Rabino de Aish HaTorá asesinado en ataque terrorista

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Rav Reuven Birmajer amaba a cada judío e irradiaba una pasión ferviente por la Torá.

La familia de Aish HaTorá está abrumada, conmocionada y adolorida por el horrible asesinato del rabino Reuven Birmajer, de 45 años, un estimado rabino del programa latino de Aish HaTorá. El rabino Birmajer pasó la mañana enseñando Torá a sus estudiantes y mientras salía de la ciudad vieja de Jerusalem fue apuñalado varias veces por un terrorista árabe en las afueras de la Puerta de Yafo.

Rav Birmajer, padre de siete niños en edades de 3 a 18, era un hombre lleno de alegría y vida. Nacido en Buenos Aires, el rabino Birmajer (45) se mudó a Israel hace aproximadamente cinco años atrás. 

Todos los que lo conocían sentían su gran pasión por el estudio de Torá y por conectar a sus hermanos judíos con la profundidad y belleza del judaísmo. Su amor genuino por cada judío y su entusiasmo por el estudio de Torá penetraban fuerte en el corazón incluso de los jóvenes más desvinculados.

 

En la mañana del día en que fue asesinado, el rabino Birmajer estaba enseñándole a un grupo de chicos de Panamá de 16 años de edad en el Beit Midrash, un grupo de chicos que son famosos por ser muy difíciles de persuadir. Él estaba enseñándoles un fragmento del Talmud cuando el guía del grupo se acercó y le pidió al rabino que por favor hiciera una pausa y le diera a los chicos un descanso.

“¡No! No queremos un descanso”, respondieron ellos. “¡Esta es la mejor clase del día!”, exclamaron con entusiasmo. La pasión de Rav Birmajer por la Torá emanaba naturalmente de su corazón, inspirando y estimulando incluso a un difícil grupo de chicos de 16 años de edad.

El funeral fue muy tarde por la noche. Después de una serie de desgarradores discursos fúnebres en Telzstone, un suburbio de Jerusalem donde reside la familia Birmajer, mucha gente asistió al cementerio de Har Ha-menujot para escoltar al rabino en su viaje final. Eran pasadas las dos de la mañana y el rabino Yehoshua Levin, un miembro del programa latino de Aish HaTorá y compañero de trabajo Rav Birmajer, se sorprendió mucho al ver en el funeral a un joven estudiante sudamericano de 18 años de edad que había dejado la Ieshivá hace más de seis meses.

Lo sorprendente es que durante su estadía en Aish HaTorá, este estudiante estaba en otro grupo y por ende nunca participó directamente en la clase de Rav Birmajer y no tenía una relación muy cercana con él.

El estudiante explicó qué estaba haciendo allí, de pie junto a su tumba a las 2 de la madrugada. Él dijo que nunca tuvo mucho contacto con el rabino, a excepción de un pequeño incidente. 

El alumno relató cómo un día él estaba en el comedor de la Ieshivá, quejándose por la comida, cuando de pronto Rav Birmajer escuchó el comentario y, en vez de reprenderlo, se acercó a él y le ofreció comprarle un falafel. “Yo ni siquiera lo conocía personalmente, pero él me llevó a un restaurante y me compró el almuerzo. Y mientras estaba comiendo, me dijo que no debería ser tan exigente con la comida. Cuando se trata de un hombre así, ¿cómo podría no estar presente en su funeral?”.

El rabino Birmajer forjó una fuerte conexión personal con cada uno de sus estudiantes, porque él realmente se preocupaba y amaba a cada uno de ellos. La familia de Aish HaTorá, y todo el pueblo judío, grita de dolor por esta pérdida inimaginable. Lloramos junto a la familia Birmajer. En respuesta a esta tragedia, debemos fortalecer nuestro compromiso con la misión de Rav Birmajer e intentar ser el mejor judío que podemos ser, y compartir la luz de la Torá con todo el pueblo judío. Considera en aceptar sobre ti una nueva mitzvá por los próximos 30 días, durante sus Shloshim. Le pedimos a Dios que nos salve de más dolor.

Para ayudar a la familia Birmajer, por favor haz clic aquí


Lamentando la pérdida de un miembro de ‘nuestra familia’

Por Yissca Schiff, hija de un rabino de Aish HaTorá en Inglaterra.

Después de haber enseñado a sus alumnos en Aish HaTorá durante la mañana, el rabino Reuven Birmajer estaba camino a casa saliendo de la ciudad vieja de Jerusalem, cuando su viaje fue trágicamente truncado. Él fue asesinado a sangre fría por dos terroristas palestinos.

Él acababa de realizar la mitzvá más grande que existe: compartir su amor a Dios, a la Torá y al judaísmo con sus alumnos. Como rabino de Aish, el objetivo es acercar a todos los judíos a su patrimonio. Esa es la misión de Aish HaTorá, la misión por la cual él vivió hasta el final.

Mi padre también es rabino de Aish en Inglaterra, es por eso que entiendo perfectamente en qué creía el rabino Birmajer con cada fibra de su ser. Él tenía una pasión ardiente para difundir la luz de la Torá, y ayudar a despertar y encender esa chispa que descansa en cada corazón judío. No tengo duda de que cuando Rav Birmajer se despertó ayer en la mañana, sus pensamientos eran de determinación y convicción, de enfoque y resolución. Estoy seguro de que su esposa y sus siete hermosos hijos estaban esperando que su querido padre regresara a casa por la tarde para que les contara cómo había hecho un pequeño esfuerzo para cambiar el mundo hoy; para que más judíos se acercaran a sus raíces; cómo se había preocupado por el bienestar de sus estudiantes y cómo ese cuidado genuino había tocado y movido a sus alumnos más que nunca. Y estoy seguro de que su esposa e hijos atesorarán todos los recuerdos de esas tardes cuando él regresaba a casa.

Cuando él ‘regresaba’ a casa. Ese cambio en el tiempo verbal es realmente difícil. Es una realidad que está ahí. No hay cómo evitar los horribles hechos: que dos terroristas palestinos atacaron a tres seres humanos, dos de los cuales nunca tendrán la oportunidad de decirles a sus familias cuánto los amaban. ¿Cómo un ser humano puede mirar a otro a los ojos y acabar con su vida sin ninguna razón aparente? Oh, espera, sí hay una razón: el rabino Birmajer cometió el terrible crimen de “ser judío”. El terrible crimen de querer dedicar su vida a Dios y de vivir en sus caminos, de enseñarle a otros cómo vivir de manera moral y recta.

Para el rabino Birmajer “ser judío” no era una pieza de información extra en el fondo; no era un simple adorno. Era su esencia. Y, por lo tanto, él es mi hermano. Mi primo. Mi profesor. Mi rabino. Ahora estoy de duelo por la pérdida de un familiar. De duelo por la pérdida de un valioso miembro de Klal Israel. De duelo por la pérdida de un miembro de la familia de Aish HaTorá. Tan sólo piensa a cuántas almas él salvó de la asimilación, el número de eslabones en la cadena que se podrían haber roto y que ahora permanecen intactos, lo cual a su vez garantiza la perpetuidad de la unión eterna ente el pueblo judío y Dios.

Rabino Birmajer, tus estudiantes y los futuros hijos, nietos y bisnietos de ellos, literalmente, te deben todo. Porque tú también les diste todo. Sin ti, tus estudiantes podrían haber decidido abandonar el judaísmo, y sus vidas serían mucho más pobres.

Ahora, por desgracia, te perdimos a ti, y hay un enorme abismo en nuestros corazones. Vamos a honrar tu nombre, de bendita memoria. Vamos a honrarte a ti continuando con tu misión.

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