Los judíos y Siria: 11 hechos fascinantes

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Once hechos interesantes sobre las conexiones judías con este antiguo país.

Hoy en días Siria aparece en muchos titulares. He aquí once hechos interesantes sobre las conexiones judías con este antiguo país.

1) Orígenes bíblicos

Los residentes de Alepo, la ciudad al norte de Siria que durante milenios fue hogar de una vibrante comunidad judía, remontan el origen de su ciudad al patriarca judío Abraham. Ellos aseguran que Abraham pastoreaba su rebaño por la zona y distribuía leche de oveja a los residentes locales.

La palabra hebrea para leche, jalav, se convirtió en el nombre del pueblo. (Tanto en árabe como en hebreo Alepo es conocida como Jalab).

2) Siria en la Torá

En la antigüedad, Siria fue un importante socio comercial de Israel. Damasco, la capital en la actualidad, era un oasis de descanso en las rutas comerciales de la Mesopotamia e Israel. Los judíos estuvieron en Siria desde los tiempos del Rey David, cuando conquistaron Damasco y por un tiempo breve nombraron gobernadores sobre la ciudad (Samuel II 8:5-6).

Durante el reinado del rey judío Ajab, un rey de Siria llamado Ben Hadad luchó contra el Reinado de Iehudá. Dios ayudó al rey Ajab y al ejército judío y prevalecieron. Posteriormente Ben Hadad renunció a su dominio sobre las ciudades judías y permitió que los judíos comerciaran en Damasco: “Las ciudades que mi padre tomó de tu padre, te las devolveré; y tú podrás controlar los mercados en Damasco, tal como mi padre lo hizo en Samaria” (Reyes I 20:34).

3) Vida judía

Por encontrarse adyacente al antiguo Reino de Israel, los judíos vivieron en Siria desde tiempos antiguos. Un residente judío destacado fue Iehudá HaNasí, famoso por haber redactado la Mishná. Él poseía terrenos cerca de lo que hoy en día es Damasco. La Mishná menciona muchas ciudades sirias en las cuales habitaron judíos, incluyendo Kefar Karinos, Rom, Aratris y Bet Anat.

Maimónides, el gran rabino medieval, cita a la comunidad judía de Alepo como una de las comunidades judías más espirituales y dinámicas de la Tierra de Israel: “En toda la Tierra Santa y en Siria, hay una sola ciudad y es Jalab (Alepo) en donde hay quienes son verdaderamente devotos de la religión judía y del estudio de la Torá”. (Igrot Uteshuvot Rambam, Epstein Publishing, Jerusalem, 5714, pág. 69). La monumental obra filosófica del Rambam, La guía de los perplejos, fue escrita en forma de correspondencia con un rabino sirio, Iosef ben Iehudá ibn Shimón.

4) La inquisición española

Cuando el rey Fernando de España expulsó de su país a la comunidad judía, el sultán del Imperio Otomano, Beyazid II, envió sus barcos para traer a los judíos a tierras otomanas. “¿Acaso alguien puede decir que este rey sea sabio e inteligente?”, preguntó respecto al rey Fernando. “¡Él empobrece a su país y enriquece mi reinado!”.

Los judíos de España llegaron en cantidades a las antiguas comunidades judías de Siria. Durante algunas generaciones, los recién llegados mantuvieron una cultura distintiva y hablaron ladino en vez del árabe local. Pero a mediados del siglo XVIII los judíos de España ya se habían mezclado con el resto de las comunidades judías de Siria.

5) El famoso Códice de Alepo

A comienzos de la Edad Media, un escriba judío llamado Ben Asher copió laboriosamente a mano la Torá y otros manuscritos sobre pergamino, luego los unió e hizo un códice, una forma primigenia de libro. A diferencia de los rollos de la Torá, este códice contenía puntuación, vocales y notas musicales, por lo que era especialmente valioso para los eruditos que trataban de entender los textos judíos claves.

Cuando en 1099 los cruzados saquearon Jerusalem y asesinaron a sus habitantes, un cruzado cristiano registró la escena que vio cerca del Muro Occidental, “donde hubo tal masacre que la sangre de los enemigos le llegaba a nuestros hombres hasta los tobillos”. Uno de los tesoros que se llevaron de la ciudad para pedir rescate (junto con los líderes judíos) fue el códice.

Eventualmente los judíos les compraron el códice a los cristianos. En 1375 lo llevaron a Alepo, uno de los mayores centros de estudio de Torá, y lo depositaron en la Gran Sinagoga. Allí el códice adquirió una importancia casi mística. La gente viajaba para rezar cerca de él, e incluso llegaron a decir que si el códice alguna vez partía de Alepo dejaría de existir allí la comunidad judía.

Quinientos años más tarde esa profecía comenzó a volverse realidad. En 1947, cuando la ONU votó a favor de la creación de un estado judío en la Tierra de Israel, los árabes se sublevaron alentados por los oficiales del gobierno, atacaron a la comunidad judía de Alepo, asesinaron a multitudes e incendiaron muchos edificios, incluyendo la Gran Sinagoga. El códice desapareció. Lo sacaron de contrabando de Siria y lo llevaron a Israel. El códice reapareció en 1958 en Jerusalem, pero le faltaban alrededor de 200 páginas. Se supone que algunas de esas páginas se encuentran en manos de judíos sirios que las consideran objetos sagrados; algunas pueden haber sido vendidas en el mercado negro. El resto del Códice de Alepo se encuentra hoy en día en el Museo de Israel en Jerusalem.

6) El líbelo de sangre de Damasco

Conocido durante mucho tiempo en Europa, el infame líbelo de sangre (la mentira de que los judíos matan cristianos para usar su sangre al hornear matzot) se difundió a una tierra fuera de Europa por primera vez en 1840, cuando un fray franciscano y su sirviente desaparecieron en Damasco.

Los oficiales sirios, en ese momento bajo el gobierno de las autoridades coloniales francesas, arrestaron y torturaron a varios judíos destacados. Dos judíos murieron en prisión y uno aceptó convertirse al islam para salvar su vida. El presidente norteamericano Martin Van Buren se horrorizó tanto por el uso de la tortura, que su secretario de estado aseguró que “no pudo evitar expresar su sorpresa y dolor respecto a que en esta época avanzada se acuda a medidas tan bárbaras para obligar la confesión de los imputados”.

7) El crecimiento del antisemitismo

Como recién mencionamos, en diciembre de 1947, cuando la ONU votó a favor de la partición de Palestina en dos naciones y el establecimiento de un estado judío por primera vez en dos mil años, los residentes musulmanes de Alepo se levantaron contra sus vecinos judíos con un frenesí asesino. Alentados por los oficiales del gobierno, asesinaron a decenas de judíos e incendiaron muchos edificios, entre ellos la famosa Gran Sinagoga de Alepo.

El escritor Matti Friedman entrevistó a un sobreviviente del pogromo: “Del exterior se oían aullidos de furia. Alguien gritaba que los judíos de Palestina estaban arrancando a los bebés musulmanes de los vientres de sus madres”. Sus padres construyeron barricadas para proteger a la familia en la habitación principal de la casa… Cuando la muchedumbre llegó a la puerta, el niño se escapó descalzo por una ventana… Después de apropiarse de los bienes valiosos de la familia, usaron el kerosene y el carbón que sus padres guardaban para el invierno y prendieron fuego al edificio. (Tomado de The Aleppo Codex, por Matti Friedman, Algonquin Books, 2012).

El antisemitismo continuó intensificándose en Siria y los judíos comenzaron a huir, principalmente hacia Israel y los Estados Unidos. De los 40.000 judíos que había en el país en 1947, en 1967 sólo quedaban unos pocos miles.

8) Espía en Damasco

En los años 60, uno de los hombres más apuestos de Damasco era Kamal Amin Taabet, un sirio que había vivido en Argentina y que cultivó conexiones y amigos en los más altos niveles del nuevo gobierno baathista de Siria.

En realidad, Kamal era Eli Cohen, un espía israelí, cuya esposa, Nadia, lo esperaba de regreso en Israel. Él nació en Egipto, hijo de padres sirios judíos, y llegó a Israel de niño. Eli se ofreció voluntariamente para trabajar encubierto en Siria, a pesar del gran peligro involucrado.

Eli Cohen en las alturas del Golán con personal militar sirio

Una de las grandes amenazas a Israel en ese momento era la determinación de Siria de desviar el agua del río Jordán, privando a Israel de una de sus principales fuentes de agua. Las tropas sirias también utilizaban las elevadas montañas del Golán para disparar hacia los pueblos y las granjas israelíes. Eli Cohen proveyó a Israel importante información de inteligencia sobre ambos temas. Después de usar sus contactos para procurar un tour por las alturas del Golán, Eli sugirió que las tropas sirias plantaran árboles en sus bases militares para proveer sombra y refugio. Posteriormente Israel logró localizar la ubicación exacta de las bases militares gracias a esos árboles.

En 1965 Eli Cohen fue descubierto enviando un mensaje secreto por radio a Israel. Lo arrestaron, lo torturaron y lo ejecutaron en público. Siria se continúa negando a devolver su cuerpo, aunque a finales del 2016 emitieron por primera vez un video de su ejecución y lo publicaron en una página de Facebook llamada “Tesoros artísticos de Siria”.

9) Los judíos sirios-norteamericanos rescatan a sus hermanos

En 1989, cuando miles de judíos sirios estaban atrapados en Siria y enfrentaban un antisemitismo brutal, un grupo de judíos sirios-norteamericanos formaron el Consejo para el Rescate de los Judíos Sirios, dirigido por la abogada de Nueva York, Alice Harary Sardell. Entre 1989 y 1995, el Consejo presionó intensamente a políticos y diplomáticos norteamericanos y extranjeros, y trabajaron para difundir el sufrimiento de los judíos sirios a una audiencia más amplia. “Necesitamos dar a conocer al mundo el sufrimiento de los judíos sirios”, explicó Clement Soffer, vicepresidente del Consejo.

El Consejo publicó páginas enteras en el New York Times y el Washington Post pidiendo que Siria “Deje salir a mi pueblo”. Fervientemente participaron en entrevistas de radio y televisión. Ayudaron a organizar demostraciones simultáneas en Londres, París, Roma y Sídney, exigiendo que los judíos de Siria pudieran salir.

Finalmente, el 27 de abril de 1992, Siria anunció que anulaba las restricciones de viaje para los judíos que desearan partir. El banquero sirio brasilero, Edmond Safra, pagó tres millones de dólares en pasajes aéreos para 4.500 judíos sirios, y varias agencias judías, incluyendo el Consejo para el Rescate de los Judíos Sirios, ayudaron a arreglar y financiar su establecimiento en Brooklyn, New York. Clement Soffer explicó que “si hubieran permanecido en Siria, probablemente los habrían asesinado”.

10) La abuela canadiense que rescató a judíos sirios

Judy Feld Carr era una música judía ashkenazí común y corriente que vivía en Toronto con su esposo cuando oyó por primera vez hablar sobre el intenso antisemitismo que enfrentaban los judíos sirios y las dificultades que tenía la comunidad judía para escapar luego de que el partido antisionista Baath llegara al poder en 1963. En ese momento, pocos judíos se ocupaban de ayudar a los judíos sirios; la mayor parte de la atención institucional estaba dirigida en cambio a la comunidad judía soviética.

A pesar de que Judy no era siria y que no vivía en Nueva York, donde era activo el Consejo para el Rescate de los Judíos Sirios, ella y su esposo Ronald se pusieron en contacto con una sinagoga en Damasco y comenzaron a enviar artículos religiosos para ayudar a la comunidad judía. En 1975 una amiga de Judy regresó a Alepo para visitar a su hermano. Su amiga fue detenida brevemente en una prisión siria y eventualmente regresó a Toronto con una carta de la comunidad judía que había logrado sacar de contrabando. “Era una carta como las que sólo se encuentran en tiempos del holocausto”, explicó Judy Feld Carr. “Era una carta escrita por tres rabinos de Alepo y decía algo así como: ‘Nuestros hijos son sus hijos. ¡Sáquennos de aquí!’”.

Judy comenzó a reunir fondos en su sinagoga en Toronto y en la comunidad judía, y logró juntar dinero para sobornar a oficiales para que permitieran salir a un judío de Siria. Este judío había estado preso y lo habían torturado en Siria después de que sus hijos intentaran huir del país. Como sufría de cáncer, lo internaron en el hospital Monte Sinaí de Toronto. Le quedaba sólo un último pedido: quería ver a su madre anciana y enferma, que vivía en Israel. “Luego podré morir en Israel”, explicó. Judy lo llevó a Israel. El día antes de su muerte, Judy fue a visitarlo. Él le suplicó que ayudara a escapar a una de sus hijas. Para honrar el deseo de un hombre moribundo, Judy le prometió que lo haría, y efectivamente ayudó a escapar de Siria a la joven de 19 años que se casó y construyó una familia en Israel.

“Ese fue el comienzo de los rescates”, explicó posteriormente Judy Feld Carr. Uno por uno, financiados por la Fundación Dr. Ronald Feld para los judíos en tierras árabes en la sinagoga Bet Tzedek de Toronto, Judy organizó el escape de “exactamente 3.228 judíos, de a uno por vez” durante los siguientes 28 años.

En el año 2012, Judy le dijo a The Times of Israel: “Debemos enfrentarlo. Yo soy una madre que vive en Toronto, no soy una experta en maniobras de rescate en el extranjero… Eso no tiene nada que ver con mi antigua profesión ni con ser la madre de seis hijos”. Judy nunca visitó Siria y durante años operó en secreto, sometiéndose a un terrible peligro, porque las fuerzas de seguridad sirias habían descubierto su identidad. Su esfuerzo sólo fue reconocido en los años 90.

En 1995, Itzjak Rabin, que en ese momento era Primer Ministro de Israel, le escribió a esta abuela de Toronto: “Las palabras no pueden expresar mi gratitud por los 23 años de arduo y riesgoso trabajo. Muy pocas personas —si es que hay alguna— han contribuido tanto como usted. Los judíos de Siria que fueron rescatados y el Estado de Israel le deben mucho y nunca serán capaces de recompensarla como se lo merece”.

11) La ayuda actual a los refugiados sirios

Desde el comienzo de la Guerra Civil en Siria en el 2013, más de 2.000 sirios entraron ilegalmente a Israel para recibir tratamiento médico que les salvó la vida. El Centro Médico Ziv en Tzefad trató a más de 800 sirios heridos, convirtiéndose en uno de los mayores centros de tratamiento para sirios en el mundo. Siria se mantiene formalmente en guerra con Israel y se niega a reconocer al estado judío. Cuando los sirios que son tratados en Israel regresan a Siria, no pueden contar en dónde estuvieron. El personal médico israelí quita toda escritura en hebreo de los medicamentos y de los equipos para proteger a los pacientes sirios.

Los israelíes también ayudan a los sirios de otras formas.

  • El empresario israelí Moti Kahana invirtió más de 2,2 millones de dólares de su propio dinero para enviar ayuda humanitaria al sur de Siria. Él fundó Amaliah, que en hebreo significa “trabajo de Dios”, una organización que ayuda a coordinar voluntarios israelíes y al ejército israelí para enviar medicinas, agua potable y material educativo a Siria. Amaliah también ayuda a traer sirios a los hospitales israelíes y organiza talleres de fortalecimiento para mujeres sirias. En septiembre de 2016, cuando la ONU consideró que era demasiado peligroso llevar ayuda de emergencia a Siria durante el festival musulmán de Eid, Amaliah trabajó con las Fuerzas de Defensa de Israel para transportar una tonelada de carne al país.

  • Otra organización israelí, “Operación Brote de Esperanza” junta dinero a través de campañas públicas para ayudar a los refugiados sirios que están anclados en Europa. Fundada por el israelí Shajar Zahavi, la “Operación Brote de Esperanza” estableció cincuenta centros de recolección en Israel, donde se reunió más de una tonelada y media de productos invernales para los refugiados, incluyendo abrigos, pulóveres, botas, medias, frazadas y bolsas de dormir.

  • La organización humanitaria israelí Israel Flying Aid (IFA) opera en Siria desde el 2011, entrenando y equipando a casi 2.000 de los famosos “cascos blancos”: voluntarios que efectúan búsquedas y misiones de rescate entre los escombros de la letal guerra en Siria. IFA también entrenó a 22 médicos y a muchos técnicos médicos. Durante años, los voluntarios de IFA trabajaron en Siria sin revelar su identidad israelí. Gal Lusky, fundadora y directora general de IFA, recuerda que cuando sus colegas descubrieron que ella era israelí, uno de sus colegas sirios se puso de pie y declaró: “Ahora lo entiendo. Tú no eres mi amiga. Eres mi enemiga. Después de Assad iremos por ti”. A pesar de esos sentimientos, los voluntarios israelíes de IFA continúan proveyendo ayuda vital a los sirios.

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