Discurso del Primer Ministro de Canadá Stephen Harper en la Kneset

9 min de lectura

Canadá apoya a Israel principalmente porque es correcto hacerlo.

Shalom,

Gracias por invitarme a visitar este extraordinario país, y especialmente por esta oportunidad de dirigirme a la Knéset. Es verdaderamente un gran honor. Y si puedo, Sr. Presidente, en nombre de mi esposa Laureen y de la delegación canadiense entera, permítame comenzar por agradecer al gobierno y al pueblo de Israel por la calidez de su hospitalidad. Ustedes nos han hecho sentir extremadamente bienvenidos. Nos hemos sentido inmediatamente en casa.

Damas y caballeros, Canadá e Israel son los más grandes de los amigos, y los más naturales de los aliados. Y, con su permiso, me gustaría tratar de explicar por qué la relación entre Canadá e Israel es especial e importante. Porque de hecho, nuestra relación es muy fuerte.

La amistad entre nosotros está arraigada en la historia, alimentada por valores compartidos, y es reforzada intencionalmente en los mas altos niveles de comercio y gobierno como una expresión exterior de convicciones internas fuertemente sostenidas.

Ha habido, por ejemplo, un acuerdo de libre comercio en vigencia entre Canadá e Israel durante muchos años, un acuerdo que ha probado su valor. La eliminación de aranceles sobre productos industriales, y algunos productos alimenticios, ha llevado a una duplicación del valor del comercio entre nuestros países. Pero esto sólo roza la superficie del potencial económico de esta relación y yo espero con interés profundizar y ampliar nuestros objetivos de comercio mutuo e inversión.

También, nuestros órganos militares comparten información y tecnología. Esto ha sido para nuestro beneficio mutuo. Por ejemplo, durante la misión de Canadá en Afganistán, nuestro uso de equipo de reconocimiento de fabricación israelí salvó la vida de soldados canadienses. Todas estas conexiones son importantes, y construyen puentes fuertes entre nosotros. No obstante, para entender verdaderamente la relación especial entre Israel y Canadá, uno debe mirar más allá del comercio e instituciones y enfocarse en los vínculos personales de amistad y parentesco.

Los judíos han estado presentes en Canadá durante más de 250 años. Generación tras generación, a través de trabajo duro y perseverancia, los inmigrantes judíos, a menudo comenzando sin nada, han prosperado enormemente. Hoy, hay casi 350.000 canadienses que comparten con ustedes su legado y su fe. Ellos son canadienses orgullosos. Pero habiendo conocido literalmente a miles de miembros de esta comunidad, puedo decirles esto: Ellos también están inmensamente orgullosos de lo que el pueblo de Israel ha logrado aquí, de su valor en la guerra, de su generosidad en la paz, y del florecimiento que ha devengado el desierto, bajo su dirección. Laureen y yo compartimos ese orgullo, el orgullo y la comprensión de que lo que ha sido conseguido aquí ha ocurrido a la sombra de los horrores del Holocausto; la comprensión de que es correcto apoyar a Israel porque, después de generaciones de persecución, el pueblo judío merece su propia patria y merece vivir a salvo y pacíficamente en esa patria.

Permítanme repetir eso: Canadá apoya a Israel principalmente porque es correcto hacerlo. Este es un rasgo muy canadiense, hacer algo porque es correcto, aún cuando no exista ninguna recompensa directa, o amenaza, para nosotros.

En muchas ocasiones, los canadienses han llegado tan lejos como a sangrar y morir para defender la libertad de otros en tierras remotas. Para ser claros, también periódicamente hemos cometido errores terribles como la negativa de nuestro gobierno en la década de 1930 a aliviar el sufrimiento de los refugiados judíos pero, como país, en los puntos de inflexión de la historia, Canadá ha elegido constantemente, a menudo con gran costo para nosotros, posicionarse con otros que se oponen a la injusticia, y enfrentar a las fuerzas oscuras del mundo. Es, por lo tanto, una tradición canadiense defender lo que es de principios y justo, sin importar si es conveniente o popular.

Pero, yo argumentaría, el apoyo hoy por el estado judío de Israel es mas que un imperativo moral, también es de importancia estratégica, también es un tema de nuestros intereses propios y a largo plazo.

Damas y caballeros, dije un momento atrás, que la relación especial entre Canadá e Israel esta arraigada en valores compartidos. De hecho, Israel es el único país en el Medio Oriente que se ha anclado hace mucho tiempo en los ideales de libertad, democracia y justicia. Estas no son meras nociones. Son las cosas que, con el tiempo y contra todos los pronósticos, han probado ser la única base sobre la cual pueden prosperar los derechos humanos, la estabilidad política, y la prosperidad económica. Estos valores no son privados; ellos no pertenecen a una nación o a un pueblo. Tampoco son un recurso finito; al contrario, cuanto más son ampliados, más fuertes crecen. De igual manera, cuando son amenazados en algún lugar, son amenazados en todas partes.

¿Y qué cosa los amenaza?, o mas precisamente, ¿qué amenaza hoy a las sociedades que adoptan tales valores y al progreso que ellos alimentan? Los que desprecian la modernidad, quienes odian la libertad de otros, quienes desprecian las diferencias de pueblos y culturas. Aquellos que, a menudo comienzan odiando a los judíos, pero, como la historia nos muestra, terminan odiando a cualquiera que no sea de ellos. Esas fuerzas, que han amenazado al estado de Israel cada día de su existencia, y que, hoy, como nos mostró gráficamente el 11/S, nos amenazan a todos nosotros.

Por lo tanto, o nos ponemos de pie por nuestros valores y nuestros intereses aquí en Israel, nos ponemos de pie por la existencia de un estado libre, democrático y distintivamente judío, o comenzara la retirada de nuestros valores y nuestros intereses en el mundo.

Damas y caballeros, así como no queremos renunciar a nuestros valores, así también debemos promoverlos. Y nuestro compromiso como canadienses con lo que es correcto, equitativo y justo es universal. No se aplica menos al pueblo palestino que lo que se aplica al pueblo de Israel. Así como apoyamos inequívocamente el derecho de Israel a la legítima defensa, así también Canadá ha apoyado hace tiempo un futuro justo y seguro para el pueblo palestino. Y, yo creo, nosotros compartimos con Israel una esperanza sincera de que el pueblo palestino y sus líderes, elegirán un estado palestino viable y democrático, comprometido con vivir pacíficamente junto al estado judío de Israel.

Como usted ha dicho, Primer Ministro [Netanyahu], cuando los palestinos hagan la paz con Israel, Israel no será el último país en darle la bienvenida a un estado palestino como un nuevo miembro de las Naciones Unidas, será el primero. Lamentablemente, aún tenemos que llegar a ese punto. Pero, cuando ese día llegue, y debe llegar, quizás Israel será el primero en darle la bienvenida al estado palestino soberano, pero Canadá estará justo detrás de ustedes.

Damas y caballeros, apoyo —incluso apoyo firme— no significa que aliados y amigos concuerdan en todas las cuestiones todo el tiempo. Ningún estado esta más allá del cuestionamiento o las críticas legítimas. Pero nuestro apoyo significa al menos tres cosas.

En primer lugar, Canadá encuentra deplorable que algunos en la comunidad internacional todavía cuestionen la legitimidad de la existencia del Estado de Israel. Nuestra opinión sobre el derecho de Israel a existir como un estado judío es absoluta y no negociable.

En segundo lugar, Canadá cree que Israel debe poder ejercer sus derechos plenos como estado miembro de la ONU y gozar de la medida total de su soberanía. Por esta razón, Canadá ha hablado en numerosas ocasiones en apoyo del involucramiento e igual tratamiento de Israel en los foros multilaterales. Y, en este respecto, debo mencionar que damos la bienvenida a la instalación de Israel este mes dentro del grupo occidental y democrático de estados en las Naciones Unidas.

En tercer lugar, nos negamos a singularizar a Israel para la crítica en la escena internacional.

Ahora bien amigos, yo entiendo que en el mundo de la diplomacia, con un estado judío solitario y decenas de otros países, es demasiado fácil "acompañarse y llevarse bien" y señalar a Israel con el dedo. Pero ese "acompañarse y llevarse bien", no es un enfoque equilibrado o sofisticado; es, simplemente, débil y errado.

Desafortunadamente, damas y caballeros, vivimos en un mundo donde ese tipo de relativismo moral corre rampante. Y en el jardín de tal relativismo moral, pueden ser fácilmente plantadas las semillas de nociones mucho más siniestras. Y así hemos presenciado, en los últimos años, la mutación de la vieja enfermedad del antisemitismo y el surgimiento de una nueva cepa.

Todos sabemos acerca del viejo antisemitismo. Fue crudo e ignorante, y llevo a los horrores de los campos de exterminio. Por supuesto, en muchos rincones oscuros, esta todavía con nosotros. Pero, en mucho del mundo occidental, el viejo odio ha sido traducido en un idioma más sofisticado para uso en la sociedad educada. Personas que nunca dirían que odian y culpan a los judíos por sus propias fallas o los problemas del mundo, en su lugar declaran su odio a Israel y culpan al único estado judío por los problemas del Medio Oriente.

Así como alguna vez los negocios judíos fueron boicoteados, así algunos líderes de la sociedad civil piden hoy en día un boicot a Israel. En algunas universidades, los argumentos intelectualizados en contra de las políticas israelíes enmascaran levemente las realidades subyacentes, tales como el rechazo de académicos israelíes y el acoso a estudiantes judíos.

Lo mas vergonzoso de todo, algunos llaman abiertamente a Israel un estado de apartheid. Piensen en eso. Piensen sobre la lógica retorcida y malicia directa detrás de eso: un estado, basado en la libertad, la democracia y el imperio del derecho, que fue fundado para que los judíos puedan prosperar y buscar refugio de la sombra del peor experimento racista de la historia, es condenado, y esa condena es enmascarada en el léxico del anti racismo. No es nada menos que repugnante. Pero esta es la cara del nuevo antisemitismo. Ataca al pueblo judío al atacar a Israel e intenta hacer que la vieja intolerancia sea aceptable para una nueva generación.

Por supuesto, la crítica a la política del gobierno israelí no es en y por si misma necesariamente antisemita. Pero, ¿cómo más podemos llamar a la crítica que condena selectivamente sólo al estado judío y niega efectivamente su derecho a defenderse mientras ignora sistemáticamente —o excusa— la violencia y opresión a su alrededor? ¿Cómo más podemos llamarla cuando Israel es rutinariamente tomado como blanco en las Naciones Unidas, y cuando Israel sigue siendo el único país en ser el objeto de un ítem permanente de agenda en las sesiones regulares de su consejo de derechos humanos?

Damas y caballeros, cualquier evaluación —cualquier juicio— de las acciones de Israel debe comenzar con esta comprensión: En los sesenta y cinco años que el estado moderno de Israel ha sido una nación, los israelíes han soportado ataques y calumnias más allá de la cuenta y nunca han conocido un día de paz verdadera.

Y nosotros los canadienses, entendemos que los israelíes viven haciendo este cálculo imposible: Si actúan para defenderse, sufrirán una condena generalizada una y otra vez. Pero, si fallan en actuar, sólo sufrirán la consecuencia de la falta de acción, y esa consecuencia será final, su destrucción.

La verdad que Canadá comprende es que muchas de las fuerzas hostiles que enfrenta Israel, son enfrentadas por todas las naciones de occidente. E Israel las enfrenta por muchas de las mismas razones que nosotros las enfrentamos. Sólo resulta que ustedes están bastante mas cerca de ellas.

Por supuesto, ninguna nación es perfecta. Pero ni la existencia de Israel ni sus políticas son responsables por la inestabilidad en el Medio Oriente hoy. Uno debe observar mas allá de las fronteras de Israel para encontrar las causas de la opresión despiadada, pobreza y violencia en mucha de la región, del sufrimiento angustiante de los refugiados sirios, de la violencia sectaria y los miedos de las minorías religiosas, especialmente cristianos, y de la actual turbulencia interna en tantos estados.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

Lo mas importante, debemos lidiar con el mundo tal como es. Las amenazas en esta región son reales, están profundamente arraigadas y son letales. Las fuerzas del progreso por otro lado, a menudo son anémicamente débiles.

Para demasiadas naciones todavía es más fácil transformar a Israel en un chivo expiatorio que emular su éxito. Es más fácil fomentar el resentimiento y odio a la democracia israelí que proporcionar los mismos derechos y libertades a su propio pueblo.

Yo creo que se establecerá un estado palestino, y una cosa que ayudará a lograr esto es si los regimenes que financian al terrorismo se dan cuenta que el camino a la paz es la acomodación, no la violencia. Lo cual me lleva al gobierno de Irán.

La historia de Israel es un gran ejemplo para el mundo entero.

A fines del año pasado, el mundo anunció un nuevo enfoque en términos de diplomacia con el gobierno en Teherán. Canadá ha sostenido durante largo tiempo que toda medida diplomática debe ser tomada para asegurar que el régimen no obtenga nunca un arma nuclear. Nosotros por lo tanto apreciamos los serios esfuerzos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y Alemania. Sin embargo, Canadá evaluara el éxito de este enfoque no en base a los méritos de sus palabras, sino sobre la implementación y verificación de sus acciones prometidas. Esperamos verdaderamente que sea posible detener al gobierno de Irán e impedir que den el paso irreversible de fabricar armas nucleares. Pero, por ahora, las propias sanciones de Canadá continuaran plenamente en vigencia. Y si nuestras esperanzas no se cumplen, si el presente acuerdo prueba ser efímero, Canadá será una voz fuerte para imponer nuevas sanciones.

Damas y caballeros, permítanme concluir con este pensamiento. Yo creo que la historia de Israel es un gran ejemplo para el mundo entero. Es una historia, esencialmente, de un pueblo cuya respuesta al sufrimiento ha sido avanzar mas allá del resentimiento y construir una sociedad extraordinaria, una democracia vibrante, un país que ama la libertad, con un poder judicial independiente que vela por los derechos, una nación emprendedora que innova y lidera el mundo.

Ustedes [el pueblo judío] han tomado el recuerdo colectivo de la muerte y la persecución para levantar una tierra optimista, con visión de futuro, una sociedad que valora tanto la vida que a veces liberan a mil criminales y terroristas para salvar a uno de los suyos. En la familia democrática de naciones, Israel representa valores que nuestro gobierno considera artículos de fe y principios para conducir nuestra vida nacional. Y por lo tanto, a través de fuego y agua, Canadá estará con ustedes.

Gracias amigos, sé que debo concluir aquí. Ustedes han sido generosos con su tiempo y atención. Una vez más, Laureen y yo y nuestra delegación entera les agradecemos por su generosa hospitalidad. Merci beaucoup. Gracias por recibirnos y que la paz sea sobre Israel. 

Traducido por Marcela Lubczanski especialmente para el blog de OSA Filial Córdoba. Editado por AishLatino.com

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