Rona Ramón, la viuda del primer astronauta israelí, fallece a los 54 años

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En una vida llena de tragedias, Rona Ramón siempre eligió la vida.

En una vida llena de tragedias, Rona Ramón, la esposa del astronauta israelí Ilán Ramón, decidió escoger la vida y ayudar a los demás a enfrentar el duelo y el dolor. Rona falleció el 17 de diciembre del 2018 a los 54 años de cáncer de páncreas, pero su legado de esperanza y resiliencia perdura.

Rona nació en 1964 en Kiriat Ono, un suburbio de Tel Aviv, y creció con un sentido claro de su lugar dentro del estado judío. Sus padres, Guila e Israel, llegaron a Israel desde Turquía con un movimiento juvenil de aliá que trajo tanto a adolescentes como a jóvenes adultos al naciente estado.

Después de servir en las Fuerzas de Defensa Israelíes en la Brigada de Paracaidistas, Rona conoció a Ilán Ramón, hijo de un sobreviviente del Holocausto y un reconocido piloto de guerra. Él fue uno de los pilotos israelíes que bombardearon el reactor nuclear Osirak de Irak en 1981. La mayor parte del mundo condenó a Israel por el ataque, pero la valiente incursión de Ramón impidió que Irak desarrollara armas nucleares. Ilán y Rona se casaron en 1986 y tuvieron cuatro hijos.

Además de ser una madre ocupada, Rona estudió para ser profesora de deportes y terapeuta y tenía una clínica terapéutica. Todo eso quedó de lado cuando en 1998 Ilán fue elegido para convertirse en el primer astronauta israelí y unirse a la tripulación del transbordador espacial Columbia. Entonces la familia se mudó a Houston.

Como el primer astronauta israelí, Ilán representaba a todo el pueblo judío.

Como el primer astronauta israelí, Ilán representaba a todo el pueblo judío. Ilán y Rona tomaron algunas decisiones claves. Aunque normalmente él no cuidaba kashrut ni Shabat, Ilán decidió que al estar en el espacio cuidaría ambas cosas. Se llevó alimentos kasher y evitó efectuar labores desde la puesta de sol del viernes hasta después de la puesta de sol del sábado. (Como en el espacio no existen las horas regulares, Ilán cumplió su observancia de Shabat de acuerdo al horario en Israel).

Ilán también le pidió a uno de sus profesores, el Dr. Joaquim Iosef de la Universidad de Tel Aviv, si podía llevarse con él al espacio su rollo de la Torá. Este rollo de la Torá tenía una historia sorprendente. Era especialmente pequeño, apenas unos pocos centímetros de alto, y en el Holocausto habían logrado pasarlo de contrabando al campo de concentración de Berguen Belsen. Desafiando una muerte segura, Rav Dasberg, un rabino holandés, le dio en secreto lecciones de bar mitzvá a Joaquim, quien al llegar al campo era un niño.

El Dr. Iosef celebro su bar mitzvá en 1944 en Berguen Belsen al leer en secreto la Torá. Posteriormente, Rav Dasberg le entregó la Torá con la condición de que un día le contara al mundo sobre la misma. El Dr. Iosef sobrevivió la guerra, llegó a Israel y se convirtió en un famoso astrofísico. Ilán Ramón fue al espacio celebrando con orgullo su judaísmo y asegurando que el mundo conociera la historia del sorprendente rollo de la Torá que tenía con él.

Ilán Ramón realizó este kidush Hashem (santificación del Nombre de Dios) sin precedentes, antes de morir trágicamente el 1 de febrero del 2003, cuando el transbordador espacial Columbia se desintegró al reingresar a la atmósfera terrestre. Viuda y con cuatro hijos, Rona Ilán regresó a Israel y comenzó a utilizar su terrible dolor para ayudar a otros.

Rona estudió escritura creativa y después explicó: “Me resultaba claro que iba a explorar mis experiencias en un esfuerzo por encontrar alguna clase de respuesta… Comencé a recolectar testimonios de familias que experimentaron muertes trágicas… Las bases se quiebran y es necesario juntar los pedazos a pesar de que todavía no se ve la luz al final del túnel”.

En el 2009, falleció Asaf Ramón en un ejercicio de entrenamiento.

 Cuando su hijo Asaf quiso seguir los pasos de Ilán y unirse a la Fuerza Aérea, Rona no dudó en acceder, a pesar de los riesgos involucrados. “Era un jovencito de 18 años que toda su vida soñó con volar. Le escribí una carta en la que le di mi permiso para que comenzara su vida”, dijo Rona. Asaf se convirtió en piloto de combate. En el 2009 la tragedia volvió a golpear a la familia Ramón, Asaf falleció cuando su avión F-16 se estrelló en un ejercicio de entrenamiento.

Rona, Ilán y Asaf de vacaciones en Hawaii

“El sufrimiento fue terrible e insoportable”, recordó Rona. Sin embargo, de alguna manera logró seguir adelante. “Sabía que había otras personas por quienes debía vivir, eso era claro y convincente. Seguiría adelante por mis hijos, en el nivel más simple y práctico. Funcionaría. Si lograba preparar para todos el almuerzo, si llegaba a buscar a todos a tiempo en las actividades extraescolares y los deportes y no me olvidaba de nadie (porque también eso me pasó), entonces estaba bien”.

Asaf fue enterrado cerca de su padre, en una tumba que Rona había comprado para sí misma. Rona canalizó su dolor ayudando a los demás. Estableció la Fundación Ramón que alienta a los jóvenes israelíes a desarrollar la “excelencia académica, el liderazgo social y el coraje innovador”. La fundación cuenta con programas educacionales y científicos y ayuda a los jóvenes a desarrollar su potencial académico y social. Además, Rona disertó en público sobre sus experiencias con la pérdida de seres queridos, dio conferencias, talleres y asesoría individual a otras personas que enfrentaban la pérdida y el dolor.

En el 2016, el día de la independencia de Israel, Rona Ramón encendió una antorcha en la celebración oficial en el Monte Herzl en Jerusalem. En ese momento dijo: “Enciendo esta antorcha en honor a mis amados Ilán y Asaf, que fueron una llama y un faro de luz para el cumplimiento de mi visión. En honor a los pilotos de la Fuerza Aérea a lo largo de las generaciones que nos protegen desde el cielo; en honor a los astronautas que realizan un trabajo innovador para la humanidad y en honor a mis hijos y a todos los jóvenes maravillosos que proyectan amor hacia otros seres humanos. Y por Israel y la esperanza de que haya paz”.

Rona dejó tres hijos, Tal, Iftaj y Noa. También nos deja el increíble ejemplo de una mujer que enfrentó la tragedia pero encontró en su interior las fuerzas para seguir ayudando a los demás. Rona afirmó: “Es cierto que la mano del destino me ha golpeado, y con mucha fuerza. Pero tengo el privilegio de elegir cómo levantarme de las grandes dificultades que la vida me presentó y decidir qué música deseo escuchar”.

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