El ataque a una sinagoga en Iom Kipur

4 min de lectura

Vivir con peligro y seguir viviendo como judíos.

¿Por qué vives realmente? ¿Por qué vale la pena arriesgarse para vivir una vida judía?

El último ataque terrorista a una sinagoga nos obliga a formularnos estas preguntas. En Iom Kipur, el día más sagrado del calendario judío, una vez más un asesino decidió atacar una sinagoga y asesinar en masa a los judíos mientras rezaban.

El asesino neonazi, cuyo nombre no voy a dignificar escribiéndolo aquí, pasó la mañana de Iom Kipur en lo que se volvió un ritual familiar: preparando su arsenal casero y transmitiendo sus movimientos en vivo por los medios sociales. Él manejó una breve distancia hasta llegar a una sinagoga en la ciudad alemana de Halle, y antes de salir de su auto pronunció una perorata respecto a que supuestamente los judíos son “la raíz de todos los problemas” en las sociedades occidentales. Entonces salió con la intención de matar judíos.

Gracias a Dios, se vio detenido porque las gruesas puertas de la sinagoga estaban trabadas y no logró derribarlas. Intentó abrir puertas laterales, pero también estaban cerradas y luego comenzó a arrojar bombas caseras por encima de una tapia hacia el interior de la sinagoga. Los congregantes dentro de la sinagoga vieron por las cámaras de seguridad del edificio que trataba de derribar las puertas. De acuerdo con lo que declaró a los periodistas Max Privorotski, un miembro de la comunidad, luego de reforzar las entradas y llamar a la policía, continuaron rezando el servicio de Iom Kipur, suplicándole a Dios que les diera vida y los mantuviera a salvo.

Cuando el asesino comprendió que no lograría entrar a la sinagoga, le disparó a una mujer de edad mediana que caminaba por la calle, y la mató a sangre fría. Mientras seguía transmitiendo en vivo su ataque por los medios sociales, el asesino viajó unas cuadras. Al ver un restaurante turco murmuró que “eso serviría” y entró al negocio. Dentro del restaurante se puede escuchar que un hombre suplica “No”, antes de que le disparara a quemarropa.

Los 35 minutos de acción asesina fueron vistos miles de veces en los medios sociales antes de que los retiraran. La policía local arrestó al asesino y dijo que su ataque comparte señales distintivas con otros ataques de ultraderecha, incluyendo el ataque a la sinagoga El Árbol de Vida en Pittsburgh donde fueron asesinadas once personas casi hace un año.

Unas pocas horas después del ataque, yo caminé hacia mi propia sinagoga para el servicio de Neilá, el último de los cinco bellos servicios de Iom Kipur. Todavía no había escuchado las noticias sobre el terrible ataque en Alemania, pero al igual que los judíos de todo el mundo ya estaba preocupada por la amenaza de violencia. Un grupo de niños jugaba afuera de la sinagoga. Muchos de ellos eran amigos de mi hijo, y por un momento pensé regresar a casa y decirle a mi hijo si quería venir a jugar con ellos.

Pero entonces apareció un pensamiento ya conocido: ¿Para qué arriesgarse? Cada vez más, las personas malvadas del mundo ven a los judíos como su blanco. El incremento del odio hizo que sea todavía más riesgoso que hace algunos años ser obviamente judío. Este pensamiento me vuelve una y otra vez. ¿Qué pasa si hoy es el día de otro ataque? ¿Acaso el odio que inunda el internet y algunos rincones de los medios de comunicación se derramará en violencia en el mundo real, que Dios no lo permita? Hoy, vivir una vida judía parece ser una elección peligrosa. Nuestras escuelas y sinagogas necesitan estar protegidas como si fueran fortalezas.

Entré a la sinagoga con mi hija y me sentí avergonzada de sentir alivio por saber que mi hijo estaba seguro en casa en vez de estar jugando frente a la sinagoga, a la vista de todo el mundo. Quiero que mi hijo sea parte de una cálida comunidad judía. Cada día afirmamos que estamos dispuestos a vivir con los riesgos de ser judíos para poder transmitir a nuestros hijos nuestra valiosa herencia.

En ese momento, comenzó a sonar una alarma. El moderno sistema de seguridad de nuestra sinagoga se había activado. Mientras todos implementaban la respuesta ya aprendida, me quedé parada al lado de mi hija, escuchando los llantos de los niños. Una mujer anciana tuvo que ser ayudada por dos personas. “¿Nos están atacando?”, murmuró una mujer. Yo observé a mi comunidad y comprendí que sí, todos somos atacados. Gracias a Dios esa fue una falsa alarma, pero el hecho de que hoy los judíos tengan que esforzarse tanto para mantenerse a salvo y que a pesar de eso enfrentemos el peligro cada día significa que todos somos atacados.

Hace algunos años conocí en Jerusalem a Rav Nóaj Weinberg, el fundador de Aish HaTorá. Él fue uno de los más profundos pensadores que he conocido y hay una frase en especial que dijo que me quedó grabada: “Mientras no sepas por qué estás dispuesto a morir, todavía no has comenzado a vivir”. Sólo cuando sabemos que estamos dispuestos a arriesgarnos, ya sea por nuestra familia, por nuestra comunidad o por la vida judía, es que entendemos lo que es verdaderamente importante para nosotros, lo que guía nuestra vida.,

Al estar en mi sinagoga abrazando a mi hija y observando a toda mi comunidad, supe con absoluta claridad por qué todos estamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas. Esto no quiere decir que cualquier nivel de peligro o violencia sea aceptable, que Dios no lo permita. Quienes apuntan a los judíos y a otros son viles asesinos y debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para protegernos e impedir sus planes. Sin embargo, continuar viviendo una vida judía orgullosa es la máxima respuesta al odio que otros nos dirigen.

El espantoso ataque a la sinagoga en Halle y a dos personas inocentes que estaban en la zona, es otro ataque hacia todos los judíos, no solo en Alemania sino en todo el mundo. Tenemos muchas respuestas para estas muertes trágicas. Debemos rezar por las víctimas de este ataque. Debemos hacer todo lo posible por protegernos y mantener a salvo a las instituciones judías. Y nunca debemos dejar que el odio o el peligro nos impidan vivir al máximo una vida judía completa.

Debemos ponernos de pie y vivir con orgullo como judíos. Este Sucot, al habitar en nuestra sucá, nuestro “refugio de fe”, recordemos la protección de Dios al celebrar con alegría el hecho de ser judíos. Que el año 5780 traiga seguridad y paz a los judíos de todo el mundo.

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