Israel envía una delegación de ayuda humanitaria a Albania después del terremoto

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El pasado miércoles 4 de diciembre comenzó el trabajo de la delegación de las Fuerzas de Defensa de Israel en Albania

El pasado miércoles 4 de diciembre comenzó el trabajo de la delegación de Tzahal, las Fuerzas de Defensa de Israel, concretamente de la Unidad Nacional de Rescate de Pikud Haoref, el Comando de Defensa Civil, en Albania. El fuerte sismo registrado a fines de noviembre, el más potente ocurrido en el país desde 1979, causó serios destrozos y provocó la muerte de decenas de personas.

Después de una coordinación previa con las autoridades locales, llegó a Albania una delegación de la Unidad Nacional de Rescate de Israel, cuyos miembros se dirigieron a Durres, uno de los escenarios de la catástrofe. Su misión no fue concebida como de asistencia de urgencia para ubicar posibles sobrevivientes entre los escombros, sino de ayuda en el esfuerzo por hacer posible que la mayor cantidad posible de gente pueda volver a la rutina. El desafío: determinar en forma profesional qué edificios son habitables a pesar de los daños sufridos y a cuáles está prohibido entrar.

Para hablar de esto y mucho más, entrevistamos al coronel (reserva) Golan Vach (se pronuncia Vaj), jefe de la Unidad Nacional de Rescate. La conexión nos la hizo la oficina del Portavoz del ejército directamente a Albania.

El coronel (reserva) Golan Vach, jefe de la Unidad Nacional de Rescate.

Vach, padre de 7 hijos, residente de Galilea, es un oficial de reserva, al igual que la mayor parte de los miembros de esta unidad, que dedican su vida civil a diferentes áreas de especialidad y, cuando son convocados a raíz de alguna emergencia, ponen en práctica precisamente sus destrezas en los diversos campos en los que trabajan. Hasta hace un año hizo servicio militar y fue comandante durante 25 años en unidades de combate como Maglan y el batallón de paracaidistas. Hace 12 años decidió sumarse a Pikud Haoref, el Comando de Retaguardia o de Defensa civil, llegando finalmente a ser el jefe de la Unidad Nacional de Rescate. Asumió su cargo poco después del terremoto en México. Cuando la unidad envió una delegación encabezada por el entonces comandante Dudi Mizrahi, Golan Vach también participó. Estaba por asumir. Ha estado también en Haití, en las Filipinas y en otros lugares.

A Albania llegó con ingenieros, expertos en tecnología y patentes diversas.

Este es un resumen del diálogo mantenido.

P: Golan, aunque el nivel de la unidad es conocido, recordemos de qué se trata.

R: La Unidad Nacional de Rescate tiene reamente nivel mundial. Eso lo hemos comprobado y demostrado en numerosos escenarios de catástrofes.

P: Aquí ese alto nivel es para salvar vidas. Pero cuando usted estaba en unidades de combate, tenía que combatir el terrorismo y seguramente también ha tenido que quitar vidas.

R: Cuando yo era comandante de un batallón en Kfar Darom y tuvimos un choque con terroristas que estaban en camino a un atentado, los neutralizamos y luego desmoronamos el edificio sobre ellos. Eso fue en el 2002. Pero tuvimos que sacarlos de entre las ruinas para demostrar que contrariamente a lo que decían, no eran inocentes pacíficos, sino terroristas en camino a atacar blancos israelíes. Estaban armados hasta los dientes y se vio cuando los sacamos del lugar.

Hoy puedo decir que la satisfacción que sentí al poder sacar a los terroristas que iban a matar gente, de entre los escombros, y poder demostrar que eran realmente terroristas, fue muy similar a la alegría que sentí al rescatar gente con vida entre ruinas en otras ocasiones.

P: Qué comparación singular…

R: A veces se dice que el ejército es un organismo "muy violento", de ataque, que usa la fuerza en forma exagerada. Yo discrepo con eso de que es “exagerada”. Cuando tenemos que matar a alguien es exclusivamente para salvar vidas. Y esa misma fuerza se usa también para salvar vidas aquí, en zonas de catástrofes.

P: ¿Cuál fue la primera vez que salvó gente entre las ruinas?

R: En Haití en el 2010. Un hombre de 64 años, que se llamaba Jules France. Había estado más de cien horas enterrado entre ruinas y finalmente mi equipo y yo logramos sacarlo.

P: Debe ser difícil describir lo que se siente en un momento así.

R: Fue sumamente emocionante. Luego de muchas horas de trabajo logramos hacer un agujero entre las ruinas, verlo y hablar con él. Uno de los oficiales que ya había estado en situaciones similares me dijo: “Cuando te puedas acercar, sácate el guante, tócalo sin el guante”. Pregunté por qué y me dijo: “hazlo”. Cuando entramos al lugar en el que se hallaba, me saqué el guante y le toqué la espalda. Fue como electricidad. Entendamos: esa catástrofe cobró la vida de un cuarto de millón de personas. Y al lograr salvar a alguien que podría haber muerto, sientes que tocas el alma de la persona. Es una sensación muy emocionante. Cuando el hombre salió al aire libre, todos lloramos, como si nosotros lo hubiésemos traído al mundo. Vivía en un mundo distinto del nuestro, hablaba otro idioma y tenía otro color, pero era como haber traído un niño nuestro al mundo.

P: ¿Cómo estaba el hombre?

R: Sin fuerzas, pero con vida. Un año después su vida volvió a la normalidad. Vivía en Puerto Príncipe. Hoy debe tener 74 años. Jules France… no lo olvidé jamás.

P: Donde están ahora, en Durresh, entiendo que la misión es distinta.

R: Así es. Te comento ante todo que otros dos distritos han sido afectados por el terremoto, incluyendo la capital Tirana. Nosotros trabajamos en Durres. Aquí, en efecto, nuestra misión no es buscar gente entre los escombros sino tratar de ayudar a volver a la normalidad y garantizar la estabilidad del funcionamiento de las instituciones, lo cual es muy difícil si a miles y miles les falta dónde vivir.

P: ¿Qué tienen que hacer, concretamente?

R: Te diré ante todo que vemos aquí la desconfianza de la gente local y confirmamos cuán importante es nuestro aporte. Aquí los ingenieros deben marcar si un edificio es verde o rojo, o sea si se puede entrar a él y vivir allí o si es peligroso y se puede desmoronar. La grandeza es poder evaluar correctamente qué está permitido, no decir casi automáticamente que todo está prohibido, por las dudas.

Soldados israelíes trabajando en terreno.

P: Se cubren, por si acaso, dice usted.

R: Así es. Por eso entiendo la desconfianza de la gente. Nosotros en un día inspeccionamos 32 edificios de entre 10 y 12 pisos cada uno, de cuatro familias por piso, o sea 1200 familias… y determinamos que más del 85% son “verdes”.

P: ¿Y confían en las determinaciones de la delegación israelí?

R: Muchísimo. Han venido a trabajar con nosotros el ministro del Interior, el alcalde, también el Ministro de Infraestructuras, Energía y Agricultura estuvo un rato… y de la delegación japonesa, una profesora que fue la que tuvo a su cargo todo el manejo de la situación tras el terremoto en Fukushima, estaba sumamente entusiasmada con nuestras metodologías.

P: Es que el nivel de la unidad israelí, como decíamos antes, se conoce ya antes que lleguen.

R: Así es. Todos ven cómo trabajamos, la metodología del sistema nacional, y lo aprecian profundamente. El uniforme de Tzahal, la bandera, inspiran confianza. También ven los equipos adelantados que tenemos, las cámaras térmicas para ver cómo está construido el edificio, equipos electromagnéticos para ver dónde están los metales, cosas que ayudan mucho. Y desde aquí, en casos de dudas, nuestros expertos se conectan con colegas en Israel, que en forma voluntaria también aportan, a través de conferencias telefónicas. Les mandamos fotos de un edificio sobre el que queremos consultar y en Israel pueden participar decenas de expertos en la evaluación. Así que no somos de hecho sólo 8 en el terreno, sino muchos más.

P: Y vuestra ayuda es clave.

R: Sin duda alguna. Hay mucho que hacer acá para que todo esté más ordenado. Y poder garantizar la estabilidad del régimen central, que es quien se ocupa esforzadamente de tratar de dar respuestas a la gente, es muy importante.

P: ¿Qué piensa sobre el hecho que la delegación israelí esté ayudando en un país musulmán?

R: No lo había pensado…

P: Buena señal de normalidad. Muchas gracias.

R: A ti.

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Fuente: semanariohebreojai

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