El Socio Perfecto

4 min de lectura

Harvey Hecker viajó hasta Jerusalem para descubrir de qué se trataba Aish. Nunca se arrepintió.

El Sr. Harvey Hecker z’’l era un ejemplo a seguir con respecto a tomarse las responsabilidades seriamente. Siendo el presidente de una exitosa compañía de contabilidad, la cual contaba con 73 filiales a lo largo del mundo, Harvey estaba bastante feliz y satisfecho con sus logros; no le faltaba nada.

Un día, su hijo Joel le informó que había decidido viajar a Jerusalem para estudiar en Aish HaTorá. Harvey, a pesar de haber estado desconectado de la religión, no se perturbó. Pero si se preocupó de que su hijo fuese atrapado por algo nefasto, por lo que decidió ir a revisar las cosas personalmente.

Harvey viajó desde Toronto para descubrir personalmente de qué se trataba esta experiencia de “Ieshivá”. Comió con su hijo, durmió en los dormitorios con él e incluso fueron a clases juntos. Luego de un minucioso análisis, Harvey concluyó que no había nada de qué preocuparse y le dio a su hijo todo su apoyo.

Pero antes de emprender el viaje de vuelta a Toronto, Harvey decidió ir a la oficina del Rosh Ieshivá, Rav Noaj Weinberg zt’’l, para expresar su aprecio por la oportunidad que le estaban dando a su hijo de explorar aquel camino.

Entonces, ¿qué vas a hacer tú al respecto?

El Rosh Ieshivá saludó a Harvey con su característica calidez y con su rostro siempre resplandeciente. Le pidió a Harvey que tomase asiento, y luego comenzó a discutir con él los problemas que afectaban al pueblo judío – particularmente el problema de la asimilación y de cómo estábamos perdiendo a nuestros jóvenes en manos de otras religiones.

Luego, el Rosh Ieshivá le preguntó al Sr. Hecker: “Entonces, ¿qué vas a hacer tú al respecto? ¿Cómo vas a ayudar al pueblo judío?”.

Harvey quedó desconcertado y respondió como muchos otros habían respondido antes que él: “¿Qué podría hacer yo al respecto?”.

Rav Noaj Weinberg, quien creía en la gente y veía el potencial inherente que había en cada uno, le dijo a Harvey: “Si tú REALMENTE quieres, ¡puedes tener un sorprendente impacto en el futuro del pueblo judío!”.

Estas palabras penetraron profundamente en la conciencia de Harvey, y apenas volvió a Toronto decidió invitar, en nombre de Aish Toronto, a algunos de sus conocidos del mundo de los negocios a una reunión.

Después de que el rabino de Aish habló sobre la importancia de la causa y de cómo cada individuo podía causar un profundo impacto, Harvey preguntó: “¿Tienes una junta directiva?”.

Cuando el rabino respondió que no había una junta directiva, ellos dijeron: “Ok, ¡hagamos una junta directiva!”.

Entonces, uno de los participantes le dijo a Harvey: “Es tu casa – ¡tú eres el presidente!”.

Harvey respondió sin titubear: “No hay problema – ¡pero sólo si tú eres el tesorero!”.

Él estuvo de acuerdo, ¡y así comenzó Aish Toronto!

A Pasos Agigantados

Desde ese momento Harvey se entregó por completo a la causa y se convirtió en un socio, dedicado en cuerpo y alma. Aportó con su gran experticia, su experiencia en el ámbito de los negocios, inteligencia, tiempo y recursos tanto a Aish Toronto como a Aish Internacional.

A través de su involucramiento y compromiso, Aish logró expandirse a pasos agigantados. Harvey se convirtió en la mano derecha de Rav Noaj Weinberg zt’’l e hizo que muchos de sus amigos se involucraran con la causa, incluyendo a Leslie Dan, quién ha hecho una gigantesca inversión monetaria en la organización. Harvey trabajó para ayudar a Aish, permitiéndole así generar un impacto en miles de judíos a lo largo del mundo, de forma que ningún judío quedase atrás.

A lo largo de sus 25 años de dedicación a Aish HaTorá, Harvey nunca recibió un sueldo.

Bueno, en realidad si lo hizo. Un dólar al año.

¿Qué logró Harvey?

Nutrió a Aish HaTorá hasta que la llevó a convertirse en la organización líder a nivel mundial de kiruv, contando con 30 filiales a lo largo del mundo y entregando cada año a miles de judíos la oportunidad de sentir el dulce sabor de la Torá.

Él siempre entendía cuál era el problema, y cada una de sus palabras era una preciosa gema.

La sabiduría que nos entregó es invaluable. Él viajaba a las muchas filiales de Aish y utilizaba su gran experiencia en negocios para guiarlos y para ayudarlos a resolver sus problemas – en administración, gestión, relaciones públicas, personal, finanzas, recaudación de fondos, redes de contactos y comunicaciones.

Su influencia se extendía prácticamente a todas las áreas de la organización, causando que hubiese un nuevo nivel de profesionalismo. Todos en Aish sabían que si querías un buen consejo, debías ir donde el Sr. Hecker. Él siempre entendía cuál era el problema, y cada una de sus palabras era una preciosa gema.

Él trabajó y trabajó, y recaudó millones de dólares para Aish HaTorá a lo largo de los años.

Este es el inimaginable impacto que logró un solo “socio” de Aish en 25 años de autosacrificio por Dios y por Su pueblo.

Paralelamente a su involucramiento con Aish, Harvey tomó responsabilidad por su propio crecimiento personal en judaísmo. Tomó clases con los rabinos de Aish, creció en su observancia y – junto con su esposa Sheila – hicieron de su casa un santuario para la Presencia Divina.

Esto no es algo simple. El gran maestro del musar, Rav Israel Salanter solía decir que mucha gente dice el Shemá con la intención de aceptar la soberanía de Dios sobre el mundo entero – ¡salvo sobre sí mismos!

En su lucha a favor del pueblo judío, el Sr. Hecker no sólo llevó de vuelta a otros hacia Dios, sino que también se llevó de vuelta a sí mismo. Estudió Torá con varios compañeros de estudio y tomó las medidas necesarias para acercarse cada vez más a Hashem.

Sheila estuvo junto a él como una fiel compañera en todas sus decisiones y en su dedicado trabajo por el judaísmo. Con su dulzura y fortaleza, ella siempre anima a todo aquel que quiere involucrarse con el judaísmo y con Aish HaTorá. Que Hashem le brinde a ella una larga vida llena de salud y felicidad, y que el mérito del compromiso de Harvey por el pueblo judío la acompañe a ella, a sus hijos y a toda la familia Hecker, así como a Aish HaTorá y a todo el pueblo judío. Y que tengamos el mérito de recibir al Mashiaj rápidamente en nuestros días. Amén.

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