Una carta abierta a Seth Rogen

5 min de lectura

Seth, durante una hora atacaste a tus hermanos judíos, tergiversaste la historia judía, difamaste a Israel y a los israelíes y calumniaste al judaísmo. ¿Qué ganaste?

Estimado Seth:

Ya sé que nunca proclamaste ser un historiador, un teólogo, un filósofo ni un erudito. Eres un actor y comediante famoso. Hasta la semana pasada, te apegaste bastante a tu área de experiencia.

No puedo culparte por acudir al podcast de Marc Maron para difundir tu nueva película. A fin de cuentas, Maron tiene más descargas que los televidentes de cualquier show por cable. Tu nuevo film, An American Pickle, es una historia fantasiosa con un "enganche" judío que incluso podría llegar a tener un mensaje importante. Es la historia de un judío simple llamado Herschel Greenbaum que trabaja en una fábrica de pickles en Brooklyn, se cae dentro de un barril de salmuera y permanece en perfecto estado de conservación durante 100 años, hasta que regresa a la vida para estar con su tataranieto Ben en la Brooklyn contemporánea. No tengo idea cómo se te ocurrió esa historia, pero en mi mente sin duda podría haber brindado una interesante oportunidad para enfocarse en el nexo entre las generaciones, así como en la realidad mística y milagrosa de la supervivencia judía.

Pero parece que eso fue una ilusión de mi parte. Seth, dedicaste una hora del horario de máxima audiencia con varios millones de personas escuchándote, para atacar a tus hermanos judíos, tergiversar la historia judía, difamar a Israel y a los israelíes, calumniar al judaísmo y, en tus propias palabras, dar testimonio de que "la religión es tonta" y que "para la preservación del pueblo judío [Israel] no tiene ningún sentido".

No puedo evitar preguntarme cómo se sentirían sobre tu presentación tus abuelos, quienes te enseñaron sobre la realidad del antisemitismo, si ellos pudieran ser convertidos en "pickles" y volvieran a la vida como el héroe de tu película. Lo que sí puedo decirte es la alegría absoluta que sintieron quienes odian a los judíos después de tu hora vergonzosa. Mondoweiss, un sitio web de noticias de izquierda coeditado por los periodistas Philip Weiss y Adam Horowitz, dos judíos que se describen a sí mismos como progresivos y antisionistas, reaccionaron a tus declaraciones con un titular que anunciaba: "Seth Rogen afirmó que Israel es un país ridículo, anticuado y basado en la limpieza étnica. Pero él teme decírselo a otros judíos". Obviamente no teme tanto como para evitar compartir sus opiniones con el podcast más escuchado en el mundo.

Tienes la obligación de pensar antes de hablar y de entender un poco más los hechos antes de calumniar a la gente.

Seth, no es mi intención inflar tu ego, pero en una cultura como la nuestra, dirigida por las celebridades, lo que tú dices tiene peso, y lo que tú afirmas que es la verdad, lamentablemente puede influir sobre el pensamiento de innumerables personas. Tienes la obligación de pensar antes de hablar y de entender un poco los hechos antes de calumniar a la gente. ¡Qué terrible que dijeras a millones de personas que durante toda tu vida te "alimentaron con una enorme cantidad de mentiras sobre Israel. Nunca me dijeron: 'A propósito, había allí otras personas [los palestinos]'. Lo hacen ver como si [Israel] hubiera estado allí, disponible (...) olvidan decirle esta información a cada joven judío".

Seth, entiendo que no eres un erudito. Parece que te sorprendió que en Palestina vivieran otras personas fuera de los judíos. Déjame explicarte cómo ocurrió eso.
Acabamos de conmemorar Tishá BeAv, el noveno día del mes hebreo de av.

Durante miles de años, los judíos de todo el mundo ayunaron y observaron un día de duelo. Lloramos por lo que una vez tuvimos. Nuestros ancestros se establecieron en la tierra que Dios le prometió a Abraham en los tiempos bíblicos. Allí las doce tribus se convirtieron en una nación. Allí tuvimos profetas que nos enseñaron a nosotros y al resto del mundo cómo vivir con santidad, justicia y rectitud. Allí construimos un Templo a Dios para traer Su presencia a la tierra y para que Sus valores y Su sabiduría sirvieran como un faro para toda la humanidad.

En Tishá BeAv los babilonios destruyeron ese Templo y nos enviaron a nuestro primer exilio. Pero lloramos en los ríos de Babilonia y no olvidamos nuestra patria. Regresamos y reconstruimos. Vimos la gloria de otro Templo. Y una vez más aprendimos que quienes actúan como la conciencia del mundo serán odiados. El segundo Templo fue destruido por los romanos y en una sorprendente coincidencia (o como lo entendemos nosotros, en una demostración de que Dios dirige el universo), una vez más la tragedia tuvo lugar el nueve de av. Una vez más nos vimos obligados a salir al exilio.

La historia tiene un destacado sentido de ironía. La primera Cruzada fue declarada por el Papa Urbano II el 20 de julio del 1095 y causó la muerte de un millón doscientos mil judíos. ¿Cuál era la fecha hebrea? Tishá BeAv. En 1492, la Era Dorada de España llegó a su fin cuando la reina Isabel y su esposo, el rey Fernando, ordenaron que los judíos fueran expulsados de la tierra "por la gran gloria de la iglesia y de la religión cristiana". El edicto de expulsión le dio a los judíos exactamente cuatro meses para poner sus asuntos en orden y abandonar el país. ¿Cuál fue la fecha hebrea en la que no se permitió que quedara ningún judío en la tierra de España, donde habían sido bienvenidos y prosperaron durante siglos? Obviamente, Tishá BeAv.

Sin embargo, los judíos nunca perdieron las esperanzas. Nunca cedimos a nuestra "religión tonta" ni a nuestro reclamo de una tierra nacional, un lugar que tú piensas que no necesitamos porque podemos confiar en otros refugios seguros a pesar de nuestra historia de opresión, exilio y Holocausto.

Cuando el Dr. Jaim Weizman, quien después se convirtió en el primer presidente del estado de Israel, se encontró con Lord Balfour, quien había sido primer ministro de Inglaterra, y le explicó la idea sionista, Balfour preguntó por qué los judíos se oponían al Plan Uganda como un sustituto para Palestina. Weizman le dijo: "Lord Balfour, suponga que yo le ofreciera París en vez de Londres, ¿usted aceptaría?". "Pero Dr. Weizman, Londres nos pertenece", le respondió Balfour.
"Es cierto, pero Jerusalem era nuestra cuando Londres todavía era un pantano", le contestó Weizman.

Seth, quizás en verdad deberías estudiar un poco más la historia de tu pueblo. Sí, había otros pueblos en Palestina. Pero incluso un mundo que odia a los judíos, milagrosamente reconoció, primero a través de la declaración Balfour y luego con el reconocimiento de las Naciones Unidas, que en medio del mar de los nuevos países árabes, los judíos tenían el derecho de tener por lo menos una pequeña franja de tierra que pudieran considerar propia, teniendo en cuenta los miles de años de conexión física, espiritual y emocional con aquella tierra.

La siguiente historia probablemente es apócrifa, pero su mensaje es una verdad que debe hablar directamente a tu corazón, Seth. Napoléon caminaba por las calles de París en Tishá BeAv. Al pasar por la sinagoga escuchó gritos y llantos. "¿Qué es lo que ocurre?", preguntó. Uno de sus asistentes le explicó que los judíos estaban de duelo por la pérdida de su Templo. "¿Cuándo ocurrió eso?", preguntó Napoleón. "Hace 1.700 años", le dijeron.

Napoleón no pudo creerlo. "Sin duda un pueblo que guardó duelo durante tanto tiempo por la pérdida de su Templo, tendrá el mérito de verlo reconstruido", afirmó.

Este Tishá BeAv yo lloré por la destrucción de los dos Templos y por todas las otras tragedias que resultaron por los horrores que nos han infligido. Lloré por la insensibilidad, la desconsideración y (odio decirlo) la insensatez de nuestro propio pueblo. Es muy doloroso que los judíos después del Holocausto no reconozcan que el suicidio puede ser tan destructivo como el asesinato.

Seth, ¿me permitirías guiarte y ayudarte a descubrir por qué estás tan equivocado sobre Israel, sobre el judaísmo y sobre el Hershel Greenbaum que en verdad tú eres en lo más profundo de tu alma?

Me encantaría tener la oportunidad de estudiar contigo.

Respetuosamente,

Benjamín Blech
 

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