Carta abierta a J. K. Rowling

5 min de lectura

Gracias por no doblegarte ante la presión por boicotear a Israel.

Estimada J. K. Rowling,

Al igual que millones de personas alrededor del mundo, me gustaría agradecerte por traer la magia de Harry Potter a nuestro hogar. Hemos realizado fiestas de cumpleaños decoradas con Harry Potter, hemos creado incontables disfraces de Purim de Harry Potter e incluso —la noche antes del cumpleaños número once de nuestro hijo— falsificamos una carta de aceptación de Hogwarts con tinta verde para él. Tú creaste un mundo en el cual todos tienen la opción de alcanzar la grandeza.

Ahora tú has escogido defender lo correcto en un contexto diferente, defender a Israel de quienes intentan boicotearlo, y me gustaría extenderte un enorme ‘gracias’.

La presión que ha habido sobre ti para que te unas al boicot ha sido enorme. En febrero del 2015, más de 700 escritores, cineastas, guionistas, arquitectos, músicos y otras figuras del ámbito cultural, escribieron una carta abierta que fue publicada en el periódico The Guardian, prometiendo que “no tocaremos música, no aceptaremos premios, no asistiremos a exhibiciones, festivales o conferencias y no dictaremos clases o talleres” en ninguna parte de Israel.

Desde entonces, la presión por boicotear a Israel ha aumentado. El 27 de octubre del 2015, apareció otra carta en el periódico The Guardian, esta vez firmada por 343 académicos que prometieron nunca aceptar invitaciones para visitar escuelas israelíes, participar en conferencias de universidades israelíes o “cooperar” con académicos israelíes.

Estas cartas nunca mencionaron ni condenaron el terror con el que los israelíes viven a diario. Tampoco mencionaron la reciente ola de acuchillamientos que han matado y herido a decenas de israelíes en las últimas semanas. En lugar de eso, ofrecieron una narrativa simplista en la cual Israel siempre está equivocado y merece ser despreciado.

Me imagino que, como la autora más famosa de Gran Bretaña, te deben haber pedido también que firmaras estas cartas. Quizás te sentiste presionada a alinearte con la forma de pensar de moda y votar que no tendrías nada que ver con el Estado judío. Pero en lugar de eso, tú —junto a otros 150 escritores, artistas y personalidades mediáticas británicas— hiciste una declaración propia, solicitando evitar todos los llamados a un boicot cultural al Estado judío.

“Los israelíes tendrían razón de preguntar por qué no se realizan también boicots culturales en contra de —por nombrar algunos ejemplos al azar— Corea del Norte y Zimbawe, cuyos líderes no son considerados precisamente como modelos a seguir por la comunidad internacional”, declaraste tú y el resto de los artistas. “La colaboración cultural construye puentes, nutre la libertad y el movimiento positivo hacia el cambio”, escribiste en una carta publicada el 23 de octubre del 2015.

Una de las cosas que siempre me ha gustado de tus libros es la forma en que describes cómo es sentirse presionado a seguir a la mayoría, y cómo celebras a quienes se resisten y piensan por sí mismos.

En tu serie de Harry Potter, el Ministerio de la Magia y el periódico El profeta se burlan de las advertencias de Harry sobre que Voldemort ha vuelto al poder; son sólo unos pocos bravos quienes toman la decisión de defender lo correcto y apoyar a Harry.

Quizás por eso tú —y otras muchas personalidades culturales británicas, incluyendo al autor Fay Weldon, dos veces ganador del Premio Booker, a Hilary Mantel, y al autor y activista musulmán Maajid Nawaz— están dispuestos a decir ‘no’ al prejuicioso sentimiento antiisraelí y a darle un vistazo al verdadero Israel.

Eso implica mirar a Israel y ver una vibrante democracia en la cual todos los ciudadanos —sin importar su etnia o religión— tienen voz y voto. Eso significa ver un país en el cual la Knéset actual (el parlamento israelí) está compuesta por 17 parlamentarios árabes (de un total de 120). En el cual 28 parlamentarios son mujeres. Significa ver un país en el cual los ciudadanos árabes han servido en la Corte Suprema, como embajadores, como personalidades de televisión, profesores universitarios, ministros gubernamentales y soldados. Significa ver un país en el cual Emile Habibi, un autor y miembro de la Knéset, ganó el Premio de Israel, el mayor honor cultural de Israel, por literatura árabe, y en el cual Rana Raslan, una árabe israelí, fue coronada como Miss Israel, y en el cual Lina Makhoul, una árabe israelí de 19 años que vive en Acre, fue coronada como la mejor cantante de Israel en el popular programa de televisión israelí “The Voice”.

Ver a Israel significa entender que Israel cuenta con docenas de periódicos en variados lenguajes y disfruta de una prensa abierta, libre y de propiedad privada. Significa ver que Israel tiene el mayor número de museos por persona en el mundo, que ocupa el segundo lugar a nivel mundial en cuanto a la cantidad de libros que son publicados por persona; que Israel tiene la mayor concentración de emprendimientos tecnológicos del mundo fuera de Estados Unidos, y que muchos de los ítems que utilizamos diariamente —incluyendo los chips de computadora, los teléfonos celulares, el buzón de voz, el sistema operativo Windows, los marcapasos, la mensajería instantánea y la irrigación por goteo— fueron todos desarrollados gracias a la tecnología israelí.

Dar un vistazo a Israel para ver cómo es realmente —sin tomar en cuenta los tendenciosos llamados a boicotearlo— significa ver un país que en el 2015 fue catalogado como el cuarto mejor país del mundo para criar niños. Que fue catalogado como el mejor país del mundo para recibir cuidados médicos de calidad. Que salió onceavo en el ranking de la felicidad mundial. Significa ver un país que —a pesar de los llamados diarios a borrarlo del mapa, y a pesar de las constantes llamadas a realizar ataques terroristas— se las ingenia para seguir siendo abierto, democrático, comprometido con los derechos humanos y con buenas oportunidades para todos sus ciudadanos.

Luego de firmar tu petición de no boicotear a Israel, recibiste algunas críticas por la decisión. Pero te rehusaste a retractarte, insistiendo que “compartir el arte y la literatura por sobre las fronteras constituye un inmenso poder para el bien en este mundo” y que esto “nos recuerda de nuestra humanidad. En una época en la cual la estigmatización de las religiones y de las etnias parece estar en alza, creo fuertemente que el diálogo y la colaboración cultural es más importante que nunca antes y que los boicots culturales son divisivos, discriminatorios y contraproducentes”.

Es verdad que después, en la tormenta que se desató después de tu promesa de nunca boicotear a Israel, hiciste algunas fuertes declaraciones criticando al gobierno de Israel. Francamente, muchos israelíes se sintieron ofendidos por tus críticas. Pareces colocar gran parte de la culpa por el terrorismo palestino en los hombros de Israel, en lugar de colocarla en las incansables provocaciones por parte de los libros escolares, mezquitas, programas de televisión y periódicos palestinos, los cuales han creado una atmosfera de “sed de sangre judía” en la cual gente ordinaria ha tomado cuchillos de cocina para matar judíos.

Estuve a punto de no escribir esta carta porque algunas de tus declaraciones parecían demasiado cercanas a aquellas que emiten tus colegas que atacan al Estado judío. Pero al volver a leer tu carta, decidí tomar mi pluma. Tú dijiste no a los boicots culturales contra Israel. No a señalar solamente a Israel de entre todas las naciones como la única que merecería ser menospreciada. Tú podrías fácilmente haberte quedado inmóvil, sin hacer nada.

Pero en lugar de eso, te pusiste de pie y te les opusiste, declarando clara y públicamente que no boicotearás a Israel. Y eso fue valiente.

Creo que Albus Dumbledore lo expresó de mejor manera cuando dijo: “Todos debemos enfrentar la elección entre lo correcto y lo fácil”.

J. K. Rowling, tú tomaste la decisión de defender lo que es correcto, y no lo que es fácil. Por ello, te agradezco. Y te invito a visitar Israel para que veas de primera mano la realidad de este sorprendente país, lo cual te informará aún más sobre Israel y sus políticas.

Atentamente,
Una fanática.

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