Herman Wouk y la tradición judía

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El conocido escritor que fue un férreo defensor de la vida judía falleció a los 103 años.

Herman Wouk, ganador del premio Pulitzer y autor de bestsellers, falleció a los 103 años, apenas diez días antes de cumplir 104. Su larga carrera acompañó una época tumultuosa de la historia judía en los Estados Unidos, cuando muchos judíos de la primera y segunda generación se asimilaron y se despojaron de sus identidades judías.

Wouk constantemente defendió con pasión los rituales y el estilo de vida judío, presentando a muchos judíos y no judíos la belleza de la vida judía y ayudando a dar a conocer el judaísmo tradicional. Su libro “Este es mi Dios” es un clásico para los judíos que buscan un camino de retorno a la observancia judaica.

Wouk nació en Nueva York en 1915. Sus padres, Ester y Abraham, eran inmigrantes judíos religiosos de Bielorrusia que educaron a sus tres hijos con un profundo amor por su identidad judía. Tras haber estudiado en la universidad de Columbia, Wouk trabajó escribiendo comedias. Tras el ataque a Pearl Harbor se unió a la armada, donde se destacó por su servicio. Luego dijo que los soldados de todos los puntos de los Estados Unidos lograron cambiarlo, permitiéndole entender mejor a su país y a su pueblo. Muy pronto él también se volvió parte de la cultura norteamericana, y unió las experiencias judías con la experiencia norteamericana.

Su novela “Marjorie Morningstar: Una muchacha de nuestro tiempo” fue publicada en 1955 y se convirtió de inmediato en un bestseller que vendió tres millones de copias sólo en los Estados Unidos. Allí encontramos a Marjorie, una joven judía norteamericana que trata de convertirse en actriz, dejando atrás gran parte de su judaísmo y la vida familiar convencional. Al final de la novela, después de muchas desilusiones, Marjorie comprende qué es lo que realmente la hará feliz y escoge un estilo de vida mucho más sedado, se casa con un hombre judío y tiene hijos. La novela fue una de las primeras que describió un personaje típico y atractivo que también era judío y abrió un nuevo camino al describir las tradiciones y rituales judíos en un libro popular, por ejemplo un séder de Pésaj.

Cuando “Marjorie Morningstar” se transformó en una película protagonizada por Natalie Wood en 1958, fue la primera película norteamericana después de “El cantor de Jazz” en 1927 que describió en escena rituales judíos, convirtiendo la observancia del judaísmo en algo aceptable para una nueva generación que acostumbraba ir al teatro.

Wouk fue prolífico y escribió más de una decena de novelas, entre ellas obras tan famosas como “El motín de Caín” en 1951 y “Vientos de Guerra” en 1971. También escribió varios libros sobre la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y el Estado de Israel. Sin embargo, uno de sus libros favoritos no era de ficción, sino “Este es mi Dios”, publicado por primera vez en 1959. En un momento en que la asimilación era pasmosa, Wouk quiso explicar el judaísmo tradicional a una audiencia más amplia. Su libro describe la tradición judía, el kashrut, las festividades y momentos claves tales como el brit milá y las bodas. Él escribió que deseaba darles a los judíos “permiso para creer” en una religión que a menudo era considerada anticuada e irrelevante. Durante años “Este es mi Dios” fue un regalo popular de bar mitzvá y lo leyeron tanto judíos como no judíos.

Al describir a un judío norteamericano típico de la época, Wouk escribió: “sus abuelos eran bastante religiosos, sus padres bastante menos y él es totalmente indiferente”. Este judío norteamericano asimilado tenía un alto nivel educativo, un buen trabajo, era agradable y tenía buen corazón, pero también se sentía terriblemente avergonzado de ser judío. El libro de Wouk fue un intento por cambiar eso, por mostrar la belleza y la majestuosidad de la fe judía y alentar a los lectores a verse con orgullo como parte de una tradición y de una comunidad judía global.

En la edición de 1988 del libro, Wouk señaló: “Si lo tuviera que escribir de nuevo, el libro tendría un tono judío más intenso. En 1959 yo estaba preocupado por probar que un occidental educado podía tener una existencia judía tradicional no sólo sin efectuar sacrificios intelectuales, sino que también se veía enriquecido. Hoy eso me parece algo obvio”.

Sin embargo, en el período de elevadas tasas de asimilación en las décadas del 50, 60 y 70, Wouk sobresalió como un orgulloso defensor de la tradición e identidad judía. En 1955 fue nota de tapa de la revista “Time”, y habló sobre su retorno al estilo de vida tradicional judío con el cual había crecido. En ese momento era una postura poco popular, pero Wouk se mantuvo inflexible respecto a no comprometer su judaísmo, incluso si eso no estaba de moda. “Él es un devoto judío ortodoxo que logró éxito terrenal en el Manhattan mundano, sin dejar de adherirse a las prohibiciones de dieta del kashrut y a los rituales tradicionales que muchos de sus hermanos judíos consideran vergonzantes”, explicó el artículo del “Time”.

De hecho, Wouk vivió una vida glamorosa, con casas en Manhatan, las Islas Vírgenes y Fire Island en la costa de Nueva York. Se vestía bien y sabía hablar en las entrevistas. El hecho de que también mantuviera las tradiciones judías era para muchos una prueba de que los judíos norteamericanos podían ser educados, exitosos y también observar la religión y sentirse orgullosos de su judaísmo. Estuvo casado durante 66 años con la misma mujer, Betty Sara Brown, hasta que ella falleció en el 2011. Tuvieron tres hijos, tres nietos y dos bisnietos.

La vida de Wouk, como la de los judíos norteamericanos en general, fue una vida de evolución. Hacia el fin de su vida, parece que se volvió más observante, estudió el Talmud cada día y también dictaba clases semanales de Talmud.

Muchos de los libros de Wouk siguen siendo famosos. Su mayor legado puede ser su intenso orgullo sobre su judaísmo, y su aliento a otros judíos para que también se sientan orgullosos. En 1988 Wouk recordó un encuentro que tuvo años antes con David Ben Gurión, el primer Primer ministro de Israel.

“Ben Gurión me recibió en su oficina. El sabio y duro constructor de Israel, el soñador con una masa de cabello blanco y la mandíbula dura de un general del ejército, me dijo: ‘Ustedes, los judíos de los Estados Unidos, son diferentes a cualquier otra comunidad judía que haya existido. Ustedes no son extranjeros o por lo menos no más extranjeros que cualquier otro en su tierra. Estados Unidos está formada por inmigrantes. Ustedes pertenecen al igual que los demás y prosperarán. ¿Pero cómo lograrán sobrevivir como judíos?’.

“Sin ni siquiera pensarlo, le respondí: ‘A través de la religión’”.

Esa devoción al judaísmo y a la tradición judía mantuvo a Wouk a lo largo de toda su vida y nos continúa inspirando con sus obras y con su ejemplo. Que el recuerdo de Herman Wouk sea para todos una bendición.

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