El Rabino de Mobileye

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El ingeniero Mois Navon forma parte de la historia más exitosa del high-tech israelí. Pero eligió algo más elevado.

Mois Navon es un nativo de California que vivía el sueño sionista trabajando en una startup de high-tech en Jerusalem, cuando en el 2000 la “burbuja punto com” se transformó en el “derrumbe punto com”, que dejó sin trabajo a cientos de talentosos ingenieros.

Un viejo colega sugirió que revisara una pequeña startup que operaba desde una casa en el barrio de Ramot, en Jerusalem.

Esa startup era Mobileye, un “sistema visual” automotriz que detecta y alerta a los conductores sobre posibles peligros. “Venderemos la empresa en dos años y entonces todos obtendremos ganancias”, le prometió el Director General Ziv Aviram. “Este trabajo cambiará tu vida”.

Mois aceptó la propuesta y se convirtió en el decimosexto empleado de Mobileye. Como miembro fundador del equipo de ingenieros, él desarrollo el producto que hoy domina el mercado de los vehículos autónomos; un éxito que culminó en el 2017 cuando Intel adquirió a Mobileye por 15 mil millones de dólares. Esta fue la venta más grande de high-tech en la historia israelí.

Al lograr libertad económica, Mois sorprendió a sus amigos al abandonar Mobileye para cumplir su sueño de enseñar Torá.

Aunque el éxito requirió 16 años, la espera valió la pena. Con su nueva libertad económica, Mois sorprendió a sus amigos al abandonar Mobileye para cumplir su sueño de enseñar Torá.

AishLatino.com visitó a Mois (55) en su hogar en la ciudad de Efrat en las montañas de Judea, quince minutos al sur de Jerusalem, para escuchar la fascinante historia de su vida y su perspectiva experta respecto a la interrelación entre Torá y ciencia.

Soñar en California

Mois (que es la forma francesa de Moisés), creció en la parte occidental de Los Ángeles con padres inmigrantes de Estambul, Turquía. Sus abuelos lograron rastrear sus raíces hacia el pasado hasta llegar a la Inquisición española y hablaban ladino, una versión sefaradí del idish que combina el español, el francés y el hebreo.

La familia Navon era tradicionalista pero no religiosa. “En Shabat hacíamos kidush y después nos íbamos al cine”, cuenta Mois. El Bar Mitzvá fue una especie de “graduación” del judaísmo que él consideraba como una simple distracción de las actividades más habituales en California, tales como el surf y el skate.

En la secundaria gravitó entre las matemáticas y las ciencias, y comenzó a pensar en las opciones de carrera. “Cada vez que tenía una idea, mi madre invitaba a un amigo de la familia con esa profesión. Una noche venía a cenar un médico, pero me convencía para que no estudiara medicina. Otra noche venía a cenar un arquitecto y me desalentaba diciéndome que no estudiara arquitectura”.

Esto continuó por un tiempo, hasta que fue a cenar un ingeniero de Estambul llamado Ray Eshkanazi y le dijo: “¡Conviértete en ingeniero!”. Para sellar el trato, Eshkanazi, que trabajaba en el prestigioso Laboratorio de Propulsión Jet (JPL) de la Nasa, prometió conseguirle a Mois un trabajo.

Mois comenzó a estudiar ingeniería en la Universidad de California, y desde el comienzo trabajó medio día en JPL, en el grupo de procesamiento de imagen. Al ayudar a crear un innovador “tubo procesador” para detectar células cancerígenas, Mois obtuvo experiencia de primer nivel en programación y micro-procesamiento.

Sin embargo, en medio del ambiente de alta tecnología, las clases de ingeniería, la vida de fraternidad y el atletismo intercolegial, Mois tenía perspectivas más elevadas. “Recuerdo que a los 7 años pensé: ¿Cuál es el sentido de la vida? Es decir, si la muerte es el final de todo, entonces inherentemente la vida no tiene ningún significado”.

Como suele ocurrir, el patrocinador de Mois en JPL (Ray Eshkanazi) era un judío observante. “Pasamos muchas horas juntos, almorzábamos y estudiábamos Torá", recuerda Mois. “Yo crecí sintiéndome orgulloso de ser judío, pero no tenía idea por qué era así. Ray me enseñó el “por qué” de ser judío. Además de darme para estudiar manuales de micro-procesamiento, me dio libros de Torá, ‘el manual para la vida’. De esta forma entendí que nuestro mayor propósito es mejorar nosotros mismos (tikún hanefesh) y mejorar el mundo (tikún olam)”.

Mobileye emplea una sofisticada matriz de cámaras y sensores que exploran el camino para asegurar que no haya objetos.

La Tierra Santa

En 1987, Mois se casó con Dina y pasaron algunos años en Los Ángeles, donde diseñó un simulador computarizado para la aclamada Iniciativa de Defensa Estratégica de los Estados Unidos, conocido popularmente como el programa 'Guerra de las Galaxias'. A la vanguardia de la óptica computarizada, Mois sin saberlo seguía una trayectoria hacia Mobileye.

A pesar de lo mucho que a la pareja le gustaba Los Ángeles, su objetivo era llegar a Israel, “porque es el hogar de los judíos”. Mois rezó pidiendo un camino para llegar y dos días más tarde escuchó que la sucursal israelí de IBM buscaba gente en Los Ángeles. Mois fijó una entrevista con el famoso Iosef Raviv, uno de los fundadores de “Startup Nation”, quien en los años 70 llevó a IBM al Technion de Haifa, siendo un pionero de la actual explosión de nuevas oficinas de desarrollo e investigación en Israel de empresas tales como Google, Intel y Apple.

Mois es un experto ciclista que compitió en los 4 días del Tour De Israel

Había muchas cosas en juego para Mois en esa entrevista inicial con IBM y le fue muy mal, sus respuestas a las preguntas técnicas no fueron satisfactorias. “Me sentí abatido y doblé mis papeles para partir. Pero al llegar a la puerta pensé: ¡Esta es la mejor oportunidad que tienes de llegar a Israel y la echaste a perder! Entonces di media vuelta y le dije: “Ya sabe lo que yo no sé. Ahora déjeme mostrarle lo que sí sé”.

Mois presentó muestras de sus trabajos, luego colocó todo en un paquete gigante y lo envió a IBM en Israel. Su persistencia valió la pena: dos semanas más tarde lo llamaron de IBM y le ofrecieron un puesto.

En 1992, Mois y Dina empacaron y se mudaron a Israel. Sin tener familia, amigos ni estructura de apoyo en Israel, sin hablar el idioma, confiaron en su fuerza y su determinación para adaptarse. Mois continuó su trabajo desarrollando productos de alta tecnología: reproductores de video para aerolíneas comerciales, chips algorítmicos para televisión paga y redes de chips de fibra óptica.,

En la IPO de Mobileye en el 2014: Mois (a la derecha) en la bolsa de Nueva York con el cofundador Ziv Aviram

Visión y seguridad

El gran cambio para Mois tuvo lugar cuando se unió a Mobileye en el 2001. La compañía la había comenzado algunos años antes Amnon Shashua, un profesor de ciencias de la computación de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Después de jactarse de su hipótesis sobre la posibilidad de detectar objetos tridimensionales con una sola cámara (la visión tridimensional humana requiere “dos” ojos), la compañía automotriz Toyota le dio una beca de 100.000 dólares.

Shashua tuvo éxito en probar su teoría de una sola cámara, pero con seis marcos por segundo, en comparación con el ojo humano que llega a treinta marcos por segundo. La cámara era demasiado lenta para tener aplicación práctica.

Entonces Shashua y Ziv Aviram formaron Mobileye y contrataron cinco ingenieros de diseño, entre ellos Mois Navon, para trabajar sobre sus algoritmos y desarrollar un chip computarizado para integrar a cualquier vehículo.

Durante una crisis de fondos, Mobileye comenzó a trabajar en seguridad automotriz. Bajo el eslogan: “Nuestra visión, su seguridad”, la compañía creció rápidamente y se convirtió en el principal centro de desarrollo de soluciones de manejo autónomo. Ellos innovaron productos tales como HDW (Headway Monitoring & Warning – vigilancia y advertencia en progreso) y LKA (Lane Keeping Assistance – asistencia para mantenerse en el carril), una cámara en el parabrisas que suena cuando el conductor se acerca demasiado a otro objeto o cambia de carril sin avisar. Mois recibió varias patentes en procesamiento de imágenes y hardware computarizado. Hoy en día, el sofisticado ADAS (Advanced Driving Assistant System - sistema avanzado de asistente de conducción) se encuentra en 30 millones de vehículos y domina el 70% del mercado.

Mois dirige inspiradoras palabras de Torá en un evento de la compañía Mobileye

Mois es optimista respecto a la irrupción tecnológica que los vehículos autónomos traen al mundo. “En todo el mundo, mueren cada año 1,25 millones de personas en las rutas; 3.400 personas cada día. Los algoritmos de conducción autónoma pueden reducir esto casi a cero. Además de salvar vidas, las transgresiones de tráfico desparecerán casi por completo, y con un rango mínimo de accidentes, los seguros automotrices también bajarán a cero”.

Mobileye se unió a BMW para poner en marcha vehículos completamente autónomos en el 2021. Los algoritmos de Mobileye utilizan cámaras que ven todo el camino, así como “mapeos dinámicos” que constantemente envían información a la nube. “Si todos los otros autos se desvían para evitar un pozo, esa información llega a un sistema de tiempo real que automáticamente ajusta el camino de los siguientes automóviles”.

Mois se emociona en especial por la eficiencia y la conveniencia que provee el vehículo autónomo. “Con una flota de taxis robot, los ciegos, los ancianos, los niños y todo el mundo podrá ir a cualquier parte en cualquier momento. Estos automóviles preprogramados pueden viajar a alta velocidad, sin verse limitados por los tiempos de reacción humana”.

El Rabino de Mobileye

En medio de la celebración del IPO de Mobileye en la Bolsa de Nueva York (la mayor IPO israelí de la historia), y celebrar que Intel adquiriera Mobileye, en lo más profundo del corazón de Mois siempre estaba la Torá. Él se transformó espontaneamente en el “Rav de Mobileye”, que transmitía palabras de sabiduría en los eventos de la compañía, enseñaba una clase diaria de Torá y oficiaba en las bodas de sus colegas, además de dispensar consejos rabínicos.

Mois estudia dos veces por semana en la Ieshivá Mercaz HaRav en Jerusalem para obtener su ordenación rabínica. Por eso, cuando los 15 mil millones de dólares de Intel le dieron independencia económica, aprovechó la oportunidad para dedicarse a estudiar y enseñar Torá todo el día. “La gente me dijo: ‘¡Estás loco! ¡Tienes un puesto magnífico!’. Pero yo soy ingeniero por profesión y rabino por pasión”.

“Cuando entré a Mobileye, Ziv Aviram me prometió que eso cambiaría mi vida. Al partir, le agradecí por ‘cambiar mi vida’ al crear esta oportunidad de cumplir mi sueño”.

Hoy, Mois disfrutar su rol como “embajador de Torá” no oficial, reuniéndose con grupos de dignatarios extranjeros, líderes, empresarios, grupos de Birthright y programas de Máster de Administración de Empresas. Él habla sobre “Innovación, vehículos autónomos y propósito”, combinando filosofía judía y tecnología, y mostrando “un lado espiritual de Israel que la gente generalmente no ve al encontrarse con israelíes laicos que se dedican a la alta tecnología”.

Mois también habla sobre temas candentes tales como cómo programar éticamente un vehículo autónomo. “El problema del tranvía se volvió digital”, dice en referencia a la pregunta ética respecto a evitar la muerte accidental de muchas personas al matar intencionalmente a menos personas. “Los vehículos autónomos no pueden operar sin pensamientos éticos. ¿Quién responde a esta pregunta? Al fabricante de autos sólo le importa ganar dinero, y el dueño del auto sólo quiere salvar su propia vida. Por lo tanto, quienes deben responder son los pensadores éticos, y es precisamente aquí donde podemos mostrarle al mundo cuánto puede ofrecer el judaísmo. El Talmud y la responsa rabínica han tratado estos temas durante milenios”.

Mois trabaja ahora en un postdoctorado en filosofía judía en la Universidad de Bar Ilán en Israel, focalizado en la interrelación entre tecnología y moralidad. También da clases de Torá en el Colegio de Tecnología de Jerusalem, en Mobileye y en línea en DivreiNavon.com.

Mientras que la sociedad actual considera a la tecnología como el pináculo de los logros humanos, Mois espera transmitir el mensaje más profundo de la sabiduría para vivir. “La tecnología tiene la fuerza de inspirar a la gente a mirar hacia adentro, de buscar su lado espiritual y preguntarse: ¿Para qué estoy aquí? ¿Soy una máquina o hay algo especial en mí?” Este es el eje de mi historia, y creo que es la base del pueblo judío. Existe una diferencia entre los seres humanos y las máquinas. La vida es inherentemente significativa. Tenemos un propósito más elevado”.

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