Lápidas judías fueron utilizadas como adoquines en Praga

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Una plaza peatonal en el corazón de Europa está pavimentada con lápidas judías.

Los trabajadores que restauraban la Plaza Wenceslao, una importante zona peatonal en el corazón del distrito turístico de Praga, recientemente hicieron un descubrimiento horrible. Cuando levantaron los adoquines, vieron inscripciones hebreas en la parte inferior. Muchas de las piedras que pavimentaban la plaza eran fragmentos de lápidas judías. Los expertos creen que las lápidas fueron saqueadas en la antigua Checoslovaquia. La más antigua de las lápidas parece datar de 1877; Las más recientes son de la década de 1970.

La Plaza Wenceslao fue restaurada por última vez hace treinta años, en la década de 1980, cuando se convirtió en una zona peatonal. El líder soviético Mikhail Gorbachev marcó el término de los trabajos en la plaza al recorrerla en 1987, y desde entonces millones de visitantes han caminado por los senderos peatonales de la zona.

Frantisek Banyai, líder de la comunidad judía de Praga, dijo a los periodistas que el espantoso descubrimiento puso en evidencia el fuerte antisemitismo del antiguo régimen comunista de la República Checa. “Más sinagogas judías fueron destruidas en el área de la actual República Checa durante la época comunista que bajo los nazis”, explicó Banyai. “El antijudaísmo era una política oficial… ser judío era negativo desde cualquier punto de vista…”.

Antes del Holocausto, Checoslovaquia era el hogar de una de las comunidades judías más vibrantes del mundo. Según el censo de 1930, contaba con 356.830 judíos. Yo crecí escuchando sobre su rica y viva comunidad judía de mi abuela. Ella creció en Viena, pero su familia era de Bohemia, una hermosa región en el oeste de Checoslovaquia. De pequeña, mi abuela pasaba los veranos allí, en la granja de frambuesas de su primo, caminando por los hermosos paisajes y visitando a sus numerosos parientes que manejaban negocios y tiendas agrícolas en pequeños pueblos de Checoslovaquia.

De toda su gran familia, solo unos pocos familiares sobrevivieron al Holocausto. Los pocos judíos que permanecieron en Checoslovaquia después de la Segunda Guerra Mundial enfrentaron una intensa persecución a manos del régimen comunista. Hoy, quedan menos de 7.000 judíos en toda la antigua Checoslovaquia. En 1993, Checoslovaquia se dividió en dos naciones separadas: Eslovaquia y la República Checa. Hoy, solo 3.900 judíos llaman “hogar” a la República Checa, y alrededor de 2.600 judíos viven en Eslovaquia.

Bajo el comunismo, la vida judía continuó siendo reprimida y los judíos a menudo fueron perseguidos. Con la caída del comunismo, proliferaron los monumentos y museos dedicados a recordar la vida judía en Checoslovaquia. En 2015, la República Checa dio a conocer un monumento conmemorativo del Holocausto en Praga, con motivo del 71 aniversario del asesinato en masa de 4.000 judíos checos en Auschwitz. Este monumento se unió a la lista de otros monumentos y museos en la República Checa, Eslovaquia y otros lugares.

El antiguo cementerio judío de Praga, foto: Gerrigje Engelen

Las lápidas encontradas en la Plaza Wenceslao se utilizarán para formar otro monumento conmemorativo, programado para ser construido en el antiguo cementerio judío de Praga. El antiguo cementerio judío de Praga es un tesoro nacional que data de la Edad Media, se cree que contiene los cuerpos de más de 100.000 judíos. Entre las famosas figuras judías que están enterradas en él se encuentra el rabino Judah Loew, más conocido como el Maharal de Praga (1520-1609), el famoso rabino cuya leyenda dice que construyó un Golem, un ser antropomórfico que defendió a los judíos del antisemitismo. A pesar de la gran importancia histórica del majestuoso cementerio judío antiguo de Praga, éste fue profanado por los líderes comunistas del país. Ellos destruyeron gran parte del cementerio para construir primero un parque público y luego erigieron una gran torre de televisión en el sitio.

“Estos monumentos conmemorativos tienen un propósito crucial”, explicó Rav Jaim Koci, un importante rabino de Praga, cuando salió a la luz la noticia de los fragmentos de lápidas judías en la Plaza Wenceslao. Estos monumentos en honor a la difícil situación que vivieron los judíos bajo el nazismo y el comunismo “recuerdan al mundo sobre el genocidio nazi y otras formas de antisemitismo”, declaró el rabino Koci.

Quizás el descubrimiento de estas piedras en la ciudad de Praga sirve un propósito aún más profundo. Encontrar lápidas judías que fueron utilizadas como adoquines en el corazón de una de las capitales más bellas de Europa, es un recordatorio oportuno de que, en muchas de las calles de Europa, ha corrido sangre judía. La persecución del Holocausto y el comunismo no fue hace tanto tiempo, y si bien los monumentos y museos tienen un propósito crucial para ayudarnos a recordar, el tributo más efectivo se encuentra en las bulliciosas sinagogas de la ciudad, en los numerosos restaurantes kósher, en sus dos escuelas judías y en los muchos judíos que están redescubriendo su herencia y tradiciones judías después de años de represión comunista.

Los monumentos conmemorativos tienen su lugar y su importancia, pero para comprender verdaderamente el milagro de la historia judía, los mejores tributos en Praga —y en otros lugares— son las hermosas y adornadas mesas donde, una vez más, las familias checas y otras familias judías del mundo celebran el Shabat.

Mientras escribía esto, saqué los antiguos diarios de mi abuela para leer sobre su vida en Checoslovaquia y sobre sus parientes que perdieron la vida a manos de los nazis. Al hojear sus escritos, me ha sorprendido lo familiares que son muchos de los nombres: mis hijos llevan los mismos nombres de muchos de estos parientes. Y en cierto sentido, ellos son tributos vivientes: monumentos de carne y hueso a estos judíos perdidos hace mucho tiempo. Cada vez que mis hijos —y otros niños y adultos judíos de todo el mundo— estudian Torá, dicen brajot, recitan las tefilot judías atemporales y disfrutan del Shabat y las comidas festivas, continúan con este legado de una manera que ningún otro memorial puede hacer.

Ahora que las lápidas judías recientemente descubiertas en Praga finalmente recibirán el respeto y el honor que merecen, recordemos a los judíos desconocidos cuyos lugares finales de descanso fueron profanados de esta manera, y luchemos por honrar sus recuerdos viviendo una vida judía tan plena y hermosa como podamos.

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