La mentira del apartheid

7 min de lectura

Tenemos que denunciar el antisemitismo y la hipocresía

"Un grupo de derechos humanos israelí afirma que Israel no es una democracia, sino un régimen apartheid". Este es el titular que hace poco publicó la CNN.

El hecho de que la denuncia venga de B'Tselem, un grupo al cual el gobierno israelí denunció por "difundir mentiras, calumnias e incitar en contra del estado de Israel", aparentemente se perdió en medio de la avalancha de cobertura negativa de los medios de comunicación.

Más cerca de casa, Iosef Haddad escribió que se despertó y "me sorprendió descubrir que vivo bajo un régimen racista de apartheid… ¿Cómo se atreven a decir que yo, un árabe israelí que serví en las Fuerzas de Defensa de Israel junto con los soldados judíos y dirijo a cientos de empleados judíos, vivo bajo un régimen apartheid?... Observo lo que ocurre con nuestros vecinos de la región y le agradezco a Dios por haber nacido en el Estado de Israel, la única democracia del Medio Oriente… el único país que otorga a las minorías derechos igualitarios y la capacidad de influir en su futuro".

Haddad concluyó: "B'Tselem, no impulsen sus ideas a nuestra costa".

Sólo los hechos

¿Cuál es la raíz de este tumulto?

En los años 80, una campaña coordinada contra el apartheid en Sudáfrica combinó condenas de las Naciones Unidas, aislamiento diplomático, un embargo de armas, sanciones económicas, desinversión y boicot cultural, lo que creó la percepción de un régimen ilegítimo e inmoral, al punto en que todo el mundo exigió que fuera desmantelado.

La presión funcionó y el apartheid colapsó.

Hoy, los enemigos de Israel (después de décadas de ataques terroristas y guerras de aniquilación) cambiaron sus tácticas y comenzaron a presentar a Israel como el nuevo "régimen apartheid". El programa modelo de esta campaña de deslegitimación es la Semana del Apartheid de Israel, que cada año convierte a los campos universitarios en un festín antiisraelí: colocan avisos de desalojo en las puertas de los estudiantes judíos y toda la universidad se llena de carteles con insultos y ataques asegurando que Israel es un país "asesino y apartheid".

Gota a gota, los enemigos de Israel van inyectando su veneno en la conciencia colectiva, ya sea a través de tweets de algunos miembros del congreso norteamericano o de las diatribas desquiciadas de Roger Waters. En el 2019 hubo más de 200 eventos sobre el apartheid de Israel en 30 países. Instituciones históricas, como el consejo de pre-graduados de la universidad de Harvard, votaron a favor de proveer fondos.

Los medios de comunicación se subieron alegremente al tren. El Atlanta Journal-Constitution publicó el titular: "Los israelíes adoptan lo que abandonó Sudáfrica". El libro del 2007 de Jimmy Carter: Palestina: paz, no apartheid obtuvo los elogios de Osama bin Laden. Varios periódicos estadounidenses, incluido el Washington Post, publicaron la columna de Robert D. Novak: "¿Israel es peor que el apartheid?" (Su respuesta: sí).

Una caricatura que equipara la experiencia de Nelson Mandela en Sudáfrica con la actualidad de Israel.

En Sudáfrica, los negros eran segregados como ciudadanos de segunda clase. El matrimonio interracial era ilegal. Los negros no podían votar, no podían asistir a las universidades blancas ni comer en restaurantes blancos. Los negros tenían hospitales, playas, autobuses, baños, bebederos e inclusos bancos de plaza separados.

Hoy en Israel los bebés judíos y árabes nacen en la misma sala de parto, atendidos por los mismos médicos y enfermeras. Judíos y árabes comparten la comida en restaurantes y viajan en los mismos autobuses y trenes. Compran en los mismos centros comerciales, reciben la misma atención sanitaria de nivel internacional y participan equitativamente en el proceso político.

Irónicamente, los árabes que viven en Israel disfrutan de más libertades que los árabes en cualquier otro lugar del Medio Oriente, donde los regímenes autocráticos suprimen regularmente la libertad de prensa, la libertad de expresión, la libertad de asociación y la libertad religiosa. ¿Cuál fue el primer país de Medio Oriente que otorgó a las mujeres árabes derecho al voto? No fue Egipto, Jordania, Qatar ni ninguno de los 23 estados árabes. Fue Israel.

Israel cuenta con la prensa árabe más libre del Medio Oriente. Respecto a la libertad religiosa, Israel permite a los musulmanes construir minaretes, usar burkas y rezar en las calles. Un trato mejor que el que los musulmanes reciben en la Europa "progresista", como lo demuestran estos titulares:

  • "Los votantes suizos respaldan la prohibición de los minaretes" (BBC News)

  • "Holanda va a prohibir usar velos completos en el rostro" (New York Times)

  • "En Francia entra en vigor la prohibición de usar burka" (Revista Time)

  • "Está prohibido rezar en las calles de París" (The Telegraph, Inglaterra)

Hoy en día, en Israel los árabes están representados en todos los estratos sociales: en las fuerzas armadas, en la fuerza policial, en la Knéset, cuerpos diplomáticos, empresas, entretenimientos, deportes, etc., etc. Un árabe sirvió como vocero de la Knéset, como Juez de la Corte Suprema y como presidente en funciones de Israel. (En el apartheid de Sudáfrica todo esto era impensable).

En Israel, en las escuelas los niños estudian árabe. En la Universidad Hebrea de Jerusalem, el 30% de los estudiantes son árabes. El Hospital Hadasa, posiblemente el mejor hospital del Medio Oriente, donde un tercio del personal es árabe, fue nominado para un Premio Nobel de la Paz por su trato igualitario a israelíes y palestinos (incluyendo a los terroristas heridos).

Si Israel es un estado tan opresivo y racista, ¿por qué la encuesta realizada por el Centro Árabe de Investigación Social Aplicada reveló que el 90% de los árabes israelíes prefieren vivir en el estado judío antes que en cualquier otra parte, incluyendo un futuro estado palestino?

Entonces, cuando se acusa a Israel de ser un estado apartheid, ¿cuál puede ser la explicación fuera de que se trata de mero antisemitismo?

Discriminación sistemática en Sudáfrica

El verdadero apartheid

Si las Naciones Unidas, los activistas de derechos humanos y los medios buscan dónde hay discriminación en la actualidad, deberían enfocarse en las prácticas de apartheid en los estados árabes:

  • El Líbano no les permite a los palestinos poseer propiedades ni trabajar en la mayoría de las profesiones.

  • Jordania revocó la ciudadanía a miles de palestinos

  • Kuwait desalojó a un cuarto de millón de palestinos

¿Dónde están las protestas contra el apartheid de género en Arabia Saudita, donde las mujeres son arrestadas si conducen un auto, no tienen derecho de salir independientemente del país y constituyen apenas el 5% de la fuerza laboral, la proporción más baja del mundo?

También en el reino de la libertad religiosa, Israel es un faro de luz. Desde 1948, Israel es el único país del Medio Oriente en donde la población cristiana ha incrementado, creciendo en más de un 400%. La sede de la fe Bahai está en Haifa, por la sencilla razón de que Israel es el único país en el Medio Oriente que permite un Templo Bahai.

En 1967, al recapturar el Monte del Templo, un sitio históricamente judío, Israel sorprendió al mundo con una manifestación sin precedentes de tolerancia religiosa al otorgar a los líderes religiosos musulmanes la autonomía sobre el sitio. Increíblemente, para proteger todavía más los derechos musulmanes, el gobierno israelí emitió una ley que prohíbe a los judíos rezar en su sitio más sagrado.

Mientras tanto, Arabia Saudita practica abiertamente el apartheid religioso, con calles especiales e incluso ciudades enteras "sólo para musulmanes". En Arabia Saudita es ilegal practicar en público cualquier religión fuera del islam, y las actividades religiosas no musulmanas corren riesgo de ser castigadas con arresto, encarcelamiento, azotes y deportación. Un aviso en el sitio web de Aerolíneas Sauditas (posteriormente removido) prohibía poseer cualquier símbolo religioso no islámico (Biblias, crucifijos y la Estrella de David), mencionándolos en la misma frase junto con los narcóticos, las armas de fuego y la pornografía.

El trato de los árabes a los judíos es sumamente parcial: la mayoría de los países árabes impiden la entrada a judíos e israelíes, incluso a cualquiera cuyo pasaporte muestre evidencia de haber visitado Israel.

La Autoridad Palestina considera que vender tierra a los judíos merece la pena de muerte y pronunció ese veredicto decenas de veces. Incluso en Egipto y Jordania, países que hace mucho tienen acuerdos de paz con Israel, es ilegal vender o rentar tierra a los israelíes.

¿Dónde están las protestas contra el apartheid patrocinado por los árabes?

No existe. Al buscar en Google "apartheid israelí" obtuve 588.000 resultados. Al buscar "apartheid saudita" hubo sólo 962 resultados, una fracción de uno por ciento.

Esta hipocresía quedó revelada una noche del 2011 en la universidad británica de Edinburgh, cuando el discurso de un oficial israelí fue boicoteado en protesta contra el "apartheid israelí". Los manifestantes interrumpieron el discurso con cánticos e insultos, obligando al conferencista a abandonar el escenario. La increíble ironía fue que el orador era Ismail Khaldi, un árabe israelí musulmán que tiene un puesto elevado en el Ministerio del Exterior de Israel, una prueba viva de que no hay apartheid en Israel. Sin embargo, él fue el blanco de la protesta contra el apartheid israelí.

Irónicamente, los activistas anti-Israel nunca consideran la inmoralidad de que los palestinos insistan en que su futuro estado sea judenrein, la palabra de la era nazi que significa "libre de judíos". Como reiteró varias veces el líder palestino Mahmoud Abbas: "Yo no acepto… que viva entre nosotros ni un solo israelí en tierra palestina".

Puro antisemitismo

El récord de derechos humanos de Israel puede no ser perfecto, pero se hace lo mejor posible en una situación muy difícil. Si se imponen a los palestinos restricciones tales como puestos de control y barreras de seguridad, existe una justificación genuina, a diferencia de lo que ocurría en Sudáfrica, donde las comunidades negras no producían terroristas ni amenazaban con liquidar a la población blanca. La Sudáfrica de la era del apartheid era un régimen repugnante que intentaba preservar la supremacía blanca. Israel es una democracia que intenta protegerse de la destrucción. En otras palabras: Hamás no es Mandela.

Keneth Meshoe, un miembro negro del parlamento sudafricano, lo dijo claramente: "Si alguien te dice que hay apartheid en Israel, dile que un hombre que fue oprimido por el apartheid en Sudáfrica dice que esa es una gran mentira. Para alguien que viene de Sudáfrica, es ridículo trazar un paralelo. Si el gobierno de Israel es acusado de tener mano dura por querer acabar con el terrorismo, estamos aquí desde Sudáfrica para decirles: No están solos".

No nos confundamos: quienes propagan la mentira sobre el apartheid israelí tratan de retratar al estado judío como una empresa ilegítima que, por el bien de la humanidad, debe terminar. Esta mentira, incluso si sale de un grupo judío de "derechos humanos", es puro antisemitismo.

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