Entrando voluntariamente a Auschwitz

7 min de lectura

Witold Pilecki se ofreció heroicamente a entrar en Auschwitz, donde organizó una resistencia secreta.

Durante décadas una de las historias más increíbles del Holocausto fue virtualmente desconocida fuera de Polonia. Los escritos de Witold Pilecki, un patriota polaco que se ofreció a ser prisionero en Auschwitz, fueron publicados en inglés hace unos pocos años. Su increíble valentía y heroísmo merecen ser más conocidos.

En 1939, la Alemania nazi invadió Polonia y el país quedó dividido en dos partes: la parte oriental fue anexada por la Unión Soviética y la parte occidental fue incorporada al Reich nazi. En el este, la URSS logró suprimir casi todos los intentos de resistencia polaca, pero en la parte occidental hubo un movimiento ultrasecreto de resistencia llamado “Estado clandestino y ejército local" que se resistió al gobierno nazi. Witold Pilecki de 38 años, era un capitán retirado del ejército polaco. Él se había casado con María, trabajaba como granjero y criaba a sus dos hijos, Andrzej y Zofia, en un área de Polonia que ahora es conocida como Bielorrusia.

Con su tierra natal destruida, Pilecki dejó su familia y viajó a Varsovia para ayudar a organizar una resistencia. Al enfrentarse a estos luchadores polacos, los nazis decidieron establecer un campo de concentración para los prisioneros políticos del nuevo régimen. Con ese objetivo eligieron el pueblo polaco de Oswiecim, o Auschwitz.

Dos compañeros de la resistencia de Pilecki se encontraban entre los primeros prisioneros que fueron transportados desde Varsovia a Auschwitz en agosto 1940. Unos días más tarde llegaron telegramas a sus familias informándoles que sus seres queridos habían sido asesinados. La organización clandestina polaca estaba desesperada por saber qué les había ocurrido a estos hombres. Pilecki se ofreció para ir a Auschwitz y reportar sobre las condiciones del lugar. Si era posible, su mandato incluía organizar un movimiento de resistencia dentro del campo y planear un escape.

El 19 de septiembre de 1940, Pilecki se unió deliberadamente a un grupo de hombres que eran arrestados por los nazis en Varsovia. Lo enviaron al campo con otros 2.000 luchadores y le dieron el número 4859. Estuvo prisionero durante casi tres años.

Aunque muchos prisioneros de Auschwitz declararon haber perdido toda esperanza, Pilecki nunca dejó de pensar en sí mismo como un hombre en una misión. Como prisionero político, nunca sufrió las condiciones especialmente brutales y mortales que eran reservadas para los prisioneros judíos. De todos modos, él también sobrevivió a horribles privaciones.

“Tú eres el mayor héroe o el peor tonto”.

En su primer día en Auschwitz, Pilecki vio cómo fusilaban a todos los hombres de un tren apenas llegaban al campo. Vio cómo golpearon a un juez hasta matarlo. A él lo golpearon tan duro que se le cayeron dos dientes. A Pilecki y a sus compañeros prisioneros, los afeitaron, les dieron ropa de prisioneros con un triángulo rojo (que significaba que eran prisioneros políticos) y les dijeron que ninguno de ellos saldría vivo de Auschwitz. Cuando Pilecki le contó a otro prisionero que estaba allí para formar una resistencia, el prisionero le dijo: “Tú eres el mayor héroe o el peor tonto”.

En vez de sucumbir a la desesperación, Pilecki se puso a trabajar. Les contó a los prisioneros noticias del mundo exterior y escribió un reporte de las condiciones dentro de Auschwitz, el cual logró sacar del campo y enviarlo al movimiento de resistencia en Varsovia. Su angustiado primer reporte fue enviado al Gobierno de Polonia en el exilio en Londres, en marzo de 1941. Ellos lo pasaron a los Aliados. En su reporte, Pilecki solicitó a los Aliados bombardear Auschwitz y acabar la “monstruosa tortura” que tenía lugar allí.

El reporte fue reenviado a los niveles más altos del ejército británico y podría haber resultado en acción si no hubiera intervenido Sir Charles Portal, jefe del personal aéreo británico. Sir Charles advirtió que cualquier ataque a Auschwitz “realizado de forma declarada a causa de los judíos, sería un recurso para la propaganda enemiga” y se negó a actuar. La tortura de Pilecki y otros miles de prisioneros en Auschwitz continuó.

Pilecki siguió trabajando, organizando a otros prisioneros políticos polacos para contrabandear comida, planificar un escape y sobornar a los guardias para reducir los castigos. Dirigió a unos 500 prisioneros para formar una organización de resistencia ultrasecreta dentro de Auschwitz, a la cual Pilecki llamó la Unión de Organización Militar, conocida por sus iniciales en polaco ZOW.

Durante un tiempo, los miembros de ZOW lograron construir una radio con partes que entraron de contrabando al campo y de esta manera reportaron las condiciones en que vivían al mundo exterior. Dejaron de hacerlo cuando el riesgo de ser descubiertos fue demasiado grande. Pilecki sobrevivió pese a haberse enfermado de tifus y neumonía y logró vivir con mínimas raciones de alimento. Pero las monstruosas crueldades de Auschwitz se iban a incrementar.

Cuando en junio de 1941 los nazis quebraron su pacto de no agresión con la Unión Soviética, la eventual batalla expuso a millones de judíos del este de Europa a la máquina asesina nazi. Durante algunos meses de 1941, los prisioneros de guerra soviéticos fueron el blanco principal de los asesinatos masivos en Auschwitz. El infame gas Zyklon B fue usado primero con prisioneros soviéticos. Siempre un consciente profesional de la resistencia, Pilecki documentó meticulosamente la matanza. Él escribió: “los hombres (los prisioneros de guerra soviéticos) estaban tan apretados (dentro de las cámaras de gas) que ni siquiera al morir podían caerse”.

En 1942, el objetivo principal de Auschwitz pasó a ser el asesinato en masa de los judíos. Más de un millón de judíos fueron asesinados sistemáticamente en Auschwitz. La mayoría fueron gaseados y luego quemaron sus cuerpos en el gigante crematorio del campo. Pilecki estaba decidido a documentar la muerte de estos judíos. “Cada día, más de mil de los nuevos transportes eran gaseados”, escribió.

Pilecki también mencionó la cruel indiferencia de los civiles polacos en el pueblo y en el campo cercano ante la muerte y el sufrimiento. “Cuando marchábamos por los grises caminos (al ir a trabajar fuera del campo) … encontrábamos parejas jóvenes que salían a caminar, disfrutando la belleza de la primavera, o mujeres empujando tranquilamente los cochecitos de sus bebés. Entonces surgía en nuestros cerebros el incómodo pensamiento, obstinadamente buscando una solución a la pregunta incomprensible: ¿En dónde están todas… las personas?”

Pilecki esperaba que sus palabras alentaran a los Aliados a actuar y bombardear Auschwitz. Cada vez esperó en vano.

Pilecki logró escribir y enviar fuera del campo abarcadores informes detallando la vida en Auschwitz a medida que el lugar evolucionó de ser un campo que albergaba principalmente prisioneros políticos a ser el centro de la monstruosa máquina asesina nazi que atacó a los judíos de Europa. Cada vez que lograba enviar un reporte asumiendo grandes riesgos, Pilecki esperaba que sus palabras alentaran a los Aliados a actuar y bombardear Auschwitz. Cada vez esperó en vano.

A medida que pasaron los años, muchos de los compañeros de Pilecki que eran miembros de la resistencia ZOW fueron asesinados. Él entendió que podía hacer mucho más para luchar contra los nazis desde afuera de Auschwitz y comenzó a planear un escape. Su meta principal era hablar personalmente con los combatientes de la resistencia polaca y con las fuerzas aliadas para persuadirlos que atacaran Auschwitz para detener las matanzas. En una ocasión, Pilecki cedió su lugar en un plan de escape a otro prisionero político que corría mayor peligro de ser asesinado.

Eventualmente, en abril de 1943, Pilecki y otros dos compañeros de ZOW lograron escapar, quitaron los cerrojos de una puerta y huyeron del campo. A Pilecki le dispararon, pero logró viajar a pie 100 km hasta llegar a la casa de un compañero de la resistencia y descansar. Pilecki aún tenía esperanzas de que los Aliados atacaran Auschwitz, pero pasaban los meses y no ocurría nada.

Buscando formas de luchar contra los nazis, Pilecki viajó a Varsovia para luchar en un gran levantamiento contra el mandato nazi. Pilecki, un ex oficial que había sufrido años de brutal encarcelamiento y tortura, se volvió conocido como “Papi” entre los jóvenes combatientes de la resistencia que estaban decididos a intentar una última desesperada resistencia en contra de los asesinos nazis.

En agosto de 1944, Pilecki luchó para defender una calle clave que había sido una gran vía pública y que estaba dentro del ahora vacío Gueto judío, conocida como Avenida Jerusalem. Hoy, en esa calle se encuentra el Museo del Levantamiento de Varsovia. El historiador Norman Davies documentó la crucial contribución de Pilecki a la batalla en este sitio crucial estratégicamente: “Prácticamente cada día… el capturó, perdió y volvió a capturar (este importante sitio de resistencia). Lo expulsaron una y otra vez, pero él regresó y con mortal astucia repelió a los defensores alemanes. Él vivió para luchar en otro sitio. Pero mientras él amenazaba este punto vital, el gobierno alemán se sintió constantemente inseguro”. El lugar que él defendió fue conocido durante la lucha como "El refugio de Pilecki”.

Después del brutal sofocamiento del Levantamiento de Varsovia en septiembre de 1944, Pilecki fue enviado a un campo de prisioneros de guerra en Alemania. Fue liberado por las tropas estadounidenses en abril de 1945 y viajó a Italia, en donde peleó con tropas polacas en los días finales de la guerra. En Italia escribió su reporte final sobre lo que había visto en Auschwitz. Él sospechaba que no viviría mucho tiempo y le resultaba crucial registrar todo lo que había visto para las generaciones futuras.

Pilecki en una corte de Polonia, 1948.

Después de la guerra Pilecki regresó a Varsovia y continuó sus actividades para la clandestinidad polaca, esta vez reuniendo información sobre el nuevo gobierno comunista de Polonia, al cual se oponía. El 5 de mayo de 1947, fue arrestado y brutalmente torturado por el gobierno de Polonia. Fue sometido a un juicio ficticio y lo condenaron a muerte. Lo ejecutaron el 25 de mayo de 1948.

Años después, su hijo Andrzej recordó las últimas cartas que su padre les envió a él y a su hermana. “Él no sabía que nos estaba dejando para siempre”, explicó Andrzej. “Pero en las cartas escribió que debíamos vivir vidas que valgan la pena, que respetáramos a los demás y a la naturaleza. A mi hermana le escribió que cuidara a cada pequeño escarabajo y no los pisara sin razón. En sus cartas nos instruyó: ‘Amen la naturaleza’".

El reporte final de Pilecki sobre Auschwitz fue traducido al inglés en el 2012 y publicado como The Auschwitz Volunteer: Beyond Bravery. Posteriormente, un nuevo libro llamado The Volunteer: One Man, an Underground Army, and the Secret Mission to Destroy Auschwitz, por Jack Fairweather, relató la historia de Pilecki para una nueva generación.

El legado de valentía y fuerza moral de Witold Pilecki merece ser recordado.

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