Sigo Viviendo Mi Vida

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Cuando una tragedia golpea nuestras vidas, ¿dejamos de vivir?

El Shabat pasado, con mi marido de viaje en Inglaterra por motivos de trabajo, tuve una amiga quedándose en mi casa por tres días con sus tres niños porque su marido estaba de viaje en Nueva York también por trabajo. Otra amiga de nosotras que tuvo un bebé hace poco quiso "salir un poco", por lo que ella también vino y se quedó con su marido y sus dos niños. Además, yo tenía una joven que se quedó con nosotros para ayudarme con los niños, otra joven que recientemente había dado a luz, mi suegra, y mis propios siete niños.

La casa estaba realmente llena, con cuatro bebés menores de siete meses, dos niños pequeños, más otros tres bajo la edad de cinco años. Solamente la logística de quién dormiría dónde y con quién, quién se sentaría dónde en la mesa, y quién necesitaba una mamadera, amamantar o un cambio de pañales podría haber sido suficiente para acobardar al general más valiente de ejército.

Así fue esta semana.

"¿Cuál es el gran problema? ¿Unos invitados para Shabat? Hacemos esto y más cada semana".

La semana pasada, tuve una amiga diferente que vino con dos pequeños niños. Ella se quedó durante cuatro días, mientras su marido llevó a sus hijos mayores a ver a sus abuelos en su visita anual a Florida. El jueves por la mañana, cuando yo recién comenzaba a contemplar mis preparativos para Shabat, mi vecino de abajo entró. (Su esposa estaba en Nueva York, visitando a su padre enfermo).

"Michelle, ¿cómo se cocina un pollo?".

"No te preocupes, Shmuel, sólo tráemelo y no tengo problema en cocinarlo para ti. Pero no puedes hacer solamente un pollo. Tienes ocho niños, además de ti, que tienes que alimentar".

"Está bien; nos llenaremos con la sopa".

"OK, tráeme un pollo".

"Ahora, realmente no tengo ninguna segunda intención, pero ¿puedo hacerte una sola pregunta más?".

"Seguro Shmuel, adelante".

"¿Cómo se cocina una sopa?".

"Ah olvídalo. Sólo vengan para la cena de la noche del viernes. Tendrás que traerme una mesa extra y alguna vajilla de plata, ¿está bien?".

Los dos nos reímos, espero que por lo menos uno de los dos se haya ido de aquella conversación algo aliviado. Así que ese viernes por la noche, éramos siete adultos y 17 niños. De algún modo incluso logramos comprimir alrededor de la mesa tres sillas altas y un asiento infantil.

Mis amigos siempre me preguntan: ¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes? Algunos de ustedes pueden pensar "¡ella está loca! ¡Apenas si puedo preparar la cena para mi familia!". Mientras que otros pueden pensar, "¿Cuál es el gran problema? ¿Unos invitados para Shabat? Hacemos esto y más cada semana". Cada uno de nosotros tiene sus propias fuerzas, y con ellas escogemos las mitzvot que probablemente haremos con más comodidad.

Entonces ¿cuál es la gran cosa de todos modos? Hago todo esto de la cocina, la preparación, planificación, entretenimiento, y limpieza sentada en una silla de ruedas.

Hace cuatro años durante el parto de mi quinto niño, mi doctor (con mi consentimiento) llamó a un anestesista para administrarme la epidural. La epidural causó un sangrado en mi columna vertebral, y debido a la negligencia del doctor y del personal del hospital, yo sigo parapléjica hasta hoy en día.

Me cuesta escribir sobre la agitación que esto causó en mi familia y en mi propia vida. En vez de pasar dos días en el hospital y luego unos días en el Beit HaHajlama (una clínica de reposo para la madre y el bebé) y luego volver a casa a tiempo para el bris, pasé tres días acostada en la cama de un hospital sin saber que me había pasado. Entonces fui llevada por una ambulancia, en medio de la noche y a través de toda Jerusalem, a un segundo hospital para una operación que los cirujanos me advirtieron que no ayudaría, porque era "ya muy tarde".

Por la insistencia de mi cirujano, logré llegar al bris del bebé. Llegué allí en una ambulancia viéndome sorprendentemente bien, considerando por lo que yo había pasado aquella semana.

En realidad no logré regresar a casa en casi seis meses, tiempo durante el cual yo estaba en la unidad de rehabilitación del Hospital Hadasa donde recibí fisioterapia, terapia ocupacional, y montones de lecciones de vida de parte de las enfermeras y los otros pacientes. Sería imposible hacer un conteo de las horas que pasé con mis terapeutas, los trabajadores sociales, las enfermeras, diseñadores de interior, y constructores, así como con mi familia, amigos y otros pacientes, discutiendo y planificando cómo se desarrollaría mi vida una vez que yo estuviera otra vez en casa y con mi familia.

"La cocina tiene que servirme. Cocino y preparo muchas cosas".

"La sala de estar tiene que ser abierta y espaciosa. Se dictan muchas clases de Torá en la casa y nos gusta tener invitados en Shabat".

"Todavía soy la Mamá, tengo que ser capaz de bañar a mis niños, alimentarlos, y sentarme con ellos para hacer la tarea".

"Tenemos que tener un lugar para una cuna. Cuando tengamos más niños, Dios quiera, tendré que tenerlos cerca mío".

"¡¿Más niños?!". Los doctores y enfermeras, casi todos inmigrantes rusos, estaban incrédulos cuando mi marido y yo nos sentamos con ellos, casi inmediatamente, para preguntar cómo mi condición afectaría futuros embarazos y nacimientos.

"¡¿Más niños?!". Incluso mi diseñador de interiores, un amigo íntimo y la esposa de un gran erudito de Torá, se impresionaron por el pensamiento. "Yo no podía tomarte en serio cuando hablabas de tener más niños", ella me dijo recientemente. "Pero no quise parecer desalentadora, por lo que dejé que fluyera. ¡Ahora mírate, dos niños más y lo estás haciendo excelente!".

"Lo estás haciendo excelente. " En realidad oigo eso mucho. ¿Qué significa?

"Lo estás haciendo excelente". En realidad oigo eso mucho. ¿Qué significa? Lo oigo de mis amigos, de mi marido, y de la gente que me conocía desde antes, al principio, cuando corría al aire libre.

"Lo estás haciendo excelente". "¿Qué significa eso? ¿Significa que me las estoy arreglando sin ninguna ayuda? No, en realidad tengo mucha ayuda: niñeras, gente que limpia mi casa y un ejército de muchachas de seminario que van y vienen durante las dos horas de jesed [bondad] que se les requiere hacer cada semana.

¿Significa que nunca me molesto o me frustro por mi discapacidad? No, hay muchas cosas que encuentro frustrantes y molestas: el hecho de que me pierdo más simjas [celebraciones] a las cuales no asisto porque los pasillos son inaccesibles o el elevador no funciona; el hecho de que raras veces puedo completar una tarea en la casa sin pedir ayuda para alcanzar algo colocado fuera de mi alcance o recoger algo que se me ha caído; las veces que me he quedado atascada en el baño porque algún miembro de mi familia dejó la puerta de mi dormitorio abierta, dando a cualquier persona en el pasillo una clara vista de mí; las veces que me he quedado atorada en mi cama porque yo no tenía a mano la ropa para ponerme y no había nadie en casa para ayudarme, o porque la silla de ruedas tenía un eje roto o un neumático desinflado; las veces que me he quedado sentada a solas en mi silla en la calle o el aparcamiento, con lágrimas de frustración que corrían por mis mejillas porque el edificio que me habían asegurado que tenía accesibilidad para la silla de ruedas no la tenía; las veces que me han dejado sola en casa, con un bebé que felizmente juega en el suelo, para que en ese momento empiece a llorar, justo cuando no había nadie que pudiera recogerlo.

Podría continuar, pero no tiene sentido y seguro esa no es mi intención.

¿Así que a qué se refieren mis amigos, mi familia, mi marido y mis vecinos cuando ellos sacuden sus cabezas y dicen "Lo estás haciendo excelente"? Me imagino que se refieren a que acepto con simjá, alegría, lo que el Todopoderoso me ha dado sabiendo que en Su sabiduría infinita Él ha escogido este camino para mí.

Me imagino que esto también podría significar que en vez de revolcarme en mis circunstancias que han cambiado, he decidido seguir con mi vida y hacia adelante a toda velocidad, teniendo más niños, invitados en Shabat, haciendo proyectos de jesed, y más.

Esto podría significar que he trabajado sobre mí misma, a través de esta prueba, y salí de ella convertida en algunas áreas en una mejor persona.

Pero no pienso en ello de esa manera. No me siento y me pregunto si lo estoy haciendo bien o no tan bien. Estoy muy ocupada viviendo mi vida, criando a mis niños, cocinando mis comidas, escribiendo mis historias, actuando en obras, y haciendo más amigos.

No estoy excelente, solamente estoy.

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