Seis datos curiosos sobre la jalá

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Formas sorprendentes en que la jalá nos conecta con la historia judía.

La jalá es el ícono del pan judío que adorna nuestras mesas en cada festividad y en Shabat. Sus bellas y doradas hogazas recuerdan momentos claves de la historia judía. Aquí hay seis datos sobre la jalá y su importancia para el pueblo judío.

El origen del nombre

La Torá les ordenó a los judíos donar a Dios una porción del pan cada vez que horneaban: “Cuando entren en la Tierra a donde Yo los llevo, sucederá que cuando coman del pan de la Tierra, deberán apartar una porción separada para Dios" (Números 15:19-20).

La jalá original era la parte que se separaba del pan. En la antigüedad, esa masa se horneaba en hermosas hogazas y se donaba a los cohanim, quienes trabajaban en el Templo en Jerusalem.

Masa de jalá

Cuando el Templo fue destruido en el año 70 EC, ya no se siguieron donando las hogazas a los cohanim y en cambio esa porción de masa separada se comenzó a quemar. El proceso de separar jalá de la masa requiere una bendición cuando la masa contiene al menos 1666 gramos de harina. Si la cantidad de harina está entre 1230 y 1666 gramos, se separa jalá sin decir una bendición. Si la masa contiene menos de 1230 gramos, no se separa jalá.

La jalá que comemos en Shabat y en las festividades recibe su nombre de la jalá que separábamos de la masa hace miles de años, manteniendo esta mitzvá en nuestra mente.

Después de amasar la masa (pero antes de darle forma de hogaza) decimos:

Bendito eres Tú, Hashem, Dios nuestro, Rey del universo, Quien nos ha santificado con Sus mandamientos y nos ordenó separar jalá (algunos agregan: de la masa)

Entonces quitamos una pequeña porción de masa, del tamaño de un huevo (alrededor de 30 gramos), la levantamos y decimos Harei zo jalá - “Esto es jalá”. A continuación, la quemamos hasta que no se la pueda comer. Yo lo quemo sobre la hornalla de la cocina mientras trenzo mis jalot.

Dos hogazas

Cuando los judíos viajaban por el desierto después de salir de Egipto, Dios les instruyó construir un Tabernáculo portable, un Mishkán, y les dio instrucciones detalladas sobre las decoraciones y los elementos que debían guardar allí adentro. Uno de los componentes claves del Tabernáculo era el Shuljan, una hermosa mesa de madera cubierta de oro, en la cual se exhibían siempre doce hogazas de pan (Éxodo 25:30). Posteriormente, cuando los judíos construyeron su Templo en Jerusalem, esta mesa continuó con 12 deliciosas hogazas de pan cada día.

Tras la destrucción del Templo, cada hogar judío se convirtió en un mikdash meat, un templo en miniatura, donde los judíos intentan crear en alguna medida la santidad que había en el Templo. Las hogazas de jalá sobre la mesa de nuestro comedor nos ayudan a recordar el esplendor del Templo.

En Shabat y en las festividades, se acostumbra recitar la bendición Hamotzí por el pan sobre dos hogazas. (En Pésaj, en vez de usar pan recitamos la bendición sobre matzá). Cuando nuestros ancestros deambularon por el desierto durante cuarenta años después de salir Egipto, Dios les dio cada día una porción de un alimento milagroso llamado maná. Los viernes, Dios otorgaba una porción doble para que durase todo el Shabat. Hoy en día, miles de años más tarde, seguimos recordando este milagro y en Shabat y en las festividades colocamos en la mesa dos hogazas de jalá (una porción doble).

Cubiertas con un mantel

Las hogazas de jalá se cubren con un mantel, recordando el maná que comieron nuestros ancestros, el cual cada mañana estaba cubierto con una capa de rocío.

El mantel de la jalá también nos enseña una lección práctica, al recordarnos que es crucial ser cuidadosos con los sentimientos de los demás. Dado que la costumbre es hacer Kidush sobre el vino antes de comer jalá, algunos dicen que cubrir la jalá evita que la jalá se sienta dolida al no dejarla ver este desprecio. Si hacemos tanto para proteger de la vergüenza a objetos inanimados, cuánto más debemos ser sensibles a los sentimientos de las personas, quienes sí sienten dolor.

Recordatorio del Templo

Después de recitar Kidush sobre vino o jugo de uva, nos lavamos las manos, y decimos una bendición sobre el pan:

Bendito eres Tú, Hashem, Dios nuestro, Rey del Universo, Quien saca el pan de la tierra.

Los judíos ashkenazíes acostumbran a rebanar la jalá con un cuchillo, como se cortaría cualquier pan. Algunos judíos sefaraditas cortan el pan con la mano, en recuerdo del hecho de que el Templo en Jerusalem fue construido sin usar herramientas filosas. Dado que el propósito del Templo era completamente pacífico, no se podía emplear ninguna herramienta que sirviera para la guerra o para hacer daño a otros. Las piedras y otros objetos eran cortadas en otro lugar. Hoy en día, algunos judíos recuerdan este método de construcción completamente pacífico evitando usar cuchillos para dividir su jalá.

Otra costumbre conectada a la jalá recuerda los días del Templo. Después de rebanar la jalá, antes de distribuirla y comerla, le colocamos un poco de sal, tal como se hacía con las ofrendas en el Templo.

Hogazas trenzadas

Muchos tenemos la imagen de las doradas hogazas trenzadas para Shabat. Sin embargo, muchos judíos utilizan diferentes clases de pan en sus cenas festivas y de Shabat. Muchos judíos sefaraditas comen pan pita. Los judíos yemenitas usan unas hogazas esponjosas llamadas salufe; los judíos de India hacen Hamotzí sobre naan o pan chapati. No hay ninguna obligación de que nuestras hogazas de Shabat estén trenzadas, aunque para muchos judíos no se sentiría como Shabat sin dos doradas hogazas trenzadas sobre la mesa.

El historiador de comida Gil Marks comenta que la hogaza trenzada que hoy en día llamamos jalá, surgió en el sur de Alemania en el siglo XV, cuando los judíos locales comenzaron a adoptar las hogazas trenzadas de la región llamadas herchisbrod o perchisbrod. Los locales usaban estos panes trenzados para ocasiones especiales, “entonces una esbelta hogaza trenzada, que aludía a una ocasión especial, se convirtió en el pan ashkenazí más popular para Shabat”, afirma Marks en su libro Encyclopedia of Jewish Food.

Algunas de estas primeras hogazas de jalá trenzadas recibieron diferentes nombres, incluyendo berjes, posiblemente de la palabra en hebreo brajá (bendición).

Haz clic aquí para ver un video que enseña cómo trenzar una jalá redonda

Formas especiales de jalá

En Rosh Hashaná comemos hogazas de jalá redonda, simbolizando la naturaleza circular del año que vuelve a comenzar justo cuando termina el año previo. Comemos jalot redondas en Shabat y en Sucot, hasta Simjat Torá. (En Rosh Hashaná se acostumbra untar la jalá en miel y no en sal, como símbolo de la esperanza de tener un año dulce).

Algunas comunidades judías le dan a las hogazas otras formas especiales. Para el Shabat previo a Iom Kipur, los judíos de Ucrania suelen dar a sus hogazas de jalá formas de símbolos de elevación, como pájaros o escaleras. En ese mismo Shabat, a veces los judíos lituanos le daban a su jalá una forma como de mano, debido a la costumbre de darse la mano al pedir perdón antes de la fiesta.

Jalá shlissel

El primer Shabat después de Pésaj a veces es llamado el Shabat de la “llave”, y muchos cocineros judíos hornean una jalá en forma de llave. Estas hogazas son llamadas jalá shlissel (shlissel significa “llave” en ídish). A menudo se les esparce semillas de amapola para recordarnos el maná que cayó en el desierto a partir del mes hebreo de iar, que viene después de Pésaj. La distintiva forma de llave nos recuerda que nuestro sustento, al igual que el maná que comieron nuestros ancestros, viene de Dios. En definitiva, todo lo que tenemos viene de Dios.

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