemos una relación con Dios. Puede ser de ira, de rechazo, o de una incredulidad natural. O puede ser una relación de lucha para creer y para sentir la espiritualidad en un mundo que parece ser tan real, físico y concreto. Y existen unos pocos afortunados que nacen con fe, que trabajan arduamente para desarrollar la fe, y que experimentan una relación con lo Divino, sienten el activo involucramiento de Dios y Su amor y compasión en todos los aspectos de la vida.

La temporada de festividades es un triunvirato que une la mente, la emoción y la acción. Rosh HaShaná se trata de ‘obtener el enfoque correcto’. Dedicamos tiempo a pensar en una idea que es muy fácil de decir pero muy difícil de comprender: Dios es el Rey y dirige el mundo.

Iom Kipur se trata de nuestras emociones. Si Dios es realmente el Rey pero yo pasé el año creyendo ser el amo del universo, entonces cometí muchos errores de los cuales me tengo que arrepentir. Me distancié de otros y de Dios. Huí de Quien me da sustento, salud, vida y amor.

Sucot se trata de hacer cosas. Es otra forma de mostrarle a Dios que entendemos el mensaje. Trasladamos nuestros pensamientos y sentimientos a la acción; no porque septiembre/octubre sea una hermosa época para sentarse afuera, sino porque Dios nos dio una Torá llena de sabiduría para la vida y uno de Sus mandamientos es pasar la semana de Sucot afuera, viviendo en la sucá, sintiéndonos vulnerables bajo el frágil techo y la marquesina de estrellas.

Pero volvamos a mi huida. En algún nivel, todos seguimos teniendo 8 años. Creemos que podemos huir de Dios, que podemos existir sin Él. Creemos que somos libres e independientes, que podemos serlo todo y hacerlo todo por nosotros mismos.

Rosh HaShaná es el primer paso de la teshuvá, el ‘retorno’. ¿A quién estamos retornando? A Dios, al Todopoderoso, al Rey del universo. Luego viene Iom Kipur; el camino es largo, nuestro equipaje se torna cada vez más pesado. No somos independientes después de todo. Tenemos desafíos en la vida y en el mundo. No podemos hacerlo solos. Por lo tanto, comenzamos a arrepentirnos por haber sido tan infantiles, tan arrogantes, tan egocéntricos. Queremos reparar la relación. Necesitamos que Dios nos ayude, que nos mantenga a salvo, que satisfaga nuestras infinitas necesidades. Queremos volver a casa. Abrimos nuestro corazón. Nos arrepentimos con tristeza. Rezamos con sinceridad.

Y luego llega Sucot. Al igual que mi padre siempre estuvo a mi lado para rescatarme de los problemas —los cuales mayoritariamente creé yo misma— y traerme a casa, Dios también sigue nuestra travesía tranquilamente, desde atrás. Cuando nos arrepentimos y cambiamos la dirección, Él nos recibe de vuelta. La sucá es un refugio frágil. Tiene goteras cuando llueve, el viento sopla por entre sus paredes. En las noches frías tiritamos y en los días cálidos las abejas se unen a nosotros para almorzar o cenar. La sucá nos recuerda que nuestra seguridad y bienestar dependen de Dios. El mundo es Su casa.

Sucot completa nuestro ciclo de festividades. Volvemos nuevamente a casa, esta vez, a los cálidos brazos de nuestro Padre.

EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.