Vivir como judíos

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El horrendo ataque en Itamar es un llamado de atención a todo el pueblo judío.

La tranquilidad de Shabat fue destrozada el 11 de marzo de 2011, cuando un terrorista palestino irrumpió en el hogar de la familia Fogel en Itamar y acuchilló a los dos padres y a tres niños. Lamentamos esta horrible y trágica pérdida.

A pesar de que la prensa mundial –enfocada en Libia y en Japón— apenas se percata de la tragedia, toda persona pensante debe hacer introspección sobre lo que significa esto en la visión global. El siguiente artículo, escrito en 2002 en la cúspide de la violencia de la Intifada, le da voz a nuestros gritos.

¿Cuál será el final de la sangrienta situación en el Medio Oriente? Los expertos políticos son escépticos respecto a cualquier solución diplomática en el horizonte. Las fuentes militares sólo ofrecen medidas provisionales para frenar el terror y no encuentran manera práctica de ganar esta guerra. Israel incluso está perdiendo la mayoría de las batallas políticas y mediáticas, ya que muchos simpatizan con los árabes.

En 2002, cuando un francotirador comenzó a disparar hacia ciudadanos inocentes en Washington DC, millones de personas se sintieron aterrorizadas por sus vidas. La seguridad que necesitan para vivir una vida normal fue socavada. En los ataques terroristas en Israel, miles de civiles israelíes han sido asesinados y miles más han sido gravemente heridos. Buses, tiendas, restaurantes y hoteles están bajo ataque frecuente. Claramente, el estado judío enfrenta una amenaza a su existencia misma. ¿Cómo continuará la gente con su vida?

Este es el objetivo mismo de los enemigos de Israel, mutilar la voluntad de la nación mediante el miedo y el sufrimiento. Con la sensación de parálisis que acompaña cada ataque terrorista, nos preguntamos: ¿Cuánto más podemos soportar? ¿Por cuánto tiempo más podemos arriesgar las vidas de nuestros hijos?

Mirando Hacia Atrás

En este momento tenemos que mirar hacia atrás. Sin duda los judíos hemos sufrido antes. Nuestros ancestros han enfrentado amenazas de extinción masiva, y sin embargo sobrevivieron. Nosotros, quienes estamos vivos hoy, descendemos de esos sobrevivientes.

¿Cómo vieron ellos estas circunstancias semejantes?

1. Vieron los eventos de su época como la revelación de su destino Divino.

2. Consideraron que su respuesta espiritual era tan importante como cualquier estrategia política, militar o mediática que utilizaron en contra de sus opresores.

3. Creyeron que el cambio radical, tanto personal como comunal, era el catalizador para evitar cualquier amenaza inminente.

Desde el estallido de la Intifada en el año 2000, se ha hecho dolorosamente obvio que este conflicto no es sobre tierras. Es sobre los judíos.

Las encuestas reportan que el 70 por ciento de los israelíes y el 80 por ciento de los palestinos ven esto como una batalla por la existencia del estado judío.

Muchos de nosotros nacimos en un mundo en donde el Estado de Israel siempre existió. ¿Pero qué pasaría si los enemigos de Israel se unen? ¿Qué pasaría si los ejércitos árabes se unen a los 40,000 integrantes de la “fuerza policial” palestina y tratan de “liberar” Jerusalem de los “infieles judíos”?

La respuesta judía a la frase “¡Muerte a los judíos!” ha sido siempre “¡Vivir como judíos!”. Si los malvados nos apuntan porque visualizamos un mundo construido sobre valores morales, entonces nuestra respuesta debe ser aún más apasionada de acuerdo a esos valores.

Hoy en día hay un incremento del antisemitismo, pero se ha puesto el disfraz de anti-sionismo. Este ataque a la existencia continuada del estado judío debe impulsarnos a realizar una introspección tanto a nivel personal como nacional.

En 1948, el mundo observó a los judíos volver a Sión. El pueblo judío emergiendo de las cenizas del Holocausto, de vuelta en su propia tierra. ¿Qué crearían?

Enfrentando ataques repetidos, los ciudadanos del joven estado pasaron la mayoría de sus horas activas preocupándose por la supervivencia. Y cuando había tiempo para tomarse un descanso, tenían que construir un país: caminos, escuelas, infraestructura e instituciones. ¿Quién tenía tiempo para pensar en un objetivo nacional más elevado? Era suficiente saber que Israel sería un lugar de refugio para los judíos alrededor del mundo si otro holocausto amenazaba.

El sionismo moderno vio a Israel como un lugar seguro ante el antisemitismo. Hoy en día el lugar seguro ya no existe. ¿Quién imaginaría que la amenaza siguiente a la destrucción de millones de judíos podría ocurrir dentro de los límites de Israel?

Objetivo Único

Pero Israel estaba hecho para ser mucho más que un refugio. Estaba hecho para ser el trampolín desde el cual el pueblo judío podría llevar a cabo su destino.

Los judíos de todo el mundo deben preguntarse a sí mismos: ¿Hemos perdido tanto de vista el objetivo de Israel que Israel será quitada de nuestras manos? ¿Hemos desperdiciado tanto nuestra oportunidad de construir una nación judía que terminaremos perdiendo la tierra? Elie Wiesel comparó a la judería moderna con un mensajero que fue golpeado en la cabeza y noqueado. Cuando despertó, no podía recordar el mensaje, quién lo había enviado, hacia quién había sido enviado, y tampoco el hecho de que era un mensajero.

Quizás hemos perdido de vista la singularidad misma de nuestro destino. El judaísmo en mucho más que una religión, mucho más que una identidad nacional. Debemos ser una luz para las naciones, reparar el mundo, y ser una fuente de bendición para la humanidad. Y esto se materializará a través de los judíos viviendo de acuerdo a su tradición en su tierra ancestral, la Tierra de Israel.

¿Cómo puede la pequeña nación judía ser un catalizador para la reparación del mundo? El erudito e historiador cristiano Paul Johnson escribió en su best seller “History of the Jews” (“La Historia de los Judíos”):

Una forma de resumir 4,000 años de historia judía es preguntarnos: ¿Qué hubiese pasado con la humanidad si Abraham no hubiese sido un hombre de gran sagacidad, o si se hubiese quedado en Ur y hubiese guardado sus nociones elevadas para sí mismo, y ningún pueblo judío específico hubiese llegado a existir. Ciertamente el mundo sin los judíos hubiese sido un lugar radicalmente diferente.

Todos los grandes descubrimientos conceptuales del intelecto parecen obvios e inescapables una vez que han sido revelados, pero requiere un genio especial formularlos por primera vez. Los judíos tuvieron ese don. A ellos les debemos las ideas de igualdad ante la ley, tanto divina como humana, de la santidad de la vida y de la dignidad de la persona humana, de la consciencia individual, y también de la redención personal, de la consciencia colectiva, y de la responsabilidad social, de la paz como un ideal abstracto, y del amor como la base de la justicia, y muchos otros temas que constituyen la base moral de la mente humana.

Imagina un país cuya estructura moral estuviese tan entretejida con estos valores que pudieras palparlos apenas pones un pie en su tierra. Imagina un sistema económico, social y de salud que deriva de e infunde esos valores. Imagina un sistema educacional y legal construido sobre esta base moral. Imagina una nación que asumió cumplir con un pacto de 4,000 años de ser una luz para las naciones.

Hemos sido siempre un pueblo con una fe sin límites y esperanza en el futuro. Creímos en nuestro propósito único hasta cuando fuimos exiliados de un país a otro. Sufrimos crueldad y abandono incluso mientras continuamos enseñándole al mundo sobre un Dios afectuoso. Luchamos para traer bondad al mundo, convirtiéndonos por eso en el objetivo del mal más grande de la tierra. ¿Cuál será el final de la situación sangrienta en el Medio Oriente? Seguramente no terminará hasta que le prestemos atención a su mensaje, un mensaje que está pidiéndole ayuda a cada uno y a todos los judíos. Ya sea en Israel o en la diáspora, ya sean entendidos en judaísmo o sin instrucción judaica, ya sean religiosos o no, este es un llamado de atención para reexaminar nuestros lazos con nuestro pueblo. Para reafirmar nuestra identidad judía y nuestra misión divina.

Al igual que nuestros enemigos nunca han diferenciado entre judíos, nosotros tampoco debemos hacer excepciones. ¡Despierta! Estamos en esto juntos.

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