Sabiduría judía: 10 ideas que me cambiaron la vida

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Cuanto más tiempo pasa, más me impresiona su sabiduría y alcance.

Si bien no soy considerado un judío observante, he leído un poco sobre judaísmo y tuve la fortuna de ser el editor privado de un erudito judío durante varios años. Considero que algunas enseñanzas de la sabiduría judías sobre la vida diaria, que no necesariamente se encuentran en la literatura psicológica o de autoayuda actual, me acompañan y espero que hayan influido en mi comportamiento. Cuanto más tiempo pasa, más me impresiona la astucia y alcance de la sabiduría judía.

Las ideas que presento son bastante aleatorias y consisten en máximas o dichos que, por alguna razón, me dejaron una marca duradera.

He aquí 10 perlas de la sabiduría judía que me cambiaron la vida:

1. Para que haya paz en el hogar, está permitido borrar el nombre de Dios.

Cualquiera que haya experimentado una pelea doméstica, entiende que esta es una frase sumamente poderosa. El nombre de Dios tiene un valor inmenso en el judaísmo, tanto que los judíos observantes se refieren a Dios como Hashem, "El Nombre", en lugar de pronunciar el nombre mismo. Borrar el nombre de Dios es un acto inimaginable y espantoso. Sin embargo, esta frase dice que hay algo aún peor: una pelea entre marido y mujer. La pelea doméstica socava los cimientos de la vida, cercena toda conexión con la armonía y la paz o, en otras palabras, corta la conexión con Dios. Un proverbio extremadamente relevante en una era de colapso familiar.

2. No difames ni hagas comentarios malignos.

¿Cuántos de nosotros, que no somos ni asesinos ni ladrones, que nos consideramos civilizados, lo hacemos? ¿Qué lugar laboral no sería mucho mejor si las personas evitaran hacerlo? Algunos judíos observantes aplican este principio constantemente y se esfuerzan para evitar decir cualquier cosa negativa sobre otra persona, prácticamente en cualquier circunstancia. Yo pienso que con las personas cercanas decir lo que creo sobre alguien es legítimo y necesario. También me gusta hablar mal de figuras públicas que me enojan. Pero denigrar a individuos privados en reuniones públicas es una mala práctica, sin excepción.

3. Sin rencores, ni revancha.

De acuerdo con el judaísmo tradicional, una persona sabia y moral nunca guarda rencor ni se venga. Esto también parece muy acertado. Si alguien a quien respetas te ofende, tienes la obligación de esforzarte por superarlo, asumiendo que el error se debió a una imperfección de esa persona. Si no lo puedes superar, debes hablar sobre el tema con quien te ofendió. Si alguien te ofende en repetidas oportunidades, lo más probable es que no puedas ser su amigo y, en lo posible, debes alejarte de él. Pero guardar rencor es tortuoso y cobarde, nunca es una solución.

Lo mismo ocurre con la venganza. Por supuesto, en ocasiones es necesario actuar en contra de una agresión; el judaísmo no es pacifista y reconoce esta necesidad tanto en el escenario del crimen violento como en el de la guerra. Pero el objetivo es la defensa propia y la justicia. Convertir a la venganza en un objetivo en sí mismo nos pone en riesgo de sumergirnos al nivel barbárico de nuestros enemigos.

4. No te alegres por la muerte de un enemigo.

En la actualidad, los países civilizados enfrentan enemigos tan salvajes que resulta difícil poder cumplir con este dictamen. Admito que cuando el ejército israelí elimina en un ataque de precisión a un sangriento terrorista, siento cierta alegría. Sin embargo, el judaísmo busca civilizarnos, no sólo en las formas básicas expresadas en los Diez Mandamientos sino también en cosas más mundanas. Ser civilizado significa esforzarse para ser tan diferente de los crueles enemigos como nos sea posible. Alegrarnos por la muerte de otra persona nos pone en peligro de atrofiar nuestra cualidad humana y nuestra moral básica. Lo mismo se aplica a disfrutar la caída de un odioso rival comercial o político.

5. No avergüences a nadie en público.

La tradición judía es firme en este punto y afirma que es preferible morir a transgredirlo. Por desgracia, ocurre todo el tiempo, no sólo en la prensa (que son los campeones de la categoría), sino también en la vida diaria. Conocí personas que ansiaban la llegada de una reunión social para poner a alguien en su lugar. Esto es particularmente censurable, porque la persona atacada queda mortificada e indefensa. Si la acusación tiene algo de verdad, entonces sus defectos de repente quedan expuestos en público. Si es mentira, la víctima, al defenderse, sólo consigue empeorar una situación ya desagradable. Es algo que debe evitarse sin excepciones.

6. Saluda con alegría a todas las personas.

Este simple consejo encapsula un enfoque óptimo para vivir y relacionarse con los demás. Implica dejar de lado tu estado de ánimo (que no siempre es ideal), y convertirte en una fuerza positiva más allá de cómo te sientas. Es reconocer que las personas tienen estados de ánimo y una complejidad interna que puede o no manifestarse, y que cuanto más energía positiva una persona irradie, mejor es para todos. Un saludo alegre relaja a los demás, tiende a darles más confianza y a hacer que sean sinceros, lo cual mejora la atmósfera de todo el lugar.

7. Ayudar a los demás a ayudarse a ellos mismos es la forma más elevada de caridad.

La palabra hebrea para caridad, tzedaká, significa justicia. Esta es una idea profunda en sí misma; implica que la caridad es, básicamente, una forma de rectificar el mundo, un requisito existencial. La tradición judía dice que si bien es muy bueno ayudar a alguien que necesita desesperadamente dinero, brindarle estabilidad y autonomía (alentándolo, ayudándolo a encontrar un trabajo, etc.) es aún mejor. El judaísmo enfatiza esta idea aunque, por cierto, hay casos de personas incapacitadas que no pueden ayudarse a sí mismas. Si bien ambas formas de caridad son importantes, ayudar a que alguien ya no necesite caridad parece tener un valor especial.

8. Evita depender de los demás.

Al mismo tiempo, el judaísmo te aconseja que aceptes un trabajo más básico antes que depender de los demás. Claramente, esto no puede aplicarse de forma universal. Por ejemplo, muchos jóvenes necesitan que sus padres los ayuden a pagar sus carreras universitarias. De todos modos, la idea es que una relación de dependencia tiende a corromper tanto a quien brinda como a quien recibe ayuda. El primero está en una posición de poder, el segundo en un estado de servilismo. De hecho, pocas personas pueden asumir el estatus de dadores, porque casi inevitablemente, incluso sin intención, humillarán al beneficiario de la ayuda. En una escala más amplia, esta idea se aplica con gran precisión a la relación entre los Estados Unidos e Israel.

9. Si salvas una vida, es como si hubieras salvado al mundo entero.

Esta frase parece tener una aplicación limitada, ya que la mayoría de las personas jamás se encuentran en una situación que les permita salvar la vida de otros. Sin embargo, la idea parece apuntar a la misteriosa profundidad de los actos morales. Lo experimenté a menudo: si corrijo una mentira sobre Israel, alimento a un gato extraviado o doy direcciones en la calle, siento como si todo el universo hubiera sido creado sólo para ese momento de eterna resonancia. La idea es que todo lo que hacemos tiene gran importancia y es terapéutico. Además, deja afuera de la ecuación al aburrimiento, la apatía y el nihilismo.

10. A menudo no se puede distinguir entre Dios y la mala suerte.

Viví lo suficiente como para aprender esto, lo que me permite tomar los acontecimientos de la vida con más calma y evitar reaccionar excesivamente ante los altibajos. Ocurre una y otra vez, particularmente en cosas que se le atribuyen a la mala suerte. La pérdida de un trabajo o de un cliente, el final de una relación… A menudo, cuando lo analizamos en retrospectiva, vemos que esas situaciones fueron positivas, ya sea en sí mismas o porque abrieron otras puertas. Por supuesto, puede ocurrir también lo opuesto: puedes saltar de alegría ante lo que parece ser una excelente noticia, y luego terminar lamentándola. También en este caso nos beneficia saber que no entendemos el mundo, sus razones y su funcionamiento, sino que muchas cosas son un gran misterio.

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