Un piloto de la Fuerza Aérea Israelí cumple el sueño de una víctima del Holocausto de 13 años

5 min de lectura

Cada vez que entra a la cabina, el teniente C. recita el poema de Abremik Koplewicz.

Abremik, de 1 año, con sus padres Mendel y Iojeved Guitel

Para el teniente C., un poema escrito por una víctima del Holocausto de 13 años sobre volar un avión a la Tierra Santa, fue una fuente de inspiración diaria desde que lo leyó por primera vez cuando llevaba nueve meses de su entrenamiento.

Abremik Koplewicz escribió en su poema titulado Un sueño: “Cuando tenga veinte años, me sentaré en un pájaro motorizado y me elevaré a los confines del espacio. Volaré, flotaré, a un hermoso mundo lejano…”

Abremik, el único hijo de Mendel y Iojeved Guitel Koplewicz, tenía diez años cuando él y sus padres entraron al Gueto de Lodz, en 1940. Abremik fue un talentoso escritor que escribió historias, poemas y un diario en un cuaderno que le regalaron sus padres. En 1944 fue deportado a Auschwitz. Un sueño fue escrito en 1943, cuando Abremik tenía sólo 13 años. Ahora su poema es exhibido en múltiples idiomas en la galería de Yad Vashem dedicada al Gueto de Lodz.

“Un sueño”, en exhibición en Yad Vashem

Valores de infancia

El padre del teniente C. llegó a Israel desde Sudáfrica cuando tenía 18 años y sirvió en una unidad de combate del ejército de Israel. “Definitivamente crecí entendiendo que había otros que me estaban defendiendo y que un día yo sería uno de esos que defienden”, afirmó C. en una entrevista con AishLatino.com. “En verdad nunca tuve ambiciones especiales de ser un piloto”.

El teniente C. creció en un hogar religioso y señala los valores que dieron forma a sus decisiones. “Crecí sintiendo que siempre debes intentar hacer lo mejor que puedes en la vida y esto no es sólo respecto a qué carrera escoges, sino sobre lo que haces por el mundo y tener un buen corazón. Cada semana mi madre preparaba café y pastel para la persona que limpiaba nuestro edificio y mi padre y yo se lo llevábamos. Pequeños actos como este me motivaron a ser lo mejor que puedo ser, y también intento hacer eso para beneficio del pueblo judío”.

La mudanza a Nueva York

Cuando C. tenía 16 años, a punto de comenzar sus últimos dos años de preparatorio, la familia se mudó a Nueva York por el trabajo de su padre. “Vivir en Nueva York fue increíble y realmente disfruté conocer nuevas personas, pero para mí era obvio dónde estaba mi hogar”. Cuando cumplió 18 años, a pesar de que su familia se quedó en Nueva York, C. regresó a Israel para enrolarse como soldado solitario (un soldado que no tiene familia en el país).

“Hubiera estado feliz sirviendo en cualquier lugar del ejercito siempre y cuando estuviera haciendo lo mejor posible”, afirma C. “Me preguntaron si quería hacer la prueba para ser piloto y pensé por qué no darle una oportunidad”. Tras pasar el psicométrico y las pruebas físicas, fue admitido en la academia de vuelo y comenzó tres años intensivos de entrenamiento.

El teniente C. lee el poema de Abremik cada vez que vuela.

Él razonó: “El ejercito necesita personas en muchas unidades diferentes. Sólo después de leer el poema de Abremik Koplewicz sentí la magnitud del por qué y cómo estaba sirviendo a Israel. Al leer sobre el sueño de volar de ese niño, pude ver mi propio reflejo con el uniforme de la academia de la fuerza aérea”.

Junto con otros cadetes de la fuerza aérea, C. se tomó una semana de descanso del entrenamiento de combate para participar en un seminario educativo de las fuerzas armadas. Un día, el seminario incluyó una visita a Yad Vashem, el Museo del Holocausto.

“No sé cuánto tiempo me quedé allí parado, leyendo su poesía. Literalmente temblaba y lloraba al comprender que estaba viviendo su sueño. No podía hablar”.

C. y los nuevos pilotos de Israel que servirán al pueblo judío desde los cielos durante los próximos 7 años.

“En la fuerza aérea, los aviones reciben nombres de pájaros. Por eso, al leer las palabras: ‘me sentaré en un pájaro con alas’, me sentí todavía más conectado con el sueño de ese niño”. C. copió el poema y lo memorizó. “Cuando comencé el entrenamiento de vuelo, dije el poema cada vez antes de despegar y desde ese momento lo he dicho cada vez que entré a una cabina de mando para volar. Me recuerda que cada vez que vuelo estoy viviendo su sueño”.

Una llamada de la familia de Abremik

Como parte de su entrenamiento, les piden a los cadetes que escriban sobre algo que les resulta significativo. C. escribió sobre el poema y lo que significaba para él. Luego sus palabras fueron publicadas en el sitio oficial del ejército de Israel.

En 1995 Lolek (a la izquierda) dona a Yad Vashem los poemas de su medio-hermano, ante la presencia de quien era en ese momento el presidente de Israel, Ezer Weizman (a la derecha) y del presidente de Yad Vashem, Avner Shalev (al centro).

Después de la publicación del artículo, C. recibió una llamada de Adam Grunfeld, el hijo de Lolek Grunfeld (96), el medio hermano de Abremik Koplewicz. “Adam me contó que Lolek había pasado gran parte de su vida hablando sobre Abremik y sus escritos, asegurando que su recuerdo siguiera vivo”.

Adam le contó que cuando la familia Koplewicz fue deportada de Lodz a Auschwitz en 1944, la madre de Abremik, Iojeved Guitel, fue enviada directamente a las cámaras de gas. A Abremik y a su padre los enviaron a hacer trabajos forzados. Mendel dejaba a su hijo en las barracas para protegerlo de la terrible experiencia, pero un día cuando regresó su hijo ya no estaba. Los nazis habían matado a todos los que quedaron en la barraca.

La primera página del cuaderno de Abremik, donde escribió sus poesías mientras vivía en el gueto de Lodz.

Mendel sobrevivió el Holocausto y se fue a vivir a Israel, en donde publicó los escritos de su hijo, ocho poemas en total. Tras el fallecimiento de Mendel en 1983, la tarea de preservar la memoria de Abremik pasó a Lolek, quien presentó oficialmente el cuaderno de Abremik a Yad Vashem en 1995, en donde estuvo en exposición desde entonces.

“Fue una llamada increíble y sentí que estábamos muy conectados. Adam quería que yo supiera cuánto significaba para su padre que yo ayudara a preservar las palabras de Abremik”.

Quizás por sentir que el sueño de su hermano finalmente había recibido alas, Lolek falleció dos meses después de la graduación de C.

“Espero poder conocer muy pronto a Adam y a los otros miembros de la familia de Lolek”.

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