Ruth Gruber: indomable activista judía y legendaria periodista

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Ruth Gruber, la periodista, autora y activista ha fallecido a la edad de 105 años.

En una carrera que abarcó décadas, Ruth Gruber escribió 19 libros e incontables artículos para periódicos y revistas. Realizó misiones secretas, salvó cientos de vidas y fue honrada y homenajeada en tres continentes. Sus palabras e imágenes hicieron que gobiernos cambiaran políticas. La Sra. Gruber, una de las periodistas más exitosas del Siglo XX, tenía un objetivo principal: contarle al mundo la historia judía. “Siempre que veía judíos en peligro”, explicó, “cubría esa historia”.

Ruth Gruber nació en una familia de inmigrantes judíos en Nueva York, en 1911, y desde una edad temprana mostró señales de brillantez. Se graduó de la escuela secundaria a los 15 años y de la Universidad de Nueva York a los 18. Ganó una beca para realizar un máster en la Universidad de Wisconsin, donde se graduó a los 19 y continuó con un doctorado en literatura en la Universidad de Cologne, donde se graduó a los 20 siendo la estudiante de doctorado más joven de la historia hasta ese entonces.

“Tenía dos herramientas para luchar contra la injusticia: mi máquina de escribir y mi cámara”. Esas dos herramientas fueron sus armas durante toda su vida.

Mientras estaba en Alemania, la Sra. Gruber conoció a los judíos del país y atestiguó la creciente amenaza que se avecinaba. En sus memorias de 1992, Ahead of Time: Mi Early Years as a Foreign Correspondent (Avanzada en el tiempo: mis primeros años como corresponsal internacional), la Sra. Gruber recordó sentarse en la primera fila de una manifestación mientras escuchaba a Adolf Hitler. “Él despotricaba contra la República de Weimar, contra los capitalistas, contra los comunistas, contra Estados Unidos, contra los judíos. Su audiencia clamaba en aprobación, con una histeria igual a la de él. “Juda vereke (que el judío croe)” gritaba él, “juda vereke”.

Al volver a casa, la Sra. Gruber trabajó como periodista. Luego recibió una beca Guggenheim para estudiar el comportamiento de mujeres viviendo en diferentes sistemas políticos. Mientras se preparaba para partir hacia la Unión Soviética, el New York Herald Tribune le pidió que contribuyera a una serie sobre mujeres en la Unión Soviética. Una vez allí, la Sra. Gruber no se limitó a escribir sobre mujeres, sino que viajó al Círculo Ártico y visitó un gulag siberiano, entrevistó a prisioneros políticos y de otras índoles y contó sus fascinantes historias. Sobre la marcha, aprendió sola fotografía y tomó fotos para acompañar sus artículos. “Tenía dos herramientas para luchar contra la injusticia: palabras e imágenes, mi máquina de escribir y mi cámara” recordó posteriormente. Esas herramientas continuarían siendo sus armas durante toda su vida.

Sus escritos impresionaron tanto a Harold Ickes, Secretario de Interior de Estados Unidos, que designó a la Sra. Gruber como representante en el Territorio de Alaska en 1941, asignándole la función de investigar áreas para instalar Institutos Geofísicos. Tres años después, el Sec. Ickes tuvo una asignación mucho más peligrosa para la Sra. Gruber, una que definiría la dirección del resto de su vida. El presidente Roosevelt tenía la intención de traer a Estados Unidos 1.000 refugiados judíos de 19 países ocupados por los nazis; el Sec. Ickes eligió a la Sra. Gruber para que los acompañara, eludiendo submarinos alemanes en el traicionero cruce atlántico. “Recibirá el rango de general ficticio” le dijo el Sec. Ickes. “Si va y los nazis la capturan como civil, pueden matarla acusándola de espía. Como general, de acuerdo a la Convención de Ginebra, tienen que darle alimento, refugio y mantenerla con vida”. Los refugiados necesitaban que la Sra. Gruber los escoltara, le dijo el Sec. Ickes, explicando que tendría metafóricamente que “llevarlos de la mano” durante el viaje.

La Sra. Gruber estaba decidida a que los norteamericanos conocieran la verdad sobre los crímenes de Hitler.

La Sra. Gruber aceptó la misión y durante el cruce entrevistó a los traumatizados refugiados. Al principio, recordó, “algunos de los hombres dijeron: ‘no podemos contar por lo que pasamos, es demasiado obsceno. ¡Usted es una mujer!’”. La Sra. Gruber contó cual fue su respuesta: “Yo dije: ‘Olvídense que soy mujer, ustedes son los primeros testigos en llegar a Estados Unidos’. Entonces hablaron, nadie se rehusó a hablar”. La Sra. Gruber estaba decidida a que los norteamericanos conocieran la verdad sobre los crímenes de Hitler.

Ruth Gruber en su uniforme de corresponsal de guerra, 1946.

Durante el viaje, escuchó una y otra vez las historias de los refugiados, hasta que las lágrimas borraban las palabras que escribía en sus cuadernos y tenía que hacer una pausa para volver a comenzar. Organizó clases de inglés, atendió a los enfermos y les enseñó canciones en inglés a los refugiados.

Se identificó tanto con los refugiados que ellos comenzaron a llamarle, a pesar de que aún era joven, “mamá Rut”. Para cuando los refugiados llegaron a Nueva York —el único grupo de refugiados judíos aceptados por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial— la Sra. Gruber sabía que su carrera sería contar las historias de sus compañeros judíos.

El puesto de la Legión Árabe en el Puente Allenby, en 1946. Gruber fue la primera periodista en entrar al recientemente establecido Reino Hashemita de Jordania.

Tres años después, en 1947, Gruber cubría una conferencia de la ONU en Jerusalem, cuando escuchó que el Éxodo, un destartalado buque a vapor de la Bahía de Chesapeake comprado por la Haganá (el precursor del ejército israelí de la actualidad) sobrecargado con 4.515 desesperados sobrevivientes judíos del Holocausto, había sido interceptado por buques de guerra ingleses en la Bahía de Haifa. Viajó de inmediato a Haifa y vio soldados ingleses bajando los cuerpos de tres judíos que habían asesinado mientras detenían el barco. 120 sobrevivientes judíos fueron heridos en el ataque inglés.

Los ingleses transfirieron a los judíos a tres barcos cárcel y los devolvieron a Alemania, en donde volverían para ser sepultados en campos. La Sra. Gruber se volvió la corresponsal a la que todos referían, la única periodista encargada de enviar artículos y fotografías sobre el Éxodo a organizaciones de noticias de Estados Unidos. Siguió a los judíos en un barco cárcel, Runnymede Park, y sus crónicas sobre la agonía de esos andrajosos judíos conmovieron al mundo. Su foto de la bandera de Inglaterra con una esvástica pintada fue la Foto de la Semana de la revista Life, mientras que su libro Éxodo 1947: el barco que impulsó una nación, inspiró el best seller de León Uris, Éxodo, así como la película de 1960 basada en él.

La Sra. Gruber cubrió algunos de los momentos más importantes de la historia israelí y judía, reportando la fundación del Estado de Israel, su guerra de independencia y los juicios de Núremberg para el New York Herald Tribune, el New York Post y el New York Times. En 1952 acompañó a Eleanor Roosevelt en una gira oficial a Israel. También tuvo una vida ajetreada en Nueva York, trabajando y dando charlas. Se casó dos veces, primero con Philip Michaels, un abogado, y después de su muerte con Henry Rosner, un fiscal administrador de programas de bienestar social de Nueva York.

Siento que tuve que luchar contra el mal, y tengo ese sentimiento desde los 20 años de edad.

En 1985, a los 75 años, la Sra. Gruber viajó a comunidades judías remotas en Etiopía y fue la única corresponsal extranjera presente en la Operación Moisés, el dramático vuelo israelí de 1985 que llevó a miles de judíos etíopes huyendo del peligro y la hambruna hacia Israel. Escribió sobre la experiencia en un aclamado libro: Rescue: The Exodus of the Ethiopian Jews (Rescate: el éxodo de los judíos de Etiopía). Detallando la rica cultura e historia de los judíos etíopes, así como su persecución en Etiopía, la Sra. Gruber concluyó: “La única manera de preservar esa tradición era sacarlos de Etiopía y llevarlos a Israel”.

Mientras registraba el destino de los judíos durante todo el Siglo XX, Ruth Gruber escribió una y otra vez sobre los judíos pasando del peligro a la seguridad, de zonas de guerra a lugares de refugio, en ocasiones en Estados Unidos y en otras en Israel. La Sra. Gruber cubrió muchas otras historias y escribió muchos libros fascinantes sobre muchos temas, pero el tema candente al que siempre volvió una y otra vez fue la supervivencia del pueblo judío.

Más que una periodista, la Sra. Gruber vivió a la par con sus compañeros judíos la angustia y los triunfos sobre los cuales escribió. “Siento que tuve que luchar contra el mal, y tengo ese sentimiento desde los 20 años de edad” explicó la Sra. Gruber en 2001. “Y nunca fui una observadora. Para escribir una historia tengo que vivirla”.

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