El "App" más importante de la vida

6 min de lectura

Apreciando más con menos.

Los mensajes de texto de un hombre agonizante revelan mucho sobre su esencia. Larry Melzer, de 37 años, estaba perdiendo su batalla de 17 meses contra la leucemia. Yaciendo en una cama en un hospital israelí, sufriendo de una neumonía viral después de un trasplante de médula, Larry estaba conectado a un respirador artificial. Sus cuatro pequeñas hijas estaban en casa en Jerusalem mientras su devota esposa Jen estaba junto a él. Shabat se estaba acercando; Larry no podía comer ni hablar, pero sus dedos continuaban maniobrando su iPhone.

Poco antes de Shabat, Larry recibió un mensaje de texto de un amigo que también estaba batallando contra el cáncer, compadeciéndose por lo aburrido que era pasar Shabat en el hospital. Después de Shabat, el amigo escribió:

Estoy pensando en ti. ¡Espero que hayas tenido un Shabat tolerable!

Larry contestó:

¡Estuvo buenísimo! Jen estuvo conmigo, no te preocupes, todo va a estar bien.

¿Buenísimo? Estuvo conectado a 15 infusiones diferentes de antibióticos. Su cuerpo, que alguna vez fue atlético, estaba todo arrugado; su atractiva cara envejecida y marchita. Había pasado Shabat sin recitar kidush, sin comer jalá, sin cantar canciones, disfrutar de comida o abrazar a sus amadas hijas. Lo único bueno fue que su fiel esposa estuvo allí. Pero Larry consideró que ese Shabat fue "buenísimo".

Sufriendo grandes dolores por la radiación, mientras recibía una transfusión de emergencia, Larry dijo con una sonrisa: "Soy tan feliz".

Unos pocos meses antes, Larry había viajado rápidamente desde Jerusalem a un hospital en Haifa. Como relata su amigo Daniel Irom: "Después de un largo viaje, y después de no haber dormido por unos días debido a las grandes dosis de esteroides, sufriendo grandes dolores en la boca y en la garganta por las úlceras producidas por la radiación, mientras recibía una transfusión de sangre de emergencia Larry me miró con una sonrisa que parecía venir del cielo y me dijo: ‘Soy tan feliz’".

¿Qué lo ponía feliz?

Larry y Jen, en la cúspide de sus exitosas carreras en Yahoo, tenían un fabuloso departamento en Manhattan, una 4x4, muchas acomodadas parejas de amigos y dos perros. Luego comenzaron a interesarse en su herencia judía. En el año 2004 fueron a Jerusalem, tomándose seis meses sabáticos para estudiar judaísmo.

Allí, Larry se enamoró del judaísmo. Con su especial carisma y apasionada personalidad, compartía su entusiasmo con todo el mundo. Y si bien continuaba disfrutando los placeres del mundo físico, ahora los imbuía con consciencia y apreciación espiritual. "Más de una vez", relata Gabi Leventhal, "estaba disfrutando un vino, un whisky o una deliciosa comida con Larry y, antes de comenzar a satisfacer nuestros apetitos, Larry se dirigía a todos y hablaba sobre la bondad que Dios había hecho con él y con todos los presentes". Transformaba el disfrute de comer en un estado sublime de gratitud.

Eric Rayburn, un ex-soltero de Manhattan, cuenta una conversación que tuvo con Larry durante el período de su lucha para adaptarse al austero estándar de vida de Jerusalem mientras estudiaba en Aish HaTorá. Larry le dijo: "¡Jerusalem! Es el Wall Street del judaísmo. ¿Sabes cuánta gente amaría cambiar su lugar por el tuyo?".

"Pero Larry", protestó Eric. "¡Vivo en un cuarto sin ventana y es más pequeño que el segundo baño de donde vivía antes!".

"La clave es apreciar lo que tienes. Cada segundo es un precioso regalo de un millón de dólares".

Larry, con un tono de gerente general, contestó: "Entiendo, y eres tan afortunado que Dios ha invertido Su tiempo en ti para enseñarte a apreciar más con menos".

"Apreciar más con menos" se convirtió en el enfoque de Larry para la vida. Un mes antes de morir, publicó este blog en su sitio de internet:

Para mí, la lucha contra la leucemia trata sobre dejar de ser un mimado. Siento que en este proceso de 16 meses pasé de ser un niño mimado a un adulto maduro. ¡Tengo un entusiasmo por la vida que nunca antes había tenido!

Este entusiasmo por la vida es indescriptible. ¿Cómo podría transmitirles lo que me significa poder ver la mano de Dios en todo? Vivo en un mundo en donde todo es perfecto.

La clave es apreciar lo que tienes…. Cada segundo es un precioso regalo de un millón de dólares.

Sucot y la Felicidad

Sucot es la festividad de "volver a lo básico". Durante siete días (ocho en la diáspora) nos mudamos de nuestro cómodo hogar a una frágil sucá. Dejamos detrás el aire acondicionado, los muebles, los colchones ortopédicos, la iluminación empotrada, las alfombras, los pisos de madera, el reproductor de DVD, la pantalla de LCD, e incluso el techo impermeable a la lluvia. ¡Y sin embargo ésta es la festividad en la que tenemos una mitzvá de estar especialmente felices! ¿De qué tenemos que estar felices?

En la más ceñida yuxtaposición del calendario judío, Sucot llega sólo cinco días después de Iom Kipur. En Iom Kipur, el día en que se sella el destino de todas las personas para el año, rezamos y rogamos por vida. Sí, también rezamos por buena salud, sustento, matrimonio, niños, un nuevo trabajo y lo que sea que valoremos, pero por sobre todas las cosas, rezamos por vida.

Y aquí estamos, cinco días después, en nuestra apretada y no decorada sucá. No tenemos nuestras comodidades ni placeres de alta tecnología, pero lo que sí tenemos es vida. No se nos garantiza que continuaremos vivos por unos pocos meses, ni siquiera por unos pocos días, pero ahora, sentados en nuestra silla plegable en la sucá, tenemos vida, el cumplimiento de nuestro preciado deseo. Por supuesto que deberíamos disfrutarlo.

También tenemos relaciones interpersonales. Nadie construye una sucá para una sola persona. Nos sentamos en la sucá en familia – padres/hermanos/esposo/a/hijos. Si Larry Melzer pudo considerar al Shabat en su lecho de muerte como "buenísimo" simplemente porque su esposa estuvo con él, ¿cómo podemos no apreciar el accesorio más importante en la vida: las relaciones? La presencia de un ser querido convierte una casa en un hogar y una sucá en un santuario.

Hay un ingrediente más para la alegría de Sucot. En Iom Kipur se nos limpia toda culpabilidad que nos ha manchado durante el año. Emergemos de Iom Kipur puros y perfectamente preparados para la cercanía a Dios que la sucá permite.

Una simple fórmula: aprecia la vida, las relaciones y la cercanía a Dios. Eso es mucho por lo que estar feliz.

Las Palabras Finales de Larry

Tanto para Larry como para Jen, el que haya estado muriendo no era excusa para dejar de vivir. En un momento, después de diez sesiones de quimioterapia, Larry estaba en remisión. Parecía que, después de todo, lo lograría. Luego su doctora en Haifa le dijo a Larry que estaba 95% segura de que ya no estaba en remisión. Larry llamó a Jen para contarle las noticias. "Jenny, la doctora dijo que volví a caer".

Jen, devastada pero siempre alentadora, contestó: "Todo va a estar bien".

Sollozando, Larry continuó: "La doctora quiere hablar contigo sobre cuándo voy a comenzar quimioterapia de nuevo. Dice que tengo que volver a comenzar mañana". Larry pausó, juntó fuerzas y dijo alegremente: "Pero esta noche tengamos una cita. Salgamos a comer".

"Es una excelente idea", contestó ella con entusiasmo. "Necesitamos divertirnos, no preocuparnos".

Me dejó con una gran cantidad de fe. Así es como una joven viuda con cuatro niños puede enfrentar el mundo con una sonrisa genuina.

"Larry tenía una fe ilimitada", recuerda Jen. "El día en que recibió el diagnóstico, cuando le dijeron que le quedaban unos pocos días de vida, Larry me dijo: ‘Todas las noticias son buenas noticias’. Estaba diciendo que todo proviene de Dios y que, por lo tanto, todo es para bien. Eso es lo que dejó conmigo: una gran cantidad de fe. Y es así como ahora, siendo una joven viuda con cuatro hijos, puedo enfrentar el mundo con una sonrisa genuina".

Al final, perdiendo la batalla contra una neumonía viral, los doctores de Larry decidieron inducir un estado de coma. Para ese entonces, Jen había estado con su esposo por cinco días continuos. Larry tomó su mano, la miró a los ojos, y con un nudo en la garganta le dijo: "Gracias".

"Era claro para mí", recuerda Jen, "que Larry estaba agradeciéndome por todo lo que había hecho por él en los últimos 17 meses: por obtener sus remedios y asegurarme que los tomara, por alimentarlo, por ser su enfermera personal, por cuidar a los niños sola, por pagar las cuentas, por comprar la comida y por mantener la familia a flote. Él sabía que estaba llegando a su final, por lo que no dejó nada sin decir. Me agradeció. Significó: te amo, hiciste todo bien".

Larry sólo tuvo una manera de despedirse: Gracias.

Este Sucot, intentemos adquirir la aplicación (app) más importante para la vida: la ap(p)reciación.

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