Las festividades judías

6 min de lectura

Entendiendo el ciclo judío anual de celebración.

Lectura requerida: Levítico cap. 23, Números cap. 28-29, Deuteronomio cap. 16

Introducción

En este ensayo intentaremos ir más allá del caparazón exterior de las festividades y trataremos de ver las bases del judaísmo reflejadas en ellas. Revisemos brevemente las cinco festividades, su importancia y los mandamientos que hay asociados a ellas:

  • Rosh Hashaná – Año nuevo.
  • Iom Kipur – Día de expiación.
  • Sucot – Tabernáculos.
  • Pésaj – Éxodo de Egipto.
  • Shavuot – Entrega de la Torá.

Algunas mitzvot básicas son comunes a todas las festividades: Está prohibido “trabajar”; están permitidas ciertas actividades creativas que están involucradas en la preparación de comida (salvo en Iom Kipur). Adicionalmente, en el período del Templo se ofrecían sacrificios especiales en cada festividad.

Estrictamente de la Torá, Rosh Hashaná, Iom Kipur y Shavuot duran solamente un día cada uno, mientras que Pésaj y Sucot tienen días festivos en el medio (los cuales llamados jol hamoed).

Hay algunos patrones diferentes que emergen en el año judío. El más obvio es el grupo de las tres festividades de peregrinaje: Pésaj, Shavuot y Sucot, llamadas Shalosh Regalim. La Torá (Éxodo 34:23) nos dice que en esos días todas las personas con suficiente salud deberían ir a Jerusalem para una celebración nacional de servicio a Dios.

Otro patrón discernible en el año judío sigue los eventos históricos del año judío 2448 (1312 AEC).

  • 15 de nisán – En esta fecha los israelitas celebraron el primer Séder de Pésaj y fueron liberados de Egipto.
  • 6 de siván – Cincuenta días después, se paró a los pies del Monte Sinaí y recibió la Torá. Moshé subió posteriormente a la montaña para recibir más instrucciones.
  • 17 de tamuz – Cuarenta días después, el pueblo construyó un Becerro de Oro para idolatría y Moshé rompió las Tablas de los Diez Mandamientos.
  • 1 de elul – Moshé completó 40 días en el Monte Sinaí, rezando para que Dios perdonara al pueblo judío.
  • 10 de tishrei – Moshé descendió desde el Monte Sinaí después de un tercer período de 40 días. Volvió con un nuevo par de Tablas, lo que significó que Dios había perdonado al pueblo judío. Este día pasó a ser conocido como el Día del Perdón, Iom Kipur.

Breve reseña

Rosh Hashaná, el año nuevo judío, cae en el primer día de tishrei. Es la conmemoración del día en que fueron creados Adam y Eva. Se toca el shofar. El aspecto principal del día es la coronación del Rey, el reconocimiento del dominio de Dios sobre el mundo. También es el Día del Juicio para cada persona y toda la humanidad (1), razón por la cual las plegarias incluyen súplicas por nuestras necesidades tanto físicas como espirituales. Además, existe la costumbre de comer cosas dulces (como manzana y miel) para augurar un año dulce (2).

Iom Kipur, el Día de Expiación o del Perdón, ocurre diez días después. Los judíos de todo el mundo se abstienen de todo placer físico, incluyendo comer y beber. El día está lleno de plegarias de arrepentimiento e introspección para llevar a la superación personal. Vestimos prendas blancas para simbolizar nuestra condición angelical (3). En los tiempos del Templo, esta era la única ocasión en el año en que el Sumo Sacerdote entraba al Santo Sanctórum (4).

Sucot comienza cinco días después. Se construye una Sucá (vivienda temporaria) y, salvo en Shabat, se agitan las cuatro especies —lulav, etrog, mirto y sauce— en la sinagoga durante la recitación de Halel, una plegaria de alabanza. Tradicionalmente, Sucot es una época de gran regocijo, con fiestas todas las noches conocidas como Simjat Beit Hashoeva. La semana termina con Sheminí Atzéret Octavo Día de Asamblea) y Simjat Torá (regocijo con la Torá). El ciclo anual de lectura de la Torá se completa en medio de una inmensa alegría.

Pésaj conmemora el Éxodo de Egipto. El día anterior a la festividad, todo el pan y los productos leudados son retirados del hogar. En la primera noche se celebra el Séder, en el cual se vuelven a relatar los eventos del Éxodo. Se comen la matzá y el maror (hierbas amargas) y se beben cuatro copas de vino. Cuando el Templo estaba en pie, se sacrificaba un cordero y se comía en esta comida. El séptimo día de Pésaj es una festividad que conmemora la partición del Mar de los Juncos. En el segundo día de Pésaj comenzamos a contar los 49 días del Ómer.

Shavuot es el aniversario de la recepción de la Torá en el Monte Sinaí. Si bien no hay mitzvot específicas en ese día, se acostumbra permanecer despierto toda la noche estudiando Torá (5).

Exploremos ahora algunas ideas generales de las festividades:

  • El peregrinaje a Jerusalem.
  • El ciclo de las festividades.
  • Las festividades de renovación.

El peregrinaje a Jerusalem

El concepto del peregrinaje de las festividades, conocido como Aliá lareguel, es uno de los mandamientos cruciales de la Torá. Cuando la nación judía estaba viajando en el desierto, había un solo campamento. A pesar de que cada tribu tenía su propia área separada, había una unidad inherente en el pueblo judío. Una vez que se hizo la transición al entrar a la tierra de Israel, la nación quedó propensa a tener facciones separatistas. Así, Dios decretó que hubiese un lugar central, el Templo Sagrado, que sirviera de punto focal tanto geográfica como espiritualmente.

Para asegurar la centralidad de Jerusalem, Dios instituyó una serie de mitzvot: los sacrificios sólo podían ser ofrendados en el Templo, ciertos diezmos sólo podían ser comidos en Jerusalem y toda la nación debía viajar a Jerusalem tres veces al año. Todas estas mitzvot servían para unificar a la nación y evitar que se convirtiera en regiones feudales separadas. De hecho, cuando la nación judía se separó después del período del Rey Salomón, el primer decreto del Ieroboam, el rey rebelde, fue prohibir el peregrinaje a Jerusalem para evitar que la nación se reuniese en contra de su voluntad (6). Desde ese momento la nación comenzó a desintegrarse, lo cual era un presagio del exilio.

La mitzvá de viajar a Jerusalem tres veces al año —en Pésaj, Shavuot y Sucot— es bastante sorprendente si consideramos sus implicancias: mientras todos los hombres estuvieran lejos, ¿quién cuidaría la tierra? Imagina lo que pasaría cuando los enemigos judíos se enteraran de que todas las fronteras habían quedado desprotegidas porque todos estaban en Jerusalem. ¡Estaríamos invitando a que nos ataquen tres veces al año! Entonces, ¿cuál era la solución?

Dios declaró: “…Nadie envidiará tu tierra [durante las tres festividades] cuando vayas a ser visto en la presencia de Dios” (Éxodo 34-24).

¿Cuál fue la solución de la Torá? No fue tener un radar, ni mercenarios, ni siquiera una barrera de hormigón, sino que fue "no te preocupes, Dios se encargará". Esta increíble promesa fortalece nuestra creencia en que Dios escribió la Torá. Si no, ¿cómo podría un ser humano prometer algo así, ¡por escrito!? Esta promesa requiere poderes que están completamente fuera del control humano. Además, ¿por qué alguien estaría dispuesto a arriesgar la pérdida de su credibilidad y la legitimidad de su religión con semejante promesa? Claramente Dios está en control.

El ciclo de las festividades

Las festividades son conmemoraciones anuales de eventos del pasado. Sin embargo, no son días arbitrarios como ocurre con las festividades del resto de las naciones. Podemos obtener un entendimiento más profundo de esa idea gracias a lo que decimos en el Séder de Pésaj: “Cada año toda persona debe considerar que ella misma está saliendo de Egipto”. Las festividades tienen el poder de los eventos originales, y cada año podemos revivir dichos eventos. Cuando llega la primavera a Israel, hay una energía de renovación en el mundo. Esto nos da la posibilidad de redimirnos de cualquier esclavitud conceptual en la que estemos.

De esta forma, el año judío no es un círculo, sino que es un espiral. Si cada año vuelvo a aceptar la Torá en Shavuot, entonces cada año estaré construyendo sobre lo que logré el año anterior. Tal como el más básico bloque de construcción de vida —el ADN— tiene forma de espiral, asimismo nosotros debemos siempre estar subiendo en lugar de quedarnos rotando en torno al mismo lugar. Las festividades son las oportunidades que tiene un judío para crecer de forma continua.

Festividades de renovación

Rosh Hashaná y Iom Kipur no requieren un peregrinaje a Jerusalem. ¿En qué difieren de las otras festividades?

Como decimos en las plegarias de Rosh Hashaná, toda la humanidad pasa frente a Dios y se decide la suerte de cada persona. En Iom Kipur le pedimos perdón a Dios por nuestros errores. Si observamos, parecería haber un problema con el orden de esas festividades: ¿Por qué no pedimos perdón antes del día del juicio? ¿No es preferiríamos entrar al juicio ya estando limpios?

La respuesta yace en nuestro entendimiento del juicio de Dios. No podemos pedir perdón a menos que primero hayamos reconocido en qué nos hemos equivocado. Antes de poder percibir la profundidad del fracaso en el servicio a Dios, debemos entender exactamente qué implica dicho servicio. Por lo tanto, por medio del soplido del shofar en Rosh Hashaná, coronamos a Dios como el Rey del mundo. Y recién entonces, cuando hemos aceptado la jurisdicción de Dios, podemos ser juzgados. Y entonces podemos hacernos completamente consientes sobre cómo no hemos vivido de acuerdo a nuestras posibilidades, podemos pedir un sincero perdón y lograr la expiación.

Dado que estas festividades tienen el objetivo de promover el crecimiento personal, no requieren de un peregrinaje. Por el contrario, al vernos como parte de un todo nos resultaría más fácil pasar por alto nuestros errores. Cuando necesitamos mirar de frente a nuestra alma, sin intermediarios, la imagen en el espejo es mucho más sombría. Es en ese momento que podemos verdaderamente reparar lo que necesita ser reparado.

Cinco días después llega Sucot. Habiendo hecho esta dura tarea de introspección, podemos ir a Jerusalem a disfrutar de la grandísima alegría nacional de Sucot.

Entonces, las festividades sirven como guía para la persona a lo largo del año. Comenzamos la primavera con renovación y redención. Eso prepara el escenario para volver a aceptar la Torá en Shavuot. Cuando termina el verano, en Rosh Hashaná, examinamos la forma en que observamos la Torá. Las cosas para mejorar pueden ser reparadas en Iom Kipur, y entonces, cuando llega el invierno, podemos celebrar todo lo que hemos logrado con la alegría de Sucot.


Notas:

(1) Talmud – Rosh Hashaná 16a.

(2) Óraj Jaim 583:1.

(3) Shulján Aruj HaRav (OC 610:9).

(4) Levítico 16.

(5) Mishná Brurá 494:1.

(6) Talmud – Taanit 28a.

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