Recordando a las víctimas de la matanza en Florida

6 min de lectura

El mundo entero enfrenta el horror de este ataque y guarda duelo por las valiosas vidas perdidas

El miércoles 14 de febrero del 2018, los Estados Unidos experimentaron uno de los peores tiroteos en una escuela, cuando un ex alumno de 19 años que había sido expulsado de la escuela secundaria Stoneman Douglas en Parkland, Florida, regresó a su antigua escuela con un rifle de alto calibre dispuesto a asesinar.

El tirador había manifestado odio hacia los judíos y a otros grupos en los medios sociales, convocando de forma abierta a asesinar a los judíos, los negros y los inmigrantes. Él entró tranquilamente a los corredores de su antigua escuela, llevando un rifle de alto calibre comprado legalmente, encendió la alarma de incendios y comenzó a apuntar a los estudiantes y maestros que corrían por los corredores, por lo que muchos pensaron que era un simulacro de incendio rutinario. En pocos minutos, 17 personas estaban muertas y 16 heridas, algunas de ellas muy graves. “Muchos (estudiantes) vieron a sus amigos caer heridos”, explicó Rav Shuey Biston, un rabino de Jabad de la zona que conocía a algunas de las víctimas. “Ellos vieron morir a sus amigos”.

Parkland es un área con densa población judía y por lo menos cinco de los muertos eran judíos. Mientras el país enfrenta el horror de este ataque y guarda duelo por las valiosas vidas perdidas, he aquí un pequeño extracto de la historia de las cinco víctimas judías, cuyas familias guardan luto por sus amados hijos asesinados en esta espantosa masacre.

Alyssa Alhadeff, 14

Con apenas catorce años, Alyssa Alhadeff era “una de esas niñas que siempre tienen una sonrisa en el rostro, repleta de amor”, de acuerdo con Rav Shuey Biston, quien ofició en el bat mitzvá de una de las víctimas.

Alyssa estaba en primer año, pero sus habilidades futbolísticas ya le habían otorgado un lugar en el equipo local de fútbol. Ella era sumamente hábil, el periódico escolar cubrió su desempeño en el campo de juego. En los veranos, ella asistía al Campamento Coleman, un campamento de verano judío y estaba esperando con ansias volver a asistir en unos pocos meses más. Sus numerosos amigos la describen como madura y capaz, divertida y relajada: una jovencita agradable que se hacía amigos con facilidad y que siempre tenía una sonrisa para ofrecer.

“Ella era la más dulce. Una gran jugadora de fútbol, muy inteligente, muy popular, una jovencita muy bella”, dijo Vicky Alhadeff, la abuela de Alyssa en la TV local después del ataque.

La madre de Alyssa, Lori Alhadeff, afirmó que su hija era “muy inteligente, una personalidad sorprendente, una escritora sumamente creativa y todo lo que tenía para ofrecer al mundo era amor. Ella creía en la gente porque era sumamente honesta”. Tras el brutal asesinato de Alyssa, su madre está destruida. “Me clavaron un cuchillo en el corazón”, dijo en los medios sociales. “Desearía haber podido recibir esas balas en su lugar”.

Ella afirmó que todos tenemos la responsabilidad de asegurar que esta clase de ataques nunca vuelvan a destruir a otra familia y nos pide que exijamos leyes regulatorias para la venta de armas que ayuden a evitar más violencia.

Alex Schachter, 14

Alex Schachter estaba en primer año. Un niño callado que había conocido la tragedia en su vida: su madre falleció cuando él era pequeño. Alex estaba muy apegado a su padre y a su hermano mayor, también un estudiante de la secundaria Stoneman Douglas que sobrevivió al ataque. El padre de Alex, Max Schachter, a menudo visitaba la escuela para ayudar, y al parecer Alex había heredado esta cualidad de silenciosa responsabilidad y preocupación por los demás. “Él sólo quería hacer lo correcto y dar orgullo a su familia”, explicó Max Schachter sobre su dulce hijo.

Alex comenzó a tocar el trombón en sexto grado, y se había convertido en un destacado músico que tocaba el trombón en la banda de marcha de su escuela secundaria, una de las bandas más destacadas de Florida. El líder de la banda escolar de Alex da testimonio del esfuerzo y la determinación de Alex al practicar trombón: “La mejora de la que fui testigo era admirable e inspiradora”, explicó. “Yo siento que realmente tenía un futuro brillante…”. Además de tocar el trombón, Alex también tocaba el barítono en la orquesta de su escuela.

La familia de Alex estableció un fondo de becas en su nombre para que sus numerosos actos de bondad y caridad mantengan el recuerdo y el legado de Alex.

Meadow Pollack, 18

Meadow era la más pequeña de su familia y la menor de diez nietos. “Ella era el bebé de la familia. Todos querían protegerla”, dijo su primo Jake Maisner. “Todos deben saber lo maravillosa que era. Era una jovencita bella por fuera y por dentro”, agregó su primo.

Meadow era una buena alumna y ya había sido aceptada en la Universidad Lynn en la cercana Boca Ratón, donde planeaba comenzar a estudiar en el otoño. Ella amaba los animales y era famosa por estar siempre preocupada por los demás. En su funeral, una tía describió a Meadow especialmente cercana a su madre. Una amiga dijo que Meadow tenía “una sonrisa como un rayo de sol”.

En el funeral de Meadow, su padre Andrew dijo que lo único que podía pensar era: “Mataste a mi hija. ‘Mi niña ha muerto’, esto es lo que tengo en mi cabeza de día y de noche. Lo oigo una y otra vez… No es posible imaginar que nunca volveré a ver a mi princesa”.

Jaime Guttenberg, 14

Jamie Guttenberg era una bondadosa y dulce alumna de primer año que ya sabía lo que quería en la vida: sus objetivos eran ser madre y terapista ocupacional. “Era una jovencita bella con la mejor sonrisa del mundo y un alma sensible y compasiva”, dijo su tía Abbie Youkilis. “Siempre se preocupaba por los desvalidos y los maltratados”.

Sus amigos describieron a Jamie como “el alma de la fiesta”, “la energía de la habitación”, “Una joven cuya presencia se sentía”, con una sonrisa de mil watts.

Jamie era una destacada bailarina que se presentó en público con el grupo DTX dance en la Academia de Teatro y Danzas en Coral Gables, Florida. Su color favorito era el naranja, y luego de su espantoso asesinato, los bailarines en todo el país decidieron vestirse de anaranjado en las competencias de danza del fin de semana para ayudar a recordar a Jamie.

El padre de Jamie, Fred Guttenberg, trató de compartir sus pensamientos con el mundo. “Estoy quebrado al escribir esto, tratando e imaginar cómo nuestra familia saldrá adelante”. Dijo que no puede recordar si tuvo o no tiempo de decirle a Jamie que la amaba la mañana de su muerte. Él alienta a todos los padres a recordar cuán valiosos son sus hijos: “Nunca pierdan la oportunidad de decirles cuánto los aman”.

Scott Biegel, 33

Scott Biegel estaba en su primer año como profesor de estudios sociales y entrenador de carrera a campo traviesa en la secundaria Stoneman Douglas y murió como un héroe. Cuando comenzaron los disparos estaba en una clase y rápidamente cerró la puerta con llave para protección. Pero al notar que afuera había estudiantes aterrorizados abrió la puerta para que pudieran entrar al aula.

Él estaba tratando de cerrar la puerta nuevamente cuando apareció el atacante. El señor Biegel bloqueó la entrada con su cuerpo y de inmediato lo mató. “Él abrió la puerta para dejarnos entrar”, explicó una de sus alumnas, Kelsey Friend. “Yo pensé que estaba detrás de mí, pero no lo estaba. Después de abrir la puerta tenía que volver a cerrarla para mantenernos seguros, pero no tuvo la oportunidad de hacerlo”.

“Probablemente no hubiese podido volver a estar con mi mamá ni con mi hermana…” de no haber sido por el heroísmo del Sr. Biegel, señaló la alumna.

Scott Beigel había viajado por el mundo y estaba ansioso por compartir sus experiencias. Bruna Oliveda, una ex alumna, recordó que “en una orientación, nos dijo que le emocionaba poder ayudarnos a abrir nuestros ojos a lo que vio al viajar por el mundo”. En los últimos años Scortt se había establecido en Florida y estaba por casarse muy pronto con una compañera de trabajo de la escuela.

En los veranos, el Sr. Biegel trabajaba en el Campamento Starlight, un campamento de verano predominantemente judío en Pennsylvania. El Sr. Biegel era popular entre los participantes y un “amigo querido, un héroe”, dijeron desde el campamento. 

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