[Historia Judía #57] Los zares y los judíos

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Los pogromos organizados por el gobierno en contra de los judíos desviaron la atención popular del régimen corrupto.

Cuál fue para los judíos el peor de los zares rusos es algo debatible. Comenzaremos con Zar Nicolás I (que legisló entre 1825 y 1855) como uno de los principales candidatos y seguiremos la línea histórica.

En 1827, el Zar Nicolás I introdujo lo que llegó a ser conocido más adelante como los Decretos Cantonistas (el nombre provenía de la palabra cantón, que significa ‘campo militar’). Esos decretos llamaban a la conscripción forzada de los niños judíos al ejército ruso. ¡Esos niños tenían entre 12 y 18 años, y eran forzados a servir durante 25 años! Durante su servicio militar, se hacían todos los esfuerzos posibles para convertirlos al cristianismo.

Debido a las horrendas condiciones bajo las que eran forzados a servir, muchos de los niños conscriptos no sobrevivían y, si lo hacían, pocos continuaban identificándose como judíos. Para la comunidad judía, ambas opciones eran una sentencia de muerte.

Algunos padres judíos estaban tan desesperados que cortaron el dedo índice de sus hijos con un cuchillo carnicero (sin el dedo índice no podías disparar un arma y quedabas exento del servicio). Otras personas trataban de pagar sobornos para que sus hijos no fueran enrolados.

Los Decretos Cantonistas elevaron la presión sobre la comunidad judía a niveles inéditos. Cada comunidad judía era responsable de producir un cierto número de niños para el ejército, y el liderazgo de la comunidad era responsabilizado por el fracaso en alcanzar esa cuota. No es difícil imaginar el revuelo que se generó al obligar a los líderes comunitarios a decidir qué niños tenían que ir y cuáles podían quedarse.

Como si eso hubiera sido poco, también estaba el antisemitismo patrocinado por el gobierno.

Los protocolos de los sabios de Sión

Alrededor del cambio de siglo (fue publicado por primera vez en 1903), la policía secreta rusa comenzó a hacer circular una falsificación que llegó a ser el documento antisemita más famoso de la historia: Los protocolos de los sabios de Sión. Estos protocolos pretendían ser las actas de un encuentro secreto de líderes mundiales judíos que supuestamente ocurría una vez cada cien años con el objetivo de planear cómo manipular y controlar al mundo en el siglo siguiente.

Por más ridículo que nos parezca hoy, los Protocolos fueron considerados una prueba de que el mundo era dominado por judíos, haciéndolos responsables de todos los problemas de éste.

Los admiradores y defensores de los Protocolos incluyeron a antisemitas como Henry Ford, fundador de la Ford Motor Company, Adolf Hitler, como era de esperar, el Presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser, y el Rey Faisal de Arabia Saudita, entre otros.

A pesar de estar probado que los Protocolos son una mentira cuyas alegaciones son absolutamente ridículas, una expresión de la peor clase de antisemitismo, los Protocolos continúan vendiéndose enérgicamente en la actualidad y son ofrecidos por grandes cadenas de librerías como Barnes and Noble y Amazon.com, siempre en nombre de la libertad de expresión.

Pogromos

Hablamos de los pogromos (violencia multitudinaria en contra de los judíos) en el capítulo 49, cuando mencionamos los ataques asesinos del cosaco ucraniano Bogdan Chmielnicki en el siglo XVII en Polonia.

En la Rusia zarista hubo tantos pogromos en contra de los judíos, que es imposible incluso comenzar a mencionarlos (por ejemplo, en un período de cuatro años hubo 284 pogromos).

Los pogromos rara vez eran espontáneos, aunque la incitación de la iglesia cristiana en la época de sus festividades podía causar frenesí en las masas. Sin embargo, en la Rusia zarista, la mayoría de los pogromos eran organizados por el gobierno. ¿Por qué organizaría el gobierno zarista muchedumbres que atacaran a los judíos? Porque los judíos eran el chivo expiatorio clásico para los problemas económicos de Rusia (y de muchos otros países en la historia).

Obviamente los problemas de Rusia no tenían nada que ver con los judíos, sino que se originaban en un régimen absolutamente retrógrado, feudal y altamente corrupto. Una de las formas de desviar la atención de la corrupción era culpar a los judíos y dejar que las masas liberasen tensiones por medio de descargarse con los judíos.

Los problemas de Rusia empeoraron después de que el Zar Alejandro II (que fue uno de los zares más competentes y quien era relativamente benigno con los judíos) fuera asesinado en 1881 por un anarquista que le tiró una bomba a su carruaje. Y cuando empeoraron los problemas de Rusia, también lo hicieron los de los judíos.

El gobierno del zar nuevo, Alejandro III (que legisló entre 1881 y 1894), organizó un pogromo tras otro para mantener la ira de las masas enfocada en los judíos.

Además de los pogromos, Alejandro III promulgó una serie de leyes en contra de los judíos. Estas leyes fueron llamadas las Leyes de Mayo e incluyeron prohibiciones como:

  1. "Está prohibido para los judíos asentarse fuera de las ciudades y los pueblos”.

  2. "El registro de propiedad e hipotecas a nombre de judíos es interrumpido momentáneamente; los judíos también tienen prohibido administrar tales propiedades".

  3. "Está prohibido para los judíos ocuparse en comercio los domingos y en las festividades cristianas".

Escribe Berel Wein en su obra Triumph of Survival (p. 173) sobre el reino de Alejandro III:

“Expulsiones, deportaciones, arrestos y golpizas se convirtieron en el destino diario de los judíos, no sólo de los de clase baja, sino también de los de clase media y de los intelectuales. El gobierno de Alejandro III libró una campaña de guerra en contra de sus habitantes judíos… Los judíos fueron perseguidos y heridos, la emigración parecía ser el único escape de la tiranía de los Romanovs”.

No ayudó mucho que durante el reino de Alejandro III Rusia sufriera de una terrible hambruna en la que murieron 400.000 campesinos. Los que sobrevivieron eran amargados y su resentimiento creció (lo que eventualmente haría erupción en una revolución en 1905 y en la exitosa Revolución Rusa que llevó al régimen comunista en 1917).

El último Romanov

Después de su muerte, Alejandro III fue sucedido por Nicolás II, el último de los Romanov, cuya incompetencia e inflexibilidad posibilitó la Revolución Rusa. El nuevo zar tuvo que lidiar con el desastre que dejó su padre, algo que hizo patéticamente.

Durante su reino tuvo lugar uno de los pogromos más famosos, en Kishinev, en la pascua de 1903 (6 y 7 de abril).

El pogromo de Kishinev ocurrió en una época en que había mucha tensión en Rusia (dos años antes de la primera revolución, que no tuvo éxito). Queriendo disipar la tensión, el gobierno zarista volvió a organizar un pogromo en contra de los judíos.

Por más extraño que parezca, el pogromo de Kishinev recibió una gran cantidad de atención internacional. Esto se debió a que en ese momento los pogromos eran algo que el mundo “ilustrado” occidental ya no consideraba aceptable (¡si tan sólo hubiesen sabido lo que ellos mismo le harían a los judíos cuarenta años después!).

He aquí un extracto de una descripción del pogromo publicada en el New York Times:

“Es imposible relatar la cantidad de bienes destruidos en unas pocas horas. Los gritos de ‘hurra’ de la muchedumbre. Los tristes llantos de las víctimas llenaron la atmósfera. Donde sea que fuera encontrado un judío, era golpeado salvajemente hasta quedar inconsciente. Un judío fue arrastrado desde un auto y golpeado hasta que la muchedumbre lo consideró muerto. El aire estaba lleno de plumas y sábanas desgarradas. Todo hogar judío fue invadido y los desafortunados y aterrorizados judíos intentaron esconderse en los áticos y bajo los techos. La muchedumbre entró en la sinagoga, profanó la mayor casa de adoración y, junto a ella, los Rollos de la Ley”.

“La conducta de los cristianos inteligentes fue vergonzosa. No hicieron ningún intento para confrontar a los patoteros. Simplemente caminaron por las calles disfrutando del espantoso espectáculo. El martes, tercer día, cuando se supo que las tropas habían recibido la orden de disparar, la muchedumbre se detuvo”.

“Después de dos días de caos, el zar dijo: ‘Ok, suficiente, misión cumplida. Es momento de detenerse’. Y se detuvo. 118 hombres, mujeres y niños judíos fueron asesinados, 1.200 fueron heridos y 4.000 familias quedaron sin hogar y destituidas. Hubo también 12.000 soldados rusos en la ciudad que no hicieron nada durante dos días (1)”.

Hasta la vez siguiente.

Entre 1903 y 1907 fue un período de gran desasosiego interno en Rusia. La incompetencia de Nicolás junto a los excesivos impuestos y la humillante derrota rusa en la Guerra ruso-japonesa (1904-1905) llevaron a la primera Revolución Rusa en 1905, que llevó a muchas reformas gubernamentales que duraron poco. Este período también probó ser desastroso para la comunidad judía, ya que hubo 284 pogromos que dejaron más de 50.000 muertos. El nivel de violencia era absurdo.

El pueblo era incapaz de resistir este trato por siempre. La comunidad judía estaba siendo devastada y sus integrantes buscaban una salida. Los judíos huían de los shtetls y se unían a toda clase de movimiento anarquista, comunista, socialista, bundista que pudieran encontrar con la esperanza de lograr cambiar la situación en Rusia. Los judíos han sido los grandes idealistas de la historia, y durante este período estaban desesperados por encontrar una manera de mejorar las cosas (hablaremos sobre su activismo cuando tratemos los eventos circundantes a la Primera Guerra Mundial).

Otra cosa que estaba ocurriendo en este período fue la emigración. Vemos a los judíos de Rusia emigrando en masa. Entre 1881 y 1914 al menos 50.000 judíos se fueron por año, llegando a un estimado de 2,5 millones de judíos.

A pesar de esas migraciones, la población judía de Rusia permaneció constante (en unos 5 millones de judíos) debido a la alta tasa de nacimientos. Si esos judíos no hubiesen dejado Rusia, hubiese habido allí entre 7 y 8 millones.

Y fue Estados Unidos el que absorbió a la mayoría de los inmigrantes judíos durante ese período de tiempo.

La Tierra Dorada

Podemos recordar (capítulo 23) que cuando los judíos fueron exiliados por los babilonios, el exilio ocurrió en dos etapas. Primero los babilonios llevaron a 10.000 de los mejores y más brillantes judíos, lo cual resultó ser una bendición porque cuando los demás llegaron a Babilonia, ya había una infraestructura judía. Ya había Ieshivot, sinagogas, un carnicero judío y una mikve. La vida judía podía continuar y, como resultado, casi no vimos asimilación en el exilio babilonio.

Sin embargo, cuando los judíos pobres de Rusia llegaron en masa a Estados Unidos a finales del siglo XIX, pasando por la famosa Isla Ellis, no encontraron ninguna infraestructura judía en existencia. Los judíos que los habían precedido en la migración de alrededor de 1830 eran los alemanes (unos 280.000), que resentían a los judíos pobres de Rusia y quienes además eran reformistas (que no creían en la divinidad de la Torá ni en leyes divinas que los judíos tuvieran que respetar) o seculares que evadían todo tipo de tradición judía. Así, los pobres judíos rusos llegaron a la Tierra Dorada de la Asimilación, como veremos en el próximo capítulo.


Notas:

(1) Paul Mendes-Flohr y Yehuda Reinharz ed., The Jew in the Modern World, (Oxford University Press, 1995), p. 409.

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