El día de Jerusalem a la sombra de Auschwitz

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Reflexiones personales en este significativo día.

El 28 de Iyar de 1967, mi papá me despertó con las noticias de que el ejército israelí había liberado la ciudad vieja de Jerusalem y el Kotel, el ‘Muro de los Lamentos’. Cuando llegué a la Ieshivá, la atmósfera era jovial. Habíamos recitado salmos diariamente durante varios días. La mayoría de nosotros éramos niños menores de 12 años, pero todos sentíamos el peligro en el cual estaba inmerso Klal Israel. Todo eso cambió después de que escuchamos cómo el ejército israelí irrumpió por las puertas de la ciudad vieja y Jerusalem volvió a estar en manos judías.

Más tarde ese día escuché la radio WEVD. El locutor dijo en idish: “La ciudad vieja de Jerusalem fue liberada hoy… Repetimos: la ciudad vieja de Jerusalem…”. Al día siguiente los periódicos mostraban fotos de Rav Goren zt’’l tocando el shofar rodeado de soldados, con el Kotel asomándose por detrás. Esta era la primera foto del Monte del Templo bajo soberanía judía en más de 2000 años. Recuerdo la euforia en las calles. Había banderas israelíes decorando muchas de las tiendas en la 18th Avenue de Boro Park.

A las pocas semanas, coloridos afiches de Jerusalem y grabaciones con canciones de la Guerra de los Seis Días estaban a la venta en las librerías judías locales. Yerushalaim shel zaav fue un hit instantáneo y la gente se amontonaba para comprar el álbum.

Cuando crecí, me di cuenta de que el período que precede a Shavuot era uno de los más tristes para mis padres. Hacían su mayor esfuerzo para no mostrarlo, pero de todas formas yo lo percibía. Recuerdo a mi padre encendiendo velas de yortzait por sus padres, quienes fueron asesinados en Auschwitz. Una semana después mi madre encendía velas de yortzait por sus padres y hermanos. Ellos también fueron asesinados en Auschwitz.

Hace setenta y un años, el 28 de Iyar de 1944, los vagones de ganado que llevaban a cientos de judíos desde la región de Marmarrush en Hungría entraban por las puertas del infierno, más conocido como Auschwitz-Birkenau. Entre ellos estaba mi abuelo, Rav Ezra ben Abraham h’’yd y mi abuela, Sara bat Rav Jaim h’’yd. Ellos y el resto de los judíos de la ciudad de Petrova murieron santificando el nombre de Dios en las cámaras de gas.

En 1967, el día 28 de Iyar, tanques y camiones que llevaban a cientos de soldados judíos entraron por las puertas de Jerusalem. Ellos santificaron el nombre de Dios al recitar la bendición de shejeianu.

Hace setenta y un años, en 1944, el día 28 de Iyar el mundo se mantuvo silente. Las puertas de escape fueron cerradas. Fue un jilul Hashem, una profanación del nombre de Dios.

Iom Ierusalaim, el día de Jerusalem, tiene un significado especial para mi familia y para mí. Es con gran emoción que cuelgo la bandera israelí afuera de mi casa. Yo nací apenas 10 años después del Holocausto, y le estoy muy agradecido a Dios por no haber nacido 10 años antes. Cuando mis abuelos se dirigieron hacia su muerte un día 28 de Iyar, 71 años atrás, ¿quién en Auschwitz podría haber imaginado que apenas cuatro años después los judíos podrían encontrar refugio en el estado de Israel?

Y el día 28 de Iyar de 1944, ¿quién podría haber soñado que 23 años después, Dios enviaría a sus mensajeros a liberar el Monte del Templo?

Los judíos que sobrevivieron el Holocausto se mantuvieron aferrados a su fe a pesar de los horrores que les tocó vivir. Israel es lo que le dio a mucha gente la fortaleza para reconstruir. Los milagros que Dios mostró en Iom Ierushalaim les dieron cierta medida de confort.

Quiera Dios seguir cuidando la Tierra Santa. Quiera Él continuar cuidando a nuestros santos soldados, tanto a quienes sirven con un arma como a quienes sirven con un tratado de Talmud y a quienes sirven con ambos. Quiera Dios darnos la ayuda celestial para estar unidos tal como estuvimos en la entrega de la Torá, ke-ish ejad ve-lev ejad, ‘como un solo hombre con un solo corazón’, y de esa manera apresurar la llegada del Mashíaj.

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