Conectándonos con la alegría de Simjat Torá en medio de la pandemia

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3 ideas importantes que debemos tener en mente para poder conectarnos con la ‘alegría’ de la Torá, a pesar de que quizás este año no podamos celebrar junto a ella.

Este año, muchos no podrán asistir a la sinagoga y participar de las festivas celebraciones de Simjat Torá en comunidad. La fiesta de Simjat Torá en la sinagoga es exuberante: cantamos y bailamos alegremente junto con los Sifrei Torá, hacemos hakafot alrededor de la bimá, siempre hay un kidush en la sinagoga, comida deliciosa y golosinas para los niños.

Pero este año, en medio de una pandemia, para muchos esto simplemente no será posible. En algunos países todavía hay cuarentena y en otros las sinagogas aún no abrieron. En algunos países como Israel estamos en un segundo lockdown y, por ende, muchas celebraciones de Simjat Torá han sido canceladas.

¿Es posible conectarnos con la energía de Simjat Torá desde el salón de nuestra casa? ¿Podemos realmente bailar y regocijarnos en medio de una pandemia? ¿Qué pasa si ni siquiera tengo un Séfer Torá para bailar con él?

A continuación te presento tres ideas importantes que debemos tener en mente para poder conectarnos con la simjá, con la ‘alegría’ de la Torá, a pesar de que quizás este año no podamos celebrar junto a ella.

Celebrando Simjat Torá sin un Séfer Torá

El 30 de septiembre de 1945, en medio de las ruinas de lo que una vez fue la Gran Sinagoga de Vilna, Lituania, había un grupo de judíos dentro de los cuales se encontraba Leo Goldman, entonces un oficial del ejército ruso de unos veinte años. Goldman vio a un padre que estaba parado en la puerta de la sinagoga sosteniendo a su hijo de cinco años en brazos y se acercó a él.

Lo increíble es que ese niño había crecido como católico en el seno de una familia no judía. Sus padres lo habían entregado voluntariamente a esa familia para salvarlo de los nazis, pensando que no lo volverían a ver y que morirían en los campos de exterminio como tantos otros judíos. Pero su padre milagrosamente sobrevivió y, como una forma de acercarlo de vuelta al judaísmo, decidió llevarlo por primera vez a una sinagoga en aquel día.

Pero ese no era un día cualquiera, ese día era Simjat Torá. El problema es que en una ciudad que alguna vez albergó a más de 100.000 judíos, de los cuales sólo 3.000 sobrevivieron, la sinagoga había sido despojada de todo, incluidos los Sifrei Torá, y el grupo de judíos allí reunidos no tenían un Séfer Torá para bailar con él.

Goldman se acercó y le preguntó al padre si el niño era judío y luego le dijo: “Como soldado durante la guerra, luché en contra de los nazis y viajé miles de kilómetros, y no vi a ningún niño judío vivo. ¿Puedo tomarlo como mi Séfer Torá?

Ese Simjat Torá, en lugar de bailar sosteniendo un Séfer Torá, el soldado bailó mientras sostenía en sus brazos al niño que, para todos los que estaban presentes en las ruinas de la Gran Sinagoga de Vilna, representaba el renacimiento del pueblo judío después de los horrores del Holocausto.

"¡Este es mi Séfer Torá!", gritó Goldman, mientras bailaba con el niño en sus brazos.

La experiencia impactó fuertemente tanto a Goldman como a ese pequeño niño de cinco años. Goldman decidió convertirse en rabino y dedicó su vida entera a enseñar Torá, y ese pequeño niño, llamado Abraham Foxman, a pesar de haber sido escondido por una niñera polaca y criado como católico hasta el final de la guerra, comenzó su retorno al judaísmo ese día y recuerda ese momento del baile como su primer sentimiento consciente de una conexión con el judaísmo y de ser judío. Foxman también ha dedicado su vida a servir al pueblo judío y durante muchos años fue director nacional de la Liga Antidifamación, luchando en contra de la intolerancia y el antisemitismo.

La historia de Leo Goldman y Abraham Foxman ciertamente nos ayuda a poner nuestra propia situación en perspectiva. Es verdad, este año ciertamente nos faltan cosas: no todos podremos bailar en la sinagoga con nuestros amigos; quizás estamos atravesando un momento económico difícil; o quizás alguno de nuestros seres queridos está enfermo. Pero como judíos, debemos conectarnos con la energía de Simjat Torá sin importar cuáles sean las circunstancias.

Puede ser que la forma en la que celebremos no siempre esté a la altura de nuestras expectativas, pero esa es justamente la idea. Estar alegres igual, a pesar de que no sea exactamente como yo lo imaginé. Quizás este año eso incluya soluciones creativas como hacer hakafot en nuestros automóviles en el estacionamiento de la sinagoga el día anterior al Iom Tov (ya que en el Iom Tov estaría prohibido), o bailar en nuestra casa con nuestra familia en vez de la sinagoga, con nuestro hijo o sobrino en brazos en vez de un Séfer Torá. No importa. El punto es que debemos celebrar nuestra shayajut (pertenencia) a la Torá y la shayajut de la Torá a nosotros. Somos parte de ella. Y ella es parte de nosotros. Y eso por sí solo es un motivo para celebrar.

La Torá y la alegría

Un requisito ciertamente difícil de cumplir es que la Torá nos dice que un judío debe servir a Hashem con alegría. Pero ¿con qué frecuencia debemos sentir alegría? Aparentemente el requisito es constante, sin embargo, ¿quién puede estar alegre todo el tiempo? ¿Qué pasa con los problemas y las frustraciones de la vida diaria?

Si bien muchas veces hemos escuchado el concepto de que, para ser felices, debemos "contentarnos con lo que tenemos", hay una profundidad un poco mayor en el ámbito espiritual, y esa es precisamente la clave para servir a Hashem con alegría de forma constante.

Cuando escuchamos el concepto de “contentarnos con lo que tenemos”, generalmente pensamos en agradecer por nuestra familia, nuestra casa, nuestro auto, nuestro trabajo, nuestra salud, nuestros amigos, etc., y todo eso está muy bien. Pero pocas veces aplicamos el concepto de "contentarnos con lo que tenemos" en el ámbito espiritual.

El error que cometemos comúnmente es que nos enfocamos en lo que debemos corregir. Si somos flojos, nos enfocamos en corregir nuestra flojera. Si somos enojones, nos enfocamos en cambiar eso, pero de todos modos no tenemos éxito y nos deprimimos, ya que estamos todo el tiempo concentrados en nuestras debilidades. Estamos concentrados en lo que nos "falta".

La verdad es que la clave para cambiar los aspectos negativos de nuestra personalidad es hacer justamente lo contrario, es decir, debemos concentrarnos en nuestras fortalezas espirituales y no en nuestras debilidades, debemos enfocarnos siempre en los aspectos positivos de nuestra personalidad y contentarnos con ellos.

¿Cómo así? Si eres enojón, pero también te gusta ayudar a otros, concéntrate constantemente en tu fortaleza, es decir, en ayudar a otros. Siéntete bien contigo mismo por el hecho de tener una tendencia natural a ayudar. Sé feliz con esa fortaleza. La energía que desarrolles a partir de aprovechar y disfrutar tu característica más positiva te dará la fuerza necesaria para cambiar las negativas de forma orgánica.

Simjat Torá es literalmente la 'Alegría de la Torá' y marca el inicio de un nuevo ciclo de la lectura de la Torá. Un nuevo comienzo. Conéctate en este nuevo ciclo con la idea de “ser feliz con lo que tienes en el ámbito espiritual” ya que ese es el secreto de la alegría que la Torá nos exige, enfócate en las fortalezas positivas de tu carácter, eso te ayudará a realizar constantemente tu trabajo espiritual con alegría.

Aprecia el regalo de la Torá

El pueblo judío ha sobrevivido por miles de años y se ha enfrentado a desafíos inimaginables, pero ¿cuál es el secreto de nuestra supervivencia? ¿Qué es lo que nos ha mantenido con vida?

Cuando queremos conocer las leyes que gobiernan un determinado fenómeno en el ámbito científico, debemos realizar una serie de experimentos bajo las más variadas condiciones para descubrir aquellas propiedades o leyes que bajo todas las condiciones se mantienen iguales.

Si aplicamos esta metodología al análisis de la supervivencia del pueblo judío podemos concluir que, en el transcurso de 3.300 años, nuestro pueblo ha vivido en condiciones sumamente variadas, en diferentes épocas y en diferentes lugares alrededor del mundo, hablando diferentes idiomas, adoptando diferentes culturas y enfrentándose a desafíos particulares en cada lugar.

El único elemento esencial que se ha mantenido inamovible y que por ende constituye la causa y la base misma de la supervivencia de nuestro pueblo, lo único que ha unido a nuestro pueblo a lo largo de su dispersión, sin importar la época o el lugar, es la Torá y sus mitzvot. La Torá es la base de la vida judía y se ha mantenido igual a lo largo de todas las épocas y en todos los lugares.

La Torá es el depósito de sabiduría infinita que recibimos como pueblo y que nos ha ayudado a atravesar los momentos más obscuros de la historia. La Torá es lo que ha hecho a nuestro pueblo indestructible frente a las masacres y los pogromos que amenazaban nuestra integridad física, y frente a los ataques ideológicos de culturas extranjeras que apuntaban a nuestra destrucción espiritual. La Torá es lo que nos ha mantenido con vida. Y es por eso que celebramos con ella en Simjat Torá.

Y si bien este año quizás no podrás bailar con ella, aún puedes bailar por ella, regocíjate en el hecho de que la Torá es lo que ha permitido que el pueblo judío siga existiendo y en el hecho de que en los momentos más oscuros ha sido siempre nuestra luz.

Y si no tienes un Séfer Torá a mano, no importa, agarra un Jumash o cualquier otro libro de Torá que tengas en tu casa y baila con él. Y si tampoco tienes eso entonces baila con tu familia, con tus hijos, con quien sea. Y si estás solo y no tienes con quien bailar entonces baila con Dios, baila y alégrate de ser judío y de haber recibido el regalo de la Torá.

Que tengas un Simjat Torá significativo y que puedas conectarte realmente con la simjá, la ‘alegría’ de la Torá.
 

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