Entendiendo los korbanot

6 min de lectura

¿Necesita Dios nuestros sacrificios?

Lectura requerida: Levítico, capítulos 1-5.

Introducción

Al mencionar las ofrendas del Templo, las imágenes que se aparecen en la mente moderna son barbáricas, paganas y primitivas. Matanza de animales, sangre y tripas que son llevadas a altares, quema de incienso y sacerdotes con vestimentas elaboradas realizando rituales complejos pero aparentemente sin sentido.

Sin embargo, dado que una parte importante de la Torá (la mayoría del libro de Levítico) se dedica a las detalladas leyes de las ofrendas, parecería que este tema tiene una importancia más profunda. Para alcanzar un mayor entendimiento debemos tratar con los siguientes temas básicos:

  • ¿Qué derecho tenemos de hacer sacrificios animales?

  • ¿Dios necesita sacrificios?

  • Por otro lado, ¿en qué benefician las ofrendas a las personas?

  • ¿Por qué hay tantas leyes detalladas y complejas?

El privilegio de sacrificar

En los seis días de Creación, la creación del hombre no sólo fue el acto final de creación, sino que fue un resumen de todo lo que había sido creado antes que él. Está compuesto por agua y tierra, y por un espíritu animal. En el Midrash esto se expresa como: “El hombre es un microcosmos del mundo entero” (1). A esa mezcla, Dios le agregó el espíritu inefable de Santidad. Y tal como Dios imbuyó Santidad en la parte física del hombre, el objetivo del hombre es imbuir activamente Santidad en toda la creación.

Una de las formas de lograr esto es utilizar el mundo físico al servicio de Dios. También tengo derecho de usar los objetos físicos para mi propio placer, siempre y cuando dirija mis objetivos hacia el servicio divino. Si una persona usa las creaciones con un objetivo egoísta, está abusando de su cargo de fideicomiso sobre el mundo.

En cierto sentido, el acto de cuestionar nuestro derecho a ofrendar animales es algo bastante discutible. En una sociedad en la cual los animales son utilizados para la obtención de beneficio físico (cinturones y hamburguesas), pareciera no haber dudas de que podríamos utilizarlas con fines espirituales. La única diferencia es que en una hamburguesa vemos y saboreamos el beneficio. ¿Qué se obtiene de una ofrenda?

Los beneficios de un korván

Lo primero que tenemos que hacer es diferenciar entre la mitología griega y el judaísmo. Los sacrificios paganos tenían el objetivo de tranquilizar a dioses finitos que controlaban aspectos limitados de la existencia. Cada dios necesitaba algo y los humanos podían evitar su ira dándoles lo que necesitaban.

Las ofrendas judías no son para Dios. Tampoco son una especie de soborno para poner a Dios de buen humor. Dios no lo necesita. Dios es todopoderoso y ya lo tiene todo.

La respuesta yace en un correcto entendimiento de la palabra hebrea para ofrenda: korván. Esta palabra no significa ni “sacrificio” u “ofrenda”, como suele traducirse en español, sino que en realidad su raíz significa “acercarse”. El objetivo del hombre es esforzarse para acercarse a Dios tanto como le sea posible. Llevar un animal al Templo y elevar sus partes en el altar para Dios declara nuestro deseo de llevar nuestra parte material más cerca de Dios (2).

Esta es una materialización muy realista de las aspiraciones sagradas del hombre. Cuando uno desea una mayor cercanía a Dios, el deseo se convierte en un fuego poderoso que podría consumir a la persona. La Torá, la cual le fue entregada al hombre para que la cumpla en este mundo material, canaliza esa emoción mediante el llevar un animal en lugar de llevarse a sí mismo. La idea de las ofrendas nos enseña tomar lo físico —el cuerpo— y santificarlo.

Hay otro enfoque, que es el sentimiento de gratitud. Cuando queremos expresar nuestra gratitud, una de las maneras de hacerlo es dar alguna clase de regalo. Esta es la idea que hay detrás de una ofrenda de gratitud.

Hay dos episodios previos de la Torá que sirven como la base para estos dos tipos de ofrendas. El primero es cuando Noé salió del arca y reconoció que él y su familia habían sobrevivido. En ese momento, Noé llevó una ofrenda de gratitud a Dios (3).

El segundo es quizás el más famoso de los sacrificios: la Atadura de Itzjak. Allí, Abraham llevó a su hijo a la cima del Monte Moriá y, cuando estaba a punto de sacrificarlo, Dios lo frenó. En ese momento Abraham llevó un carnero en lugar de Itzjak. Si examináramos los eventos desde el punto de vista de Itzjak, este es el epitome del auto sacrificio a Dios.

Los korvanot no influencian a Dios, sino que son una expresión de nuestro anhelo interno de acercarnos a Él.

Clases de ofrendas

Hay cuatro clases de ofrendas:

  • Ofrenda de ascensión: Olá.

  • Ofrenda de grano: Minjá.

  • Ofrenda de paz: Shlamim.

  • Ofrenda de pecado: Jatat y Asham.

El Todá es un tipo de Shlamim, y es una ofrenda de gratitud y alabanza que proviene del entendimiento de lo que Dios ha hecho por la persona.

El Shlamim, que es una ofrenda voluntaria, es la única en que una parte del animal es quemada en el altar, una porción la recibe el kohén y otra porción es comida por el dueño del korván. La palabra hebrea Shlamim viene de la palabra Shalom, paz. Como esta ofrenda es compartida por tres partes, simboliza la creación de paz en el mundo.

El Olá (ofrenda de ascensión) es realizado con un animal o un ave que es quemado completamente en el altar. Este korván es llevado por una persona que contempla la realización de un pecado, pero que no lo hace, razón por la que es quemado por completo en el altar y no se come nada de él. Esta característica representa la purificación de los pensamientos y la sublimación absoluta de uno a Dios, incluso con todos los pensamientos (4).

El Jatat y el Asham (ofrendas de pecado) expían por quien peca con una acción. Actuar exclusivamente en base a los deseos y transgredir la voluntad de Dios es un comportamiento inapropiado para un ser humano. Entonces, uno lleva como ofrenda un animal, que también actúa en base al pensamiento. Matamos a ese animal como diciendo: “Me he equivocado y me arrepiento del daño que le causé a mi alma. Mi lado animal se impuso; no quiero repetir ese error. Entonces, prometo matar al animalismo como la fuerza dominante en mi vida”.

Sin embargo, por lo general esto sólo se aplica a alguien que transgrede accidentalmente (5). Quien peca intencionalmente no puede expiar con una ofrenda, como dice el versículo: “…y la sangre de tus toros no deseo” (6).

Lo principal son los detalles

El posible peligro de llevarle cosas a Dios es que podemos vernos atrapados en el juego de las cantidades (por ejemplo: ¿Cuánto di?). Esa es la razón de existencia de los intricados detalles de las ofrendas: nos proveen un cerco que nos aleja de esta confusión.

Por ejemplo, en ocasiones las personas creen que el fin justifica los medios. En nuestro caso, eso se vería como: “No importa si mis ofrendas vienen de dinero ganado ilegítimamente, siempre y cuando mi intensión sea buena”. Para condenar esta idea, la sección de ofrendas comienza con la palabra Adam: “Cuando un Adam (persona) quiera traer una ofrenda…” (7).

Esto alude a la idea de que Adam, más que nadie, entendía que él no había adquirido nada por su propio esfuerzo, sino que sólo le estaba devolviendo a Dios un regalo que Él le había dado. Y tal como Adam no llevó una ofrenda de bienes robados (ya que todo lo que había en el mundo le pertenecía), nosotros tampoco podemos llevar ofrendas de bienes robados (8).

No cuánto, sino por qué

La segunda ofrenda mencionada en Levítico es la Minjá, la ofrenda de harina. En términos de llevarle algo valioso a Dios, esta ofrenda es bastante insignificante. Es una pequeña cantidad de harina con un poco de aceite y especias. ¿Por qué esta ofrenda está listada segunda, inmediatamente después de la ofrenda básica de ascensión? Es más, la sección de la Minjá utiliza una inusual palabra para referirse a una persona, néfesh, la cual es también una de las palabras que se utiliza para referirse al alma. ¿Por qué?

La respuesta yace en el entendimiento básico de qué significa acercarse a Dios. Dios no necesita nuestras ofrendas. Se trata más de quién soy yo que de lo que pareciera necesitar Dios. ¿Qué tipo de persona llevaría una Minjá? Una persona pobre. Para alguien en esa condición, incluso una pequeña cantidad de harina es un gran costo. No puede engañarse creyendo que su ofrenda es tan magnífica que sirve de soborno a Dios. Lo que él esta haciendo es acercarse a Dios. Como dice el Talmud: “Es irrelevante si traes una cantidad grande o pequeña, siempre y cuando tu intención sea por el Cielo” (9).

Y la palabra usada para describir a esta persona es néfesh. Esta ofrenda de harina es tan querida para una persona pobre que se considera como si estuviera ofreciendo su alma (10).

Los korvanoten la actualidad

Nuestro patriarca Abraham le dijo a Dios: “¿Cómo puedo estar seguro de que mis hijos heredarán la tierra de Israel?”.

Dios le respondió: “En el mérito de los sacrificios está garantizado”.

Abraham respondió: “Eso sólo será suficiente mientras el Templo esté en pie; ¿qué pasará después de que sea destruido? ¿Qué garantizará su derecho a la tierra en ese entonces?”

Dios respondió: “¡Que reciten las secciones de los sacrificios y yo lo consideraré como si estuvieran ofreciéndolos!” (11).

En nuestros días, sin el Templo Sagrado en Jerusalem, no tenemos el mérito de poder llevar ofrendas. Sólo cuando seamos fieles administradores del mundo físico, dirigiéndolo hacia Dios, se nos volverá a permitir tener ese poder supremo sobre las otras criaturas vivientes. Pero hasta entonces, el estudio de esas ideas sirve para inspirarnos a esforzarnos para ascender y acercarnos a Dios.


Notas:

  1. Midrash Tanjumá (Pekudé 3).

  2. Séfer HaIkrim 3:25.

  3. Génesis 8:20 con Rekanati.

  4. Rekanati (Levítico 1:6, 5:10). Por lo general, el Olá expía por la transgresión de un precepto negativo que puede ser anulado por uno positivo (Talmud, Iomá 36a).

  5. El Talmud (Shevuot 37a) describe un korván por un pecado intencional.

  6. Isaías 1:11.

  7. Levítico 1:2.

  8. Midrash Tanjumá (Tzav 2).

  9. Menajot 110a, Brajot 5b.

  10. Talmud, Menajot 104b.

  11. Talmud, Meguilá 32a.

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